sábado, 20 de noviembre de 2010

“ La vuelta de Obligado” Miguel Brascó.

Recuerdo la primera vez que lo oí, no tenía yo más de catorce años, lo cantaba Alfredo Zitarrosa ( Uruguayo 1936-1989) desde un disco simple que giraba en el Winco, corrían los años sesenta.

viernes, 5 de noviembre de 2010

De la Revista EL AMIGO

PRIMER CENSO EN MONSALVO - 1869

Del 15 al 17 de septiembre de 1869, bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, se realizó el primer censo de población en la República Argentina.

De acuerdo a ello, también se efectivizó en los Partidos en Monsalvo y en el Tuyú (por aquel entonces unificados bajo la tutela del Juzgado de Paz de Monsalvo).
Es así que, de la página 122, del libro del Juzgado de Paz de Monsalvo correspondiente a los años 1869 - 1870, el historiador Iver E. Gramigna publica en su libro Por los Pagos de Monsalvo (T.I) la comunicación del entonces Juez de Paz de Monsalvo Don José María Peña, respecto del censo.

"Unión; Octubre 2 de 1869.
Al Señor Ministro de Gobierno de la Provincia, Dr. D. Antonio E. Malaver.
Tengo el honor de dirigirme a V.S., adjuntándole una copia del resultado del censo practicado en este Partido y en el del Tuyú, en los días destinados a ese trabajo y participando a V. S. haber ayudado a la Comisión de Censo por todos los medios a mi alcance, en cumplimiento de las disposiciones del Superior Gobierno.

Dios Gde. Á V.S. M. años
José María Peña

PLANILLA

Población de los Partidos de Monsalvo y Tuyú, según el censo levantado en los días 15, 16, 17 de septiembre de 1869.
Varones Mujeres Total

Nacionales…………. 2.342 +1.618 =3.960
Extranjeros……………… 460 +67 = 527
Totales……………………………… 4.487

CONDICIONES ESPECIALES DE ELLA

Saben leer 632 Ilegítimos 531 Mancebos 266 Huérfanos de padre 274 Huérfanos de madre 131
Inválidos de guerra 18 Idem en trabajos 52 Van a la escuela 24 Dementes 11
Sordo-mudos 11 Opas 10 Ciegos 8 Con color 2

Unión; Octubre 2 de 1869
José María Peña

Revista El Amigo

amigosmuseokakel@yahoo.com.ar

jueves, 12 de agosto de 2010

Los refranes

Alguien pasó por aquí y pregunto por el refrán “Que sabe el burro de confites…”

Igual que para “que sabe el chancho de freno o el avestruz de riendas” la respuesta es: Sin el conocimiento de “la cosa”, sin técnica es improbable hacer algo bien. El burro, el chancho, el avestruz o quien se meta a hacer algo que requiere habilidad, pericia, destreza, maña, arte primero deberá que aprender.

Mientras respondía al visitante recordé esos dichos, frase y refranes que escuchábamos casa.

Los abuelos educaban con refranes y dichos No te dejes arriar con el poncho. No pierdas los estribos; cuando se esta en el potro, hay que aguantar los corcovos. Para saber lo que es empacho, hace falta haber comido. Puede que tronando llueva. No me andes con medios días habiendo días enteros. Sos pura espuma como el chajá, Vamos a ver si lo que pinta madura. No te olvides que más vale trote que dure que galope que canse. No es pa todos la bota e potro, sino pal que la sabe usar.

No hay adversario débil la garúa también moja. No des ni aceptes changüi y si cantas contra flor anda nomás por el resto.

También había palabras, frases colándose en aquellas, siempre recordadas, charlas de sobremesa. Aprontar era la prueba, el ensayo de algo. Mañero era ser perezoso, manganeta era engañar, duro de boca era mal educado, no saber callarse. La hechuría era hacer crueldades, el Chirlo la temida pena o castigo, también una brutalidad, la única capaz de aplicar dicho correctivo siempre fue mamá, papá optaba por la dialéctica. Rezongaba si contradecía entre dientes. Frangollaba al hacer mal la tarea que me habían encomendado. Ligaba cuando tenía suerte y si la fuente rebosaba de tortas fritas era una fuentada.

Refranes, dichos, frases, palabras de las que sólo quedan ecos.

Ensillo el cimarrón que no es otra cosa que cargar yerba en el mate y te cuento – a vos que preguntas por el refrán “que sabe el burro de confites, si nunca fue confitero” - que usualmente lo aplico a mis frecuentes impolíticas intromisiones. Más de una vez sucedió que creyéndome en campo orégano, erre de medio a medio. Entonces esas resonancias a las que suelo llamar casualidades, me aconsejaron sacate las espinas del lomo, desistí del contrapunto y aguantate el chaparrón. Sí querés más claro, echale agua.

miércoles, 11 de agosto de 2010

El Amigo Nº 70 Agosto 2010

De nuestra historia
(Investigaciones efectuadas desde los libros del Juzgado de Paz de Maipú por el investigador Juan P. Caputto)

Se defendió con una chancleta.
Maipú, 1 de abril de 1884
Señor Juez de Paz del Partido, Don Liberato E. Alvarez.
En la fecha pongo a disposición del Juzgado a los individuos Rosendo Cejas y Carmelo Pascarelli, por escándalo promovido entre ambos, según declaración de los dos y de los testigos Candelario Cejas y Ramón Averza.
Según lo declarado por el nombrado Pascarelli, dice que al haber sacado un billete de $ 1M/N, para pagar algo que había tomado en la casa de negocio conocida por "Don Venancio", de Venancio Gavarino, el mencionado Cejas se lo arrebató de la mano sin querer entregarseló, sacando enseguida un cuchillo con el que quería pelearlo y que él se defendió con una chancleta que tenía en la mano
Registrados en esta Comisaría por si tenían armas, a ninguno se le encontró nada, pero Cejas confesó que el cuchillo que tenía en la mano lo arrojó en la calle. Los testigos nombrados se encuentran, también, en esta Comisaría, lo que comunico a Ud. a sus efectos.
Dios guarde a Ud.
José Ordoñez - Sub Comisario a cargo de la Comisaría de Maipú.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Sigo aquí

“¿Dónde te habías metido? Todo el rato que duró la tormenta te anduvimos buscando.

-Estaba en el otro patio.

-¿Y que estabas haciendo? ¿Rezando?

- No, abuela, solamente estaba viendo llover.”

Pedro Páramo - Juan Rulfo

Aquí estoy, sigo aqui. Perdí la cuenta de cuanto hace que no visito Gral.Guido. Por supuesto que las telecomunicaciones acortan las distancias, hablo seguido con Marilú…Pero se echa de menos Guido, se añoran sus olores, la “dulzura” de los atardeceres, los “ecos encerrados”

Estoy aquí con una taza cargada de chocolate calentito, vengo de leer el correo, de repasar una y otra vez las fotos que envía mi hermano, que sigue de viaje. Me cuenta que recorrió la península de Istria, visitó Croacia, pasó por la fantástica Venecia. Ya esta de regreso en España, pero antes de recalar en Madrid dónde planeara su próxima travesía, anduvo una vez más por el Valle de Bielsa en el Pirineo aragonés. El viaje del ácrata es interminable.

El olorcito de chocolate invita a cerrar los ojos y recordar aquellas tardecitas de crudos inviernos con repostería casera, algún licorcito y leche con cascarilla. ¡Qué rico! El perfume del cacao aviva los recuerdos, y en las fotos de Venecia resuena aquel primer Long Play de Charles Aznavour que disfruté allá lejos y hace tiempo.

Coincidió con la lectura de Pedro Páramo, la novela de Juan Rulfo. Fue durante las vacaciones de invierno de 1967, tres días antes de volver al colegio. Arrimada a aquella estufa de seis velas alimentada a kerosene, recuerdo que tenía una rejilla en la parte superior que se usaba para apoyar la pava, por lo general ese lugar lo ocupaba un jarro con agua y hojas de eucalipto que aromatizaba el ambiente. Al calor de la estufa leí sin entender nada, respondí las preguntas a los ponchazos y cambie la lectura por el Winco desde dónde Aznavour cantaba para mi “Venecia sin ti” El disco lo había comprado tío Loro, a él le gustaba Aznavour. Tío era muy celoso con sus discos no los prestaba a nadie, sólo él los ubicaba en la bandeja del combinado previo pasarles un paño sobre la superficie, no descuidaba detalle. La púa bajaba lentamente y la romántica voz inundaba el espacio “Que profunda emoción recordar el ayer cuando toda Venecia me hablaba de amor…”. pero sin la presencia de tío no había posibilidad de oir a Aznavour. Fue entonces, que tía María, cómo siempre, intercedió y ese disco pasó a mis manos. Lo gaste de tanto pasarlo. La novela de Rulfo quedo olvidada.

Años más tarde 1973/74 me topé con Pedro Páramo en el subte, alguien, distraído, lo había abandonado en el asiento. Esa tarde al abrir el pequeño libro Rulfo me preguntó “¿Dónde te habías metido? Todo el rato que duró la tormenta te anduvimos buscando.” Me atrapó. Desde entonces esta conmigo, lo presto, lo pierdo, lo vuelvo a recuperar. ¿Dónde te habías metido? Le pregunto. Juan Rulfo responde “Acuérdate, Nos han dado la tierra, No oyes ladrar los perros, Diles que no me maten…” Y entonces voy por más chocolate, introduzco el CD de Aznavour y enciendo esta otra estufa. No hay aroma a eucalipto, ahora la casa huele a lavanda gracias al aromatizador natural “Corona da Bahia”. Algunas cosas no cambian, los cuentos de Rulfo están ahí en “El llano en llamas”, el chocolate continúa despertando los sentidos y yo sigo aquí, en este “patio”, sin olvidar él pueblo donde nació mi padre

lunes, 19 de julio de 2010

Lecturas

La Revista de los Amigos del Museo Kakel Huincul

http://www.ladobled.com.ar

El Blog de Juan Carlos

http://sanchezsottosanto.over-blog.es

miércoles, 23 de junio de 2010

Ecos de guitarra...

http://www.youtube.com/user/carlosquilmeslopez#p/f

martes, 8 de junio de 2010

Relecturas

Juan Rulfo Mexicano 1818-1986
De “El llano en llamas”
Acuérdate
Acuérdate de Urbano Gómez, hijo de don Urbano, nieto de Dimas, aquel que dirigía las pastorelas y que murió recitando el "rezonga, ángel maldito" cuando la época de la influencia. De esto hace ya años, quizá quince. Pero te debes acordar de él. Acuérdate que le decíamos el Abuelo por aquello de que su otro hijo, Fidencio Gómez, tenía dos hijas muy juguetonas: una prieta y chaparrita, que por mal nombre le decían la Arremangada, y la otra, que era requetealta y que tenía los ojos zarcos; y que hasta se decía que ni era suya y que por más señas estaba enferma del hipo. Acuérdate del relajo que armaba cuando estábamos en misa y que a la mera hora de la Elevación soltaba su ataque de hipo, que parecía como si se estuviera riendo y llorando a la vez, hasta que la sacaban afuera y le daban tantita agua con azúcar y entonces se calmaba.

Ésa acabó casándose con Lucio Chico, dueño de la mezcalera que antes fue de Librado, río arriba, por donde está el molino de linaza de los Teódulos.

Acuérdate.

Acuérdate que a su madre le decían la Berenjena porque siempre andaba metida en líos y de cada lío salía con un muchacho. Se dice que tuvo su dinero pero se lo acabó en los entierros, pues todos los hijos se le morían de recién nacidos y siempre les mandaba cantar alabanzas, llevándolos al panteón entre músicas y coros de monaguillos que cantaban "hosannas" y "glorias" y la canción esa de "ahí te mando; Señor, otro angelito". De eso se quedó pobre, porque le resultaba caro cada funeral, por eso de las canelas que les daba a los invitados del velorio. Sólo le vivieron dos, el Urbano y la Natalia, que ya nacieron pobres y a los que ella no vio crecer, porque se murió en el último parto que tuvo, ya de grande, pegada a los cincuenta años.

La debes haber conocido, pues era realegadora y cada rato andaba en pleito con las marchantas en la plaza del mercado porque le querían dar muy caro los jitomates; pegaba de gritos y decía que la estaban robando. Después, ya de pobre, se le veía rondando entre la basura, juntando rabos de cebolla, ejotes ya sancochados y alguno que otro cañuto de caña "para que se les endulzara la boca a sus hijos".

Tenía dos, como ya te digo, que fueron los únicos que se le lograron.

Después no se supo ya de ella.

Ese Urbano Gómez era más o menos de nuestra edad, apenas unos meses más grande, muy bueno para jugar a la rayuela y para las trácalas. Acuérdate que nos vendía clavellinas y nosotros se las comprábamos cuando lo más fácil era ir a cortarlas al cerro. Nos vendía mangos verdes que se robaba del mango que estaba en el patio de la escuela y naranjas con chile que compraba en la portería a dos centavos y que luego nos las revendía a cinco. Rifaba cuanta porquería y media traía en la bolsa: canicas ágatas, trompos y zumbadores y hasta mayates verdes, de esos a los que se les amarra un hilo en una pata para que no vuelen muy lejos.

Nos traficaba a todos, acuérdate.

Era cuñado de Nachito Rivero, aquel que se volvió menso a los pocos días de casado y que Natalia, su mujer, para mantenerse, tuvo que poner un puesto de tepache en la garita del camino real, mientras Nachito se vivía tocando canciones todas desafinadas en una mandolina que le prestaban en la peluquería de don Refugio, nosotros íbamos con Urbano a ver a su hermana, a bebernos el tepache, que siempre le. quedábamos a deber y que nunca le pagábamos, porque nunca teníamos dinero. Después hasta se quedó sin amigos, porque todos al verlo, le sacábamos la vuelta para que no fuera a cobrarnos.

Quizá entonces se volvió malo, o quizá ya era de nacimiento.

Lo expulsaron de la escuela antes del quinto año, porque lo encontraron con su prima la Arremangada jugando a marido y mujer detrás de los lavaderos, metidos en un aljibe seco.

Lo sacaron de las orejas por la puerta grande entre la risión de todos, pasándolo por en medio de una fila de muchachos y muchachas para avergonzarlo.

Y él pasó por allí, con la cara levantada, amenazándonos a todos con la mano y como diciendo: "Ya me las pagarán caro."

Y después a ella, que salió haciendo pucheros y con la mirada raspando los ladrillos, hasta que ya en la puerta soltó el llanto; un chillido que se estuvo oyendo toda la tarde como si fuera un aullido de coyote.

Sólo que te falle mucho la memoria, no te has de acordar de eso.

Dicen que su tío Fidencio, el del trapiche, le arrimó una paliza que por poco y lo deja parálisis, y que él, de coraje, se fue del pueblo.

Lo cierto es que no lo volvimos a ver sino cuando apareció de vuelta por aquí convertido en policía. Siempre estaba en la plaza de armas, sentado en una banca con la carabina entre las piernas y mirando con mucho odio a todos. No hablaba con nadie. No saludaba a nadie.

Y si uno lo miraba, él se hacía el desentendido como si no conociera a la gente.

Fue entonces cuando mató a su cuñado, el de la mandolina.

Al Nachito se le ocurrió ir a darle una serenata, ya de noche, poquito después de las ocho y cuando todavía estaban tocando las campanas el toque de Ánimas. Entonces se oyeron los gritos, y la gente que estaba en la iglesia rezando el rosario salió a la carrera y allí los vieron: al Nachito defendiéndose patas arriba con la mandolina y al Urbano mandándole un culatazo tras otro con el máuser, sin oír lo que le gritaba la gente, rabioso, como perro del mal. Hasta que un fulano que no era ni de por aquí se desprendió de la muchedumbre y fue y le quitó la carabina y le dio con ella en la espalda, doblándolo sobre la banca del jardín, donde se estuvo tendido.

Allí lo dejaron pasar la noche. Cuando amaneció se fue. Dicen que antes estuvo en el curato y que hasta le pidió la bendición al padre cura, pero que él no se la dio.

Lo detuvieron en el camino. Iba cojeando, y mientras se sentó a descansar llegaron a él. No se opuso. Dicen que él mismo se amarró la soga en el pescuezo y que hasta escogió el árbol que más le gustaba para que lo ahorcaran.

Tú te debes acordar de él, pues fuimos compañeros de escuela y lo conociste como yo.

http://www4.loscuentos.net

martes, 1 de junio de 2010

A pedido vuelven los Refranes y Consejos


II

Le dio otro besito al frasco

y ya azunbao por la tranca,

manotio su barba blanca

y sacudiendo las clinas

dentro a recordar las chinas

que había levantado en ancas.


Aquí ande me ves, -me dijo-

las tuve a tuitas menas:

alazanas y morenas,

querendonas y bagualas,…

Los disgustos de las malas

me los pagaron las güenas.


Por ellas donde he llegado

hice rayar las lloronas,

y les cante en las bordonas

las causas de mis tormentos…

De galopiar contra el viento

se me han ladiao las caronas.


Pero aquel tiempo paso,

y ya viejo y cascarudo

como lomo de peludo

que anda escarbando en la arena

Solo me queda la pena

de haberme gastado al ñudo.


Sin enbargo te he de señalar

pa asigurar tu confianza,

y si de oirme no se cansa

tu atención, precuraré

darte um resuello de fe

a no voltear tu esperamza.


Las mujeres se parecen

lo mesmo que las estrellas

pero, en hallándose ente ellas

la prienda de nuestro amor,

siempre será la mejor

y más bella entre las bellas.


Mas no te fiés sin enbargo,

aunque te digan: Te quiero

debes probarle primero

la firmeza en sus deberes…

palabras de las mujeres

son palabras de pulpero.


Aplicada al disimulo

nadie sabe lo que siente,

y la mentira en su mente

puede más que la verdá:

se afirma en su falsedá

y es la verdá la que miente.


Por eso nunca trates

de escarbar en la maraña

y si una duda te araña

dejála sin aclarar

porque más vale dudar

que conocer que te engaña.


Ansí es la mujer mirada

del derecho y del revés;

pero si vos la querés

no hagás caso de este viejo

y ráite de mi consejo

aunque lo llores dispués.


Una sóla es esta vida

Y aunque es una la verdá

a veces la falsedad

contra ella mesma se empaca

y es triste matar la vaca

de nuestra felicidá.


III

Le dio otro beso al porrón

hasta dejarlo tecleando;

y quedo como buscando

un recuerdo en la mollera

Volvió a manotear la pera

y ansí le siguió pegando:


Yo también quise entre tantas

a una china con tiernura,

y sentí tal amargura

el día que se me jué,

que a dos brazadas llegue

del corral a la locura.


Como es posible canejo,

-dije al probar su mudanza-

que haiga burlao mi confianza

sin darme tiempo a pensar?

y ya emprencipié a chairar

el fierro de la venganza.


Yo te he de encontrar a tiro

pa raboniarte la trenza

y has de pagar mi vergüenza

con la tuya ¡La gransiete!

Encerrado en ese brete

naide sabe lo que piensa.


Pero Dios que es trenzador

que sabe trenzar muy fino

la ladio de mi camino

pa evitar el encontron…

¡Bien haiga tu protección

boyero de mi destino!


Tranco a tranco y sin pensarlo

templé mi propio sonido

hasta que ya de perdido

dentó el querer aflojar,

y me largue a galopiar

por los campos del olvido.


Por eso ensisto, cachorro

y aguantá que me denbande;

nunca dejes que te mande

el entripado del rencor

será muy grande el amor

pero el olvido es más grande.


Pensá pues projundamente

y no lo tomés a broma

que por mucho que nos coma

esa peste endemoniada

la venganza más honrada

es la que nunca se toma.

continuará...


La Biblia Gaucha Ed. 1936

Alberto Vacarezza

viernes, 28 de mayo de 2010

La Dirección de Cultura de Gral. Guido quiere manifestar su enorme satisfacción por la participación de toda la comunidad en los actos previstos para los festejos del Bicentenario de la Patria.
Los festejos se iniciaron con la apertura de salas en el Museo Municipal “Del Vecino” el día viernes 21 a las 18 hs con la presencia del Sr. Alfredo Carrigal y su muestra “Historia del alamabrado” y de los jóvenes artistas maipuenses Agustín Soldatti y Florencia Aspitia quienes presentaron al público presente un mural alusivo al Bicentenario realizado en una de las paredes del SUM del Museo. Se presentó además, parte de los murales realizados por los alumnos del taller que coordinan los artistas.
El día 25, en horas de la mañana parte importante de la comunidad se dio cita en la Iglesia Nuestra Señora de la Merced donde se desarrolló el Tedeum a cargo del Cura Párroco Lic. Jorge Guita. Más tarde, se desarrolló el acto oficial en el Patio de Banderas de la Plaza San Martín, donde se observó una nutrida concurrencia de gente. Allí estuvieron presentes autoridades municipales, educativas, judiciales, eclesiásticas, policiales, representantes de entidades intermedias, directivos, docentes, padres y alumnos de distintos servicios educativos y comunidad en general. Los mensajes estuvieron a cargo de la Inspectora de Educación Primaria, Sra. Sandra Romiglio, quien referenció el papel de la educación durante estos 200 años. Más tarde , dirigió unas palabras el Sr. Intendente Municipal, Aníbal Eugenio Loubet, quien en su discurso destacó “Una de las consecuencias más importantes de la Revolución de Mayo en la sociedad que dejaba de ser un virreinato, fue el cambio de paradigma con el cual se consideraba la relación entre el pueblo y los gobernantes. Hasta aquel entonces, primaba la concepción del bien común: si bien se respetaba completamente la autoridad monárquica, si se consideraba que una orden proveniente de la corona de España era perjudicial para el bien común de la población local, se la cumplía a medias o se la ignoraba. Esto era un procedimiento habitual. Con la revolución, el concepto del bien común dio paso al de la soberanía popular, impulsado por personas como Moreno o Castelli, quienes sostenían que en ausencia de las autoridades legítimas el pueblo tenía derecho a designar a sus propios gobernantes. Con el tiempo, la soberanía popular daría paso a la regla de la mayoría, que plantea que es la mayoría de la población la que determina al gobierno en ejercicio. Esta maduración de las ideas fue lenta y progresiva, y llevó muchas décadas hasta cristalizarse de una manera electoral, pero fue lo que llevó finalmente a la adopción del sistema republicano como forma de gobierno de Argentina” y además sostuvo la ineludible responsabilidad de todos los gobernantes actuales en continuar sosteniendo los pilares fundamentales que defendieron los hombres y mujeres de mayo de 1810.
Seguidamente, todos los presentes se dirigieron al Boulevard sito en frente del Museo Municipal, donde se inauguró el Paseo del Bicentenario, obra arquitectónica realizada por el Jefe de Obras Públicas, Sr. Jorge Colli y su equipo de colaboradores. El descubrimiento de la placa fundamental del monumento estuvo a cargo del Sr. Intendente Municipal y el Sr. Juan Rivero, persona reconocida de la comunidad. Se concretaron, por su parte, descubrimiento de placas alusivas del Centro Recreativo Cultura, Fundación Aftosa, Centro de Jubilados, Sociedad Rural e Iglesia Nuestra Sra. de la Merced, a cargo de distintos referentes de cada Institución. El padre Guita bendijo la obra.
A continuación, y en instalaciones del Museo Municipal, se inauguró el Centro Tecnológico. El mismo se diseñó y organizó con el objetivo de que todos los pobladores de la comunidad puedan acceder a conexión a internet.
En horas de la tarde, se desarrollaron en instalaciones del Polideportivo Municipal, las actividades artísticas culturales previstas.
Se inició la tarde con la presencia de la Banda de Los Sikuris de la ciudad de Olavarría a cargo de los profesores Alba Mancinella y Atilio Mieri. Luego, desplegaron sus ponchos “Los Amigos” de Dolores, agrupación folclórica a cargo de Zulma Baquer. Continuó la tarde con la presentación de “La Orquesta Municipal de Tango” del Teatro Colón de la ciudad de Mar del Plata, con la presentación de los bailarines Leila y Emanuel Marín. Seguidamente hizo su despliegue de banderas el cuerpo de baile de la ciudad de Castelli a cargo del Profesor Alejandro Oselin.
Se presentó un video que muestra imágenes emblemáticas de estos 200 años de vida, realizado por la Dirección de Cultura.
Para finalizar el espectáculo y coronar los festejos con un broche de oro, hizo su presentación el Sr. Leandro Lovato, artista ampliamente reconocido en el mundo folclórico a nivel nacional, quien deleitó al cuantioso público presente combinando música, palabras, mensajes y frenéticos ¡¡Viva la Patria!!, que el público acompañó entusiasta y feliz por su presencia.
Todo este festival fue amenizado por una chocolateada popular y pastelitos que se ofrecieron en el transcurso de toda la tarde. Además del servicio de cantina a cargo del Club Cultura.
Agradecimientos especiales:
• a todos los artistas presentes: por su calidez, su comprensión, su arte y las enormes ganas de convertir su actuación en una fiesta para todos;
• a la gente del sonido (Coco Lacerre de Dolores y Octavio Cortés de Gral. Guido), de iluminación (SONAR Chascomús), filmación (Miguel Goñi de Dolores), escenario (Modu Metal de Mar del Plata), ornamentación (Luis Palermo de Dolores), fotografía (Javier Acosta de Gral. Guido), locución (Mauricio García de Ayacucho);
• a los “chocolateros” y colaboradores: Pato Guilloni, Beto Scuffi, Pichi Ventura y Ñato Elizalde… mucho humor y mejor chocolate!!
• a las instituciones educativas (urbanas y rurales) , instituciones intermedias y a las autoridades que siempre acompañan las propuestas de la Dirección;
• al público presente de Gral. Guido, de Maipú, de Dolores, de Labardén, de Santo Domingo, de Castelli por acompañar y disfrutar de esta fiesta;
• a la gente del Club Cultura, por su permanente apoyo;
• al Sr. Walter Arias por su valiosísimo aporte de contenidos para la producción del video presentado, y al Sr. Emilio Saleme, por su aporte técnico;
• a los medios de comunicación, por su comprometida tarea de difundir y socializar la acción de la Dirección, generando de esta manera espacios de comunicación efectivos;
• al equipo permanente de trabajo de la Dirección: Karina Aranciaga, Marina Vaz, Mirta Gauna, Germán Robles y colaboradores Nora Puyol, Rubén Sosa, Ivana Gauna, Pía Carini, Mirta Otero, Anabella D´Amore, Marcelo Rojas, Carlos Heredia, María Maquirriaian, Néstor Tomás Tauson, Leticia Aranciaga;
• al Sr. Intendente Municipal, al Sr. Delfor Galante, a la Sra. Sandra Romiglio , al Sr. Alfredo Carrigal, al Sr. Agustín Soldatti, a la Srta. Florencia Aspitia, al Sr. Matías Etchepare, al Sr. Jorge Colli, a la Sra. Jacqueline Herlax.

Muchas gracias a todos y VIVA LA PATRIA… HOY Y SIEMPRE.
QUE LA EMOCIÓN POR ESTOS DOSCIENTOS AÑOS PERVIVA EN NUESTROS CORAZONES Y SE AFIANCE DÍA A DÍA CONSOLIDANDO NUESTRO SER ARGENTINO.
Con el afecto de siempre,
María Marta Vargas
Directora de Cultura
Municipalidad de Gral. Guido

lunes, 17 de mayo de 2010

Las casualidades tendieron el puente

“Si la casualidad es la más empeñosa jugada del destino,
alguna vez podremos interrogar con causa a esas escoltas de genealogías
que tendieron un puente…”

Canto a Berenice de Olga Orozco

Por obra de la casualidad volví a pasar por la casilla de correo abandonada hace tiempo donde El Amigo Juan Naddeo había dejado a fines de abril una sorpresa… revisando unas viejas revistas publicadas en Maipú por el año 1930 me encontré con noticias de Guido y con algunas personas que figuran en ellas que creo podés conocer, la revista se llamó La Semana

Lo que siguió fue pura emoción. Encontré allí esos versos que eternizan los ojos de mi papá cuando era un muchacho de 20 años, cuando en sus sueños todavía, no asomábamos nosotros. Nada sé de Corintia, jamás escuche ese nombre en las charlas de sobremesa, pudo ser un seudónimo. De lo que no quedan dudas es que conocía la mirada de esos ojos negros y profundos que atrapo en sus versos.

Alguien escribió que: “El amor de los jóvenes no esta en el corazón, sino en los ojos” y Corintia como la doncella del mito griego logro un retrato perdurable de esos ojos.



La otra noticia tiene que ver con la formación de una comisión y allí está el nombre de nuestra abuela Isabel y el de tía Pepa y tantos otros nombres y apellidos amigos.


Las casualidades tendieron el puente…

Gracias Juan.

Gracias Maipú!!!

jueves, 6 de mayo de 2010

CLUB ARGENTINO DE SERVICIO 2 DE ABRIL

Dolores, provincia de Buenos Aires

“XVII Certamen de poesías de temas gauchescos 2010”

BASES

El XVIIº Certamen de Poesías de Temas Gauchescos está abierto a autores de cualquier nacionalidad, con obras escritas en castellano.

La construcción estrófica será libre con medida octosilábica y rima asonante o consonante, con una extensión máxima de 60 versos y cada autor podrá participar con una poesía que no haya sido premiada. El tema será el gauchesco en sus más amplias manifestaciones.


Las obras deberán presentarse escritas a máquina o computadora por triplicado, con seudónimo, y en un sobre cerrado donde figure en su exterior el título y el seudónimo, se incluirán en el interior los datos del autor (Nombre y apellido, domicilio, teléfono y correo electrónico si tuviera) y se enviarán a Carranza 625. Cód. 7100 DOLORES. Argentina.

Habrá tres premios consistentes en medallas y certificados y las menciones que considere el jurado.



Plazo de admisión hasta el 11 de septiembre de 2010. No se cobra arancel.

El hecho de participar implica aceptar las condiciones de estas bases.

Informes (02245) 443078 (Juan Carlos Pirali) ó al Mail pirali_historia_y_poesia@yahoo.com.ar

El Club 2 de Abril quedará agradecido por la difusión de estas bases.

http://juancpirali.obolog.com

martes, 20 de abril de 2010

"Cosas"


El volumen caído que los otros

Ocultan en la hondura del estante
Y que los días y las noches cubren
De lento polvo silencioso. El ancla
De Sidón que los mares de Inglaterra
Oprimen en su abismo ciego y blando.
El espejo que no repite a nadie
Cuando la casa se ha quedado sola.
Las limaduras de uña que dejamos
A lo largo del tiempo y del espacio.
El polvo indescifrable que fue Shakespeare.
Las modificaciones de la nube.
La simétrica rosa momentánea
Que el azar dio una vez a los ocultos
Cristales del pueril calidoscopio.
Los remos de Argos, la primera nave.
Las pisadas de arena que la ola
Soñolienta y fatal borra en la playa.
Los colores de Turner cuando apagan
Las luces en la recta galería
Y no resuena un paso en la alta noche.
El revés del prolijo mapamundi.
La tenue telaraña en la pirámide.
La piedra ciega y la curiosa mano.
El sueño que he tenido antes del alba
Y que olvidé cuando clareaba el día.
El principio y el fin de la epopeya
De Finsburh, hoy unos contados versos
De hierro, no gastado por los siglos.
La letra inversa en el papel secante.
La tortuga en el fondo del aljibe.
Lo que no puede ser. El otro cuerno
Del unicornio. El Ser que es Tres y es Uno.
El disco triangular. El inasible
Instante en que la flecha del eleata,
Inmóvil en el aire, da en el blanco.
La flor entre las páginas de Bécquer.
El péndulo que el tiempo ha detenido.
El acero que Odín clavó en el árbol.
El texto de las no cortadas hojas.
El eco de los cascos de la carga
De Junín, que de algún eterno modo
No ha cesado y es parte de la trama.
La sombra de Sarmiento en las aceras.
La voz que oyó el pastor en la montaña.
La osamenta blanqueando en el desierto.
La bala que mató a Francisco Borges.
El otro lado del tapiz. Las cosas
Que nadie mira, salvo el Dios de Berkeley.

Jorge Luis Borges. (1899-1986)

Cosas. El oro de los tigres 1972

http://sololiteratura.com/bor/borobras.htm

martes, 6 de abril de 2010

...en la esquina de la esperanza,


la calesita no se rinde

La calesita aparecía en el barrio sin que supiéramos como ni cuando. Simplemente aparecía. A nadie le preocupaba que un minuto antes el lugar estuviera vacío. Un día desaparecía sin que jamás la viéramos partir. Llegábamos al baldío y la calesita no estaba; entonces jugábamos a la pelota, a las escondidas, como si no hubiéramos pensado siquiera en ella. Parece que sin haber terminado de partir, estaba llegando. Y con el último anuncio de su llegada, había comenzado a partir. Esta cuestión, en un tiempo no muy lejano, era conocida por todos. Cuando fuimos invadidos por los enanos del olvido - Los que no saben reír – entre muchos daños que nos hicieron, nos robaron la memoria. Por eso es necesario contar cosas que todos sabíamos pero que no nos dejan recordar.
Cuando nos robaron la memoria, la calesita quedó suspendida en el tiempo de partir, sin tener adonde volver. A veces, andando por las calles de algún barrio lejano y desconocido (donde siempre hay refugio para silbidos a las muchachas y pájaros melancólicos) la vemos aparecer fugazmente, buscando un tiempo y un lugar para llegar. A nadie se le ocurría preguntar de donde venía ni quién la traía. Los chicos sabíamos que la fantasía y el milagro convivían con nosotros. Los mayores creían que la música salía de un disco, porque cuando crecen se alejan de la inocencia. No les está permitido ver la magia cotidiana. En realidad la música era interpretada por una banda de jocosos duendes que bailaban, tocaban sus instrumentos y nos hacían guiños desde el techo de la calesita. Si los mayores hubieran podido andar por los potreros, baldíos, esquinas, de todos los barrios y los pueblos, estar al mismo tiempo por todos esos lugares, hubieran descubierto el principio del misterio. Pero todos sabemos (aunque no nos acordamos) que eso sólo lo hacen los nobles ancianos - los que custodian la ternura del hombre - y los hermanos mayores - que descansan en el sueño donde el principio y el final juegan a ser dioses y por desconocido le llamamos muerte. Por eso nunca se dieron cuenta que todas las calesitas tenían los mismos caballitos, carrozas, elefantitos. Mucho menos supieron que los calesiteros que ofrecían la sortija, tenían la misma cara, la misma sonrisa, los mismos gestos. No podían saber que no había muchas calesitas, sino una sola que aparecía en todas partes al mismo tiempo.

Las mamás, los papás, abuelos, tíos, veían a su niño dar vueltas, sin darse cuenta que en cada giro pasaba un niño distinto, que venía de algún lugar lejano donde habían subido a la calesita.

Cuando éramos pibes (cosa que especialmente los enanos del olvido - los que no tienen ojos para no ver la vida - no nos dejan recordar), elegíamos.

Si acaso montábamos el caballito oscuro, nos podía llevar más lejos, a las praderas del norte, por ejemplo, cuando la única preocupación que tenían por allá era llevar carretas de un lado para otro, perseguir indios y salvar muchachitas rubias.

A veces ocupábamos bellas carrozas doradas y sin darnos cuenta en qué momento, saltábamos por las calles empedradas de las viejas ciudades de Jack London. Había llamas o guanacos que nos trasladaban a regiones totalmente desconocidas en las alturas andinas, con enormes valles y profundas quebradas, con niños, hombres y mujeres, con vestimentas nunca vistas por nosotros, ya que no aparecían en los libros de aventuras ni en las revistas de historietas. Y una música que no escuchábamos en nuestro mundo cotidiano. No teníamos modo de saber que estas llamas y guanacos nos llevaban de viaje por nuestras raíces, que los enanos del olvido -los que perdieron las manos por no saber hacer una caricia- ya nos habían robado, antes de robarnos la memoria.

Cuando la sortija se colgaba de un pequeño y ansioso dedo, bajo la atenta y compinche mirada del calesitero, significaba que la misión del viajero no había terminado, teniendo que volver a la región mágica que le había tocado y dejar las cosas en orden para el próximo visitante. Cuando los chicos lloraban que querían una vuelta más, los mayores no podían saber que el llanto era también de pena, por la tristeza del mundo fuera de la calesita. En definitiva, éste era uno de los territorios libres de la maldad de los enanos del olvido -los que nunca fueron niños-. Como todo misterio que se respete, debía ser conocido sólo por un grupo de elegidos. Estos eran los chicos que viajaban en calesita, mientras estaban en ella. Al bajarse, se olvidaban de lo que les había sucedido. Pero no de sus emociones.

Los enanos del olvido - los que no tuvieron ni tendrán lugar permanente en el mundo - preocupados por no poder vencer la magia de la calesita, comenzaron a ocupar los lugares donde acostumbraban a llegar.

Fue una delirante carrera para encontrar lugares vacíos y construir bancos, financieras y muy especialmente playas de estacionamiento, porque es mucho más fácil dominar a quienes detienen su camino, por el mismo motivo que no se puede quitar la libertad a aquellos que mantienen su decisión de avanzar por la vida.

Estos baldíos, potreros, esquinas, eran los países del mundo de la Utopía. Sus habitantes fueron perseguidos. Las viejas y queridas pelotas de goma (aquellas pelotas rayadas) comenzaron a saltar los paredones pidiendo asilo a las vecinas rezongonas. Las bolitas (cachuzas, lecheras, aceritos, bolones) buscaron los hoyos dejados por los chicos y al arrojarse caían en agujeritos sin fondo, buscando la región de la niñez eterna. Los trompos de madera, astillados en cientos de combates, se unieron a las bolitas girando y ahondando los hoyos con sus púas. Los barriletes se soltaron de los piolines que los unían a la tierra y volaron al reino de los pájaros. Aquellos autitos rellenos con masilla, arreglaron sus ruedas gastadas en discutidas carreras y partieron en un viaje que no tendría llegada hasta que el hombre recupere su memoria y la calesita tenga donde llegar.

Aquellos que no lograron escapar, fueron capturados por los feroces enanos del olvido

-los que se borraron las orejas porque odian escuchar a los demás- y nunca más nadie supo de ellos.

A pesar de avanzar en estos planes, los malvados no estaban seguros de vencer la magia de la calesita. Entonces decidieron prohibir ser niño. En un mundo inescrupulosamente diseñado, ser niño es inventar caminos que no llevan al éxito, sino al placer de andar con un par de golondrinas por zapatos, la sonrisa abrigando el pecho y el asombro despejando las zonas oscuras.

Por eso los enanos del olvido -los que no aprendieron a nacer, sólo a morirse- les temen a los niños. Por eso robaron los padres a sus hijos, los hijos a sus padres. Prohibieron a los músicos y poetas que proveían canciones a los duendes para dar ritmo mágico a la calesita y a todo aquel que tuviera oídos limpios para escucharlos. Secuestraron a los juguetes y ensuciaron los juegos. La mancha fue una culpa, la escondida un miedo, y el vigilante y ladrón un juego del revés.

Dicen los nobles ancianos -los que custodian la ternura del hombre- que habrá años de sequía. Rondarán los cuervos (esos viejos tramposos disfrazados de pájaros) para ocuparnos los nidos. Merodearán las ratas, comiéndonos los pasos (a veces se ponen vistosos uniformes, a veces se visten de ministros). Loros del país repetirán discursos de otros depredadores, que siempre viven lejos. Discursos que como buenos loros, siempre dicen lo mismo: -“Es tiempo de sacrificios” “Con paciencia se gana el cielo” “Es el destino del pobre”.

Sucederán largas lluvias. Habrá una tarde de llovizna, el viento nos mojará la cara y una tibia humedad envolverá nuestros brazos. Dicen los nobles ancianos que será el llanto de aquellos que duermen sin descanso, porque a ellos les robaron el nombre, el lugar del sueño. Lo mismo que a la calesita, los hicieron partir sin que nadie los viera, sin saber cómo ni cuando. Y borraron los lugares donde podrían volver.

Dicen que será el tiempo de salir a las calles, donde andarán los duendes que bailan, tocando sus instrumentos y alentando con sus guiños. Al compás de su música deberemos cantar.

Cuando un pueblo canta, la vida se estremece. Sacude la hojarasca y todo se renueva como después de un incendio. A medida que avancemos al calor del canto, en cada malvón florecerá una ternura. Los jazmines esparcirán un aroma nuevo con sabor a recuerdos. Cada espina de rosa tendrá la forma del rostro de algún hermano ausente. Las palomas unirán su vuelo hasta cubrir el cielo, recogerán la lluvia de lágrimas hasta formar un mar. Con él, inundarán las zonas del dolor y la tristeza.
Dicen que ese día, cuando se eleve el canto y la tierra despierte al sonar nuestros pasos, los bancos, financieras, todos los cubiles del desamor del hombre, se derrumbarán hechos cenizas. Detrás de un infinito paredón que une el baldío de los recuerdos con la esquina de la esperanza, saltarán hacia nosotros las pelotas perdidas y habrá espacios libres para que la calesita termine de partir y vuelva.

Después será cuestión de avanzar y cantar. No olvidar el camino andado y por andar. Sembrar en los baldíos malvones con ternura. Al crecer cada día, guardar un pedacito del niño que dejamos. Entonces no habrá enanos ni olvidos que puedan invadirnos. Habrá mañanas en que al abrir la puerta, veremos a los jocosos duendes, bailar tocar sus instrumentos, anunciando que al barrio llegó la calesita el caballito blanco de ojos audaces. Al ponerse en movimiento, al compás de la música de los duendes, se apartaba de la plataforma de madera y nos llevaba a galopar por las inmensas llanuras del país. Quizás en medio de un malón, tal vez acompañando las largas jornadas de viejos arrieros.

Rubén Amaya. Tucumán

http://cuentosporrubenamaya.blogspot.com



miércoles, 31 de marzo de 2010

Historias de archivo

La primera calesita del zoológico porteño gira en Ayacucho

Hace 13 años la compró el Club de Leones. Su venta apareció en un aviso clasificado de La Nación y la comisión directiva se mostró interesada. Fue adquirida en 19.000 dólares.La condición era que no saliera del país.
Información General Diario La Nación. Crónicas del país.Lunes 21 de mayo de 2001.Por Oscar Balmaceda

AYACUCHO.- Un aviso clasificado llevó el primer carrusel argentino del Jardín Zoológico de Buenos Aires a esta ciudad. Fue hace 23 años y, más allá de algún temporal o de los videojuegos espaciales, sigue girando cargado de niños, al ritmo de las melodías que surgen de un mítico organito La Salvia.
La calesita, como la llaman todos en esta tranquila localidad situada 350 kilómetros al sudeste de Buenos Aires, está en el predio que posee la filial del Club de Leones, precisamente la entidad que la compró al hombre que la explotaba en el zoológico porteño.
"En 1978, decidimos construir un pequeño parque infantil y la comisión directiva envió a Buenos Aires al entonces presidente, Carlos Miramont, "a mirar" y, si estaba a tiro, adquirir allí un carrusel para completar nuestro proyecto", explica el titular del Club, Juan Valentín Garay.
"Hubo mucha suerte -añade-, pues apenas llegó descubrió un aviso clasificado en La Nación en el que se ofrecía en venta la vieja calesita del Zoológico. No lo podía creer."
Las negociaciones fueron muy breves y la misión logró un rápido acuerdo con el dueño del carrusel. "Omar Lema nos lo vendió en 19.000 dólares con dos únicas condiciones: no sacarlo del país y mantenerlo en buen estado y funcionando", dice Garay.
Así, el primer carrusel argentino dejó su bullicioso y multitudinario entorno para hacer pie en esta localidad de la depresión del Salado, donde, por lo visto, aquellas promesas se han cumplido al pie de la letra.
El turco de la batuta
Para conseguir la suma pretendida por Lema y sufragar los gastos de desarme, traslado y restauración del carrusel, el Club de Leones pidió ayuda al pueblo de Ayacucho. "Se hizo una gran colecta: entre todos juntamos la plata y empresarios locales cedieron varios operarios y un camión para traerlo a nuestra ciudad", recuerda Garay.
"Al principio, lo instalamos en la Sociedad Rural y allí se le hizo la primera restauración: habían pasado más de 30 años sin que lo tocaran", dijo.
Fue construido en 1943 por la firma rosarina Sequalino Hermanos, que operaba por encargo de la empresa Carruseles Ultramodernos Argentinos La Salvia (CUMA). Los paneles tienen tallas en relieve realizadas por el artista Antonio Rispoli, que se inspiró en las ilustraciones infantiles del dibujante Rodolfo Dan.
Esas imágenes reproducen las principales escenas del cuento "Los tres chanchitos" y emocionantes pasajes circenses.
Sobre el piso se descubren autitos, aviones con una sola hélice y varios tríos de caballitos y de leones que suben y bajan cuando el carrusel gira, con lo que se marca la principal diferencia con las calesitas, en las que esos componentes son estáticos.
Con todo, la estrella sigue siendo el organito motorizado La Salvia, que, a despecho de los discos láser o de los cassettes, es el único que toca la música. Fue construido por los hermanos Pascual y Vicente La Salvia, fundadores de CUMA, y posee 48 teclas y 180 tubos. Sobre la bandeja hay tres muñecos de unos 45 centímetros de altura, vestidos a la usanza turca de antaño. El del medio, un adusto director, mueve la batuta con calculado entusiasmo al compás de la música, sin que se conmueva el fez que luce en la cabeza.
A ambos lados lo acompañan dos modestos servidores de turbante y ropajes sencillos. Uno agita una campana. El otro aporrea un triángulo."A este se lo robaron hace unos años, pero apareció en las afueras del pueblo, tirado en una zanja", apunta Garay.
Visitantes nostálgicos
Aunque ahora luce como nuevo, el carrusel pasó momentos difíciles. "En el 80 vino un temporal y lo dejó muy maltrecho: hubo que restaurarlo", dice Juan Salagoity, secretario del Club.
De la faena se ocuparon varias damas de Ayacucho bajo la guía de un artista llegado de Mar del Plata. "Fueron dos años de trabajo muy duro, pero valió la pena. Sólo nos queda mejorar la cenefa, que está bastante oxidada", señala Susana de Miramont, una de las pintoras convocadas.
Hace tres años, otra desgracia sacudió a la ciudad y al carrusel. Murió Carmelo Cipolla, el calesitero, que lo manejó durante 19 años. El hombre, jubilado del Ferrocarril Roca, dejó los mandos del tren para vivir por y para el carrusel, y los niños que lo visitaban. En un poema dejó grabada para siempre esa pasión: "... este carrusel está contento, y don Carmelo también lo está, viendo llegar a los chicos, del brazo de la abuela, y de papá y mamá". Hoy lo reemplaza María Ester, heredera del amor que el inolvidable Carmelo tenía por la calesita, como la llamaba.
Un sentimiento que se transforma en emoción cuando gente mayor se acerca para contarle que, de chicos, treparon a esos caballitos y leones en el viejo zoológico porteño. "Vienen de todos lados. A veces con hijos o nietos, para mostrarles la calesita de su infancia", dice la señora.
Por lo visto, la nostalgia no sabe de distancias cuando vuelan los viejos sones del organito La Salvia, desde el corazón del primer carrusel argentino.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=306675
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).