domingo, 31 de marzo de 2013

Volver a "los Guidos"



sólo por unas horas pero alcanzo para caber en el hueco de esos  abrazos siempre necesarios, que parecen estar allá esperándonos para demandar a la memoria.  Escribí hace  apenas unas horas en La matera de Guido; ambos, aquel y este clausurados casi por desmoronamiento de corazón. Pero el corazón tiene razones que la razón ignora y aquí estoy de donde nunca me fui.  Sí, anduve por las calles de General Guido, visite “la barranca”  Fui a nuestra casa, salude amigos, cruce la plaza visite la Iglesia que siempre huele a nardos, aún cuando no había nardos en los floreros. 
Un lindo mural adorna la pared exterior del Museo del Vecino, hay voluntad de memoria. Sentí que comenzaron a desanudar el enredo de aquellas coloridas hilachas, están “hilando lo descosido” atando, uniendo, reparando la urdimbre. Se preparaban para el aniversario del Pueblo, no podía quedarme, otra vez será.
Guido sigue manteniendo eso que esta en su ADN gente buena de pocas palabras  hospitalaria, amable, saludadora. No necesitan bici sendas para sus bicicletas, las puertas siguen abiertas y  a los atardeceres los noté más dulces. Antes de pegar la vuelta para Banfield pase por la Laguna.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).