sábado, 30 de junio de 2007

Y termina junio

y las fogatas de San Juan y las luminarias de San Pedro y San Pablo, se apagaron, aquí, en esta casa, también se encendieron cada junio, durante años; yo continúo, prendiendo una velita que olvido en la ventana de mi cocina los 28 de junio ¡ Gracias María Guebara por tan hermoso recuerdo!. Vos y yo ya hemos encendiendo los fuegos de la próxima fogata, esta vez, no será para San Juan, será para septiembre, para Nuestra Señora de la Merced, mientras tanto, aquí estamos, avivando el fuego de la memoria.
Y termina junio y María del Carmen Iturralde de Cortes (Zaira) Cumple años. En 1979 mi tía María pidió a sus hermanos y a la familia de tío Horacio,(Pepa y Cuca) la aprobación para que Zaira habitara la casa Madrid, “igualmente, decía María, cuando vayamos estaremos a gusto, Zaira es como de la familia”… con la aprobación de todos los sucesores, a titulo gratuito y por tiempo indeterminado supeditada a imprevistos cuya consecuencia pueda hacer variar la situación… haciéndose cargo del gasto de energía eléctrica, Zaira vive en la calle Belgrano 356 de General Guido, desde 1979. Los Madrid ya no están, pero sus herederos respetamos al día de hoy aquel pedido de tía María. ¡Cuantas cosas compartidas! Alegrías, tristezas, algún mal entendido… pero mi cariño y mi respeto, por esta buena y queridísima amiga y por su familia, sin mengua ¡Feliz Cumple, Zaira!

El 19 cumplió años Mercedes Fernández de Madrid (Mecha) mi mamá, y como siempre recibió los llamados, de esos amigos que con el correr del tiempo integran el patrimonio familiar, por que como señalaba Madrid viejo, (mi papá) los buenos amigos, también se heredan. A Mema, como le dicen aquí en el barrio, los chicos que hoy rondan los cuarenta y pico, la saludaron: Marilu de paseo por Córdoba, Irma y Tatiana Villar desde Guido, Negra Gascue de Iñiguez desde Dolores, Maruca Tolosa desde Mar del Plata, algunos la encontraron del otro lado de la línea, otros tuvieron que repetir el llamado por que, Mechita, siempre andariega “dándole de comer al talón”, ya había salido a cumplir con sus actividades, pasa las horas en la secretaría de turismo del Centro de Jubilados, ella no hace viajes largos, como la perdiz, vuela cortito pero le alcanza para llegarse a alguna quinta de Moreno, Cañuelas o San Vicente. ¿A Guido? ¡No!, no, llega desde hace años, Zaira lleva bien la cuenta, ¿a Mar del Plata? menos, ¡Maruca, tendrás que seguir esperándola!
Gracias a todos los que la llamaron, a los que no pudieron hacerlo pero igual se acordaron de que Mercedes, Mecha, Mema. Cumplió setenta y nueve. Aquí van algunas “cachitos de tiempo de Mechita…



10 de marzo de 1951
todos los hermanos Madrid
Juntos a los novios
Leonardo Madrid y Mercedes Fernández









Mechita con Zaira en la Plaza de Guido
Fiesta de los Ex Residentes /79








Mechita, hoy, en uno de sus paseos

viernes, 29 de junio de 2007

Virgilio Mira, el aviador
Virgilio Mira, había nacido en Italia en 1890, se radicó en la Argentina con sus padres cuando aún era muy pequeño. En el año 1915 se recibió de piloto dedicándose durante 22 años a la aviación.
Realizó numerosas exhibiciones acrobáticas en un aparato Bleriot modificado al que dio el nombre de “Golondrina”, por sus demostraciones y aventuras extremas recibió el apodo de “El Loco Mira”.
Fue un pionero en la aviación argentina y un gran inventor, realizando numerosas hazañas y visitando muchos lugares de la Provincia de Buenos Aires.

En la foto Avión Golondrina en el parque de la Estancia El Recuerdo

Virgilio Mira estaba radicado en Buenos Aires y su amistad con la familia Cepeda, propietarios de la Estancia “El Recuerdo” de General Guido, lo traen de visita, agregando nuestro pueblo a su circuito aéreo y visitando a sus amigos en reiteradas ocasiones, en las cuales generaba el asombro de todos los pobladores de General Guido al ver aterrizar el avión “Golondrina” en la Estancia “El Recuerdo”.



En la foto: Avión Golondrina, en el parque de la Estancia “El Recuerdo”
Elba Noemí Cepeda- Juana Celia Cepeda de Poggi- Enrique Cepeda- Abel Cepeda niño, detrás del brazo de Virgilio Mira
¡San Juan y San Pedro! ¿Se acuerdan?


Cada Junio llegaba año a año trayendo los primeros fríos, las primeras toses y los primeros sabañones.

Cada Junio también traía la alegría de preparar la fogata de San Juan y San Pedro.

La FOGATA DE SAN JUAN Y SAN PEDRO es una celebración ancestral de origen pagano. Coincide con el solsticio de invierno, en nuestro hemisferio la noche más larga del año. Las fogatas tienen una antigua historia, anterior al cristianismo, en las que se encendían con la intención de dar fuerza al sol para potenciar la fructificación de la tierra. Posteriormente la Iglesia incorpora esta tradición en la advocación de San Juan el 23 de junio, víspera de su festividad, y el 28 en honor a San Pedro y San Pablo.

En una publicación anterior Lagesio habla de Halloween, que tristemente nos ha ido ganando espacio, y digo tristemente no por el hecho de que se celebre, porque toda celebración es buena, sino por el hecho de que no nos pertenece, ya que no es una fiesta que represente nuestras tradiciones. A mi particularmente, Halloween no me traslada a la infancia, no me produce alegría y realmente me resulta indiferente. Pero a colación de la publicación sobre esta fecha me vino a la memoria la querida fogata de San Juan y San Pedro y con ella los más exquisitos recuerdos. ¡Los preparativos!... juntar leña, papeles, cosas varias para quemar, y si los padres nos dejaban hacerla nosotros mismos, y si no, conformarse con mirar... Salir a caminar por el pueblo para ver la fogata que hacían los Romiglio, siempre tan grande!o la que se hacía al borde del zanjón del Barrio Obrero, y las fogatas del otro lado del puente y las de la estación. Todo era simplemente dar vuelta una esquina y descubrir una nueva bocanada de llamas ardientes y un montón de chispas renegando en el fresco aire de Junio...

Nada queda ya de aquellos principios de inviernos en el pueblo, de las fogatas solo quedan cenizas olvidadas en las veredas, de San Juan y San Pedro pocos se acuerdan, de las tradiciones pocas se siguen fomentando, pero en la memoria y en los corazones varios recordamos todavía aquellas noches de junio que nos convocaban junto al fuego, que nos unían en el chisporroteo invisible de las fogatas.

Las tradiciones no se pierden mientras haya un ser humano que las tenga alojadas en su corazón. Nunca es tarde para recuperar lo que aún no está perdido. Un abrazo!

jueves, 28 de junio de 2007

"La Sin Rival"

Frutería y verdulería de José Cohen General Guido Reparto a Domicilio puede leerse en el borroneado sello sobre las láminas de un almanaque de Alpargatas año 1944. "La Sin Rival" ya no está, ¿ habrá alguien en Guido, que pueda contarme en que calle estaba ubicada?

Los Madrid conservaron las hojas sueltas de estos almanaques que aparecieron por primera vez en el año 1931 y siguieron publicándose hasta 1936. Se reeditaron en 1940 y continuaron apareciendo hasta 1945.


Busquen, quizás en sus casas encuentren estos almanaques, para conocer el año de las reproducciones les recomiendo ingresar en http://www.molinacampos.net/ y http://www.gerpe.com/ y a disfrutar de este maravilloso artista argentino Florencio Molina Campos.


martes, 26 de junio de 2007

Como todos los días,

abrí mi casilla de e-mail con una pregunta y mucha expectativa. ¿Algún Guidense (además de los hermanos Guebara y de ¡por fin! Juliana Martinez ) se habrá tropezado con La Gallineta, esta última semana? Pero la pantalla me devuelve un inmenso desierto, hoy tampoco hay mensajes, ¿desanimo, desaliento? Nada de eso, sigo escuchando a Vicentico… Si me dejan en la calle me arreglo/Si me… Mientras ingreso a www.semanamaipuense.com.ar descubro su nuevo formato y me pongo al corriente, el “Centro Recreativo Cultura lidera su zona”… leo los apellidos que integran el equipo, son todos conocidos, aunque ellos no me conozcan, no sepan de mi, yo reconozco en sus apellidos a los hijos de… a los nietos de… a los sobrinos de… Cuando era chica (hace muchíííííísimo) me molestaba sobre manera que me indagaran ¿hija de cual de los Madrid sos vos? y ahora soy yo, la que hace la pregunta... ¿Cortes?, ¿hijo de Pinocho?, ¿nieto de Atilio? … y me detengo en Zaira, siempre memoriosa, saboreo sus guisos suculentos, llenos de sabor y de ¡colesterol! Diría Benjamín, y recuerdo a Elsa y no me olvido de Mabel. Así trabajan esos apellidos, me enlazan, me arrastran al pueblo de General Guido, al pueblo que heredé. Donde el viento sopla todavía… y sigo, quizás mañana... vuelva a encontrar la página que tenía la municipalidad www.guido.mun.gba.gov.ar ó direcciones de blogs, tan fáciles de construir, (¡yo pude!) con noticias actuales, con proyectos, con sueños, con fotos. No digan ¡No se puede! SE PUEDE, todo es cuestión de empezar… Internet es una herramienta poderosa, indispensable para el desarrollo económico social y cultural de los pueblos. Entonces, ¡Aprovechémosla!

jueves, 21 de junio de 2007

Hoy les traigo estos viejos libros de cocina

y el cuaderno donde mi abuela, Isabel Algañaraz de Madrid, escribió prolijamente recetas de cocina y quiero proponerles que busquen en sus casas, en la memoria de sus abuelas, esas recetas de cocina que con solo recordarlas nos hacen agüita la boca.

Huelo a azúcar quemada, a flan casero, a torta de manzana, a budín de pan, a arroz con leche, a natillas.


De tía María, jugando, aprendí los principios básicos de la cocina. De mi abuela Mercedes “Pita” la técnica y de mi mamá, las mañas.
Con insistencia colores, olores y sabores, estimulan mi memoria, entonces entro en la cocina y ocurre el milagro. Allí, se conservan a salvo los aromas del pan con manteca y azúcar, de las tostadas, del dulce de naranjas; los colores del viejo mantel, el gusto de la sopa que nos esperaba humeando en platos hondos, hondísimos color café con leche, esa sopa a la que le oponíamos toda clase de resistencia pero terminábamos consumiéndola hasta el final Sopa de Papas, de Arvejas, de Verduras, Consomé con pancito tostado cortadito, “sanguchitos” de pan tibio con queso fresco y tomate ¡manjar!.
Y todos los recuerdos se amontonan… y entre todos, rescato una sobremesa en la que, Manuel Sueldo, querido amigo de los Madrid, pidió a puro grito
- ¡Negra! Me tiene que dar la receta del arroz con leche.

- Pero, ¡Sí! Manolito, dijo María, tome nota, apunte, arroz, azúcar…, él la interrumpió
- ¡No, eso ya lo se, Negra! yo quiero saber que le pone Usted.


Y tenía razón Manuel, una receta de cocina es más que ingredientes, es maña, habilidad, maestría; ¡una creación! y María, fue una artista, autora, inventora. “Hacedora de milagros” llamaba, ella, a abuelita Isabel y ¿ella, nuestra María, que hacía?... ¿les cuento? Era un mediodía de diciembre de 1967, sábado o quizás domingo, estaban los tíos recién mudados a su nueva casa, todos colaborábamos acomodando muebles, abriendo cajas, colgando cortinas. María preparaba el almuerzo, papas, cebolla, tomates, huevos duros, una latita de caballa y “mucha lechuga para que no falte el verde”, así armaba la frugal ensalada, cuando de pronto “como carancho a su nido” se presentaron en el pasillo inesperadas, pero siempre bienvenidas visitas. Sin perder tiempo puso en una ollita, agua, sal y cuatro puños de arroz, corto pan tostado en daditos, unas aceitunas negras y aquella escasa ensalada, creció. ¡Sabrosísima!
- ¡a los de la casa serviles, poquito, me ordeno. Y mientras las visitas conversaban, y tío Loro agrandaba la mesa, María picaba albaca y ajito, el agua burbujeaba en la cacerola, un paquete de “Don Vicente”, medio pan de manteca, la ayudarían. Todos, pipones, esperaron el postre, la infaltable y salvadora, lata de duraznos en almíbar.
- cortalos bien chiquitos, así alcanza para todos, mandó, mientras aligeraba el dulce de leche con dos cucharadas panzonas de leche tibiecita y lo agregaba en un restito de arroz con leche que había sobrado de la noche anterior.

Tías, abuelas, madres siempre han hecho algún milagro en la cocina… ¡Vamos a cocinar! les paso
esta antigua receta: Budín de Ambrosía. Se pone medio litro de leche con medio kilo de azúcar, cuando haya hervido se le echan doce yemas, seis claras batidas aparte y la ralladura de un limón, se revuelve esto a fuego vivo hasta que aparece en la superficie un almíbar verde, entonces se coloca en la budinera untada con manteca y se pone a baño de María. Cuando empieza a despegarse de la budinera se le rocía con una copita de Oporto y ... ¡Listo!
¡Que lo disfruten!

Secreto a voces

Hace unos días les comentaba el interés que despiertan en mí las cartas manuscritas. Ésta, que traigo hoy, está mecanografiada, fechada el 18 de Junio de 1946 en Energía Pcia. De Buenos Aires, la conservo por que guardó un secreto, que no fue tal, por que todos lo sabían; la atesoro, por que al repasarla creo oír la voz de mi padre, y por que perdura en este gastado papel, la magia de su decir.
Madrid le escribe a su hermana, a tía María (Negra, para los que aún, la recuerdan en Guido)

“…Te remito adjunto, una copia de tu verso. Me agrada sobremanera tu buen humor y más que nada tu disposición para escribir, no todos tienen la facilidad de escribir rimando; y créeme, es de gran provecho y utilidad para quienes como tú tienen predilección por la ilustración y el buen decir de los vocablos; escribir versos.
Escasas son las modificaciones que yo me he permitido hacerle al mismo, tu lo veras. En esta semana saldrán para esa las otras dos copias que me encargaste…” (Un clik sobre la imagen y podrán leerla completa)

Muchas, fueron las veces, que escuche a Don Abel Cepeda preguntar por el autor de “La pruebista Lolita” y a tía María responder: ¡Vaya uno a saber Abelito! , mientras seguía con su tarea, delantal floreado, patitas chuecas, preparando almuerzos o cenas, cebando rondas, interminables, de mates, elaborando dulcísimos tes, perfumados con hojitas de cedrón y cascaritas de naranjas que en jarrito y con bombilla, rondaban la mesa, para delicia de los comensales. Siempre atenta, a que todos estuvieran servidos, así era María. Don Julio Barragán, se enojaba por que nuestra María nunca se sentaba a la mesa y cuando lo hacia era la última y la primera en levantarse para lavar los platos. Esa María era la misma, que en horas de la siesta escribía en un Cuaderno Laprida de 100 hojas en verso o en prosa.

En una de las tantas sobremesas, Madrid, me puso al corriente de este y otros “tapados familiares”, asegurándome que Don Abel Cepeda sabía, que la autora indiscutible de esas décimas, era “la Negra Madrid”, pero por el respeto que se tenían, (se trataban de Usted) ella, no quería firmar la autoría y Don Abel, decía desconocer al “atrevido rimador”.
Lo publiqué en
http://elpuebloqueherede.blogspot.com pero vale la pena repetirlo.

La Pruebista Lolita

El día 5 de Junio
En la calle Centenario
Se hallaron dos adversarios
Enhorquetados a sus fletes
En eso el más regordete
De apelativo Cepeda
Dijo: Lo único que queda
Por el amor de esta moza
Es Rodiño una carrera
Y así resolver la cosa.

Al ¡vamos nomás! Salieron
Con un desenfreno tal
Que los dos al por igual
Corrían como el Pampero
Puntió, Rodiño primero
Y lindo se acomodo.
Muy pronto se comento
Que éste ganaba la lucha,
Pero ocurrió compañero
Lo que sabrá si me escucha.

Dos saltos, un hamacón
Y patadas del oscuro
Dieron como ya seguro
Lo que estaba por pasar
Cepeda quiso charquear
Pero tampoco lo pudo
Ya era tarde y el oscuro
Se volcó como una tasa
Y rodando lo largo
Como una bola de grasa.

En un ¡Ay!, decir Jesús
La gente se amontonó
Pa` ayudar al que cayó
Que era del sotreta dueño,
También el Circo Porteño
En pleno allí se reunió
Miren lo que sucedió
Por esa hijita de Eva
A quien ni el Diablo la lleva
Y aquí los alborotó

Dolorido por el golpe
Con la voz algo apagada
Dijo: yo no valgo nada
Rodiño, se la gano
En eso allí se llegó
Don Bernabé con un hijo
Y éste de inmediato dijo
Que a su casa lo llevaran
Y que el Doctor lo curara
Si el golpe le había hecho mal

Pero por felicidad
Él mismo dijo: No es nada
Fue con suerte la rodada,
No hay ninguna novedad.
Y así fue, sin más ni más
Que se repuso el enfermo
Y aunque manco y medio rengo
Vencido ya en la esperanza
Caminó rumbo a su Estancia
Muy gauchito, a tranco lerdo.

Autor: Ofelia Isabel Madrid (Negra/María)
Gral. Guido 1946

viernes, 15 de junio de 2007

S.O.S ¡¡¡Salvémonos de Halloween!!!

El 31 de octubre de 2006, el tren me había dejado en la estación, Marilu y Juliana, me esperaban, ¡había llegado a Guido!, y de pronto me encontré con unos chiquitos disfrazados pidiendo caramelos en la puerta de la galería de nuestra casa. ¡Halloween, che! Dijo Juliana Martinez... y yo recordé que la Noche de las Brujas es una fiesta de la cultura anglosajonaque nada tiene que ver con nosotros, con nuestra cultura. Después de golpear a la puerta los niños dicen la frase "Truco o trato". Si los amenazados les dan dulces, dinero o cualquier otro tipo de recompensa, han aceptado el trato. Si ocurre lo contrario, los chicos les mancharan las puertas de sus casas, atemorizándolos. Halloween es una derivación de la expresión inglesa All Hallow's Eve (Víspera del Día de los Santos). Se celebra en los países anglosajones, principalmente en Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido. También es popular en Australia y en ocasiones se celebra en Nueva Zelanda. Sus orígenes se remontan a los celtas, y la fiesta fue exportada a los Estados Unidos por emigrantes europeos en el sigloXIX, más o menos hacia 1846. La fuerza expansiva de la cultura de EE.UU ha hecho que Halloween nos haya invadido, no solo militarmente se domina un país. El día de Halloween, en tiempos modernos se considera una fiesta estadounidense. (Wikipedia).
Yo estaba en Guido, el “tío Sam” y la Globalización, también. En la cocina de casa, con Marilu comenzamos a recordar cuando nuestros tíos Madrid, ¡las barras!, como decía Doña Petra, llegaban para el 1º de noviembre. Los preparativos del viaje comenzaban el mismo día que regresaban, ¡Sí!, así era, siempre estaban volviendo y de tanto volver, un día decidieron quedarse en la barranca, soñando atardeceres. El viaje propiamente dicho empezaba en la estación de Temperley, bajábamos del colectivo en fila, guiados por tío Loro y escalábamos la ancha escalera, para descender más adelante en el anden correspondiente; los bolsos, el paquete con las flores, las que María cultivaba en sus macetas y el de las perdurables Siemprevivas que comprábamos en la florería de Don José, frente a la estación de Banfield, la noche anterior.
¡Ahí viene!, ¡ahí viene! gritaban felices, cuando divisaban al tren entrando en la curva próxima a la estación. ¡Arriba, todos arriba!, ¿estamos todos? Se preguntaban. Todos, entonces éramos siete, inseparables. Siete, el número mágico, ellos tres, mi papá, mi mamá, mi hermano y yo. ¡Allá vamos!, se entusiasmaban, ¡anímate chiquita! que lo vamos a pasar lindo. El 1º de Noviembre era una fiesta y los tíos mis Druidas. A diferencia de Halloween que se basa en el miedo, en lo oscuro. Nuestra fiesta estaba llena de color, más allá del dolor que provoca la pérdida de un ser querido, allá íbamos, cargando las flores como en el cuento “Las Coronas” de Juana De Ibarbourou (Chico Carlo, los que tienen mi edad lo habrán leído), acomodábamos las florcitas, primero los abuelitos y Horacito, después tía Leliz y así seguíamos, cada viaje más flores, cada noviembre se hacía más lenta la recorrida, más agua para los floreros, más ausencias, más soledades…

Definitivamente, querida Juliana Martinez, me quedo con aquella fiesta del 1 y 2 de noviembre, con el traqueteo del tren corriendo sobre las destartaladas vías, las que parecen, poco apetecibles para los insaciables globalizadores.
Me quedo con los recuerdos, con las viejas fotos y con la esperanza de que cada día seamos más, los que nos neguemos a aceptar “la fatalidad de la historia” y apuntemos al rescate de lo perdido.

jueves, 14 de junio de 2007

Nada las reemplaza

Un papel manuscrito, siempre logra intrigarme, no puedo dejar de pensar en las personas detrás de esas palabras, de esa caligrafía, de esa redacción, de esa firma.

Mírenlas acumulan años, parecen marchitas pero cuando uno las lee recuperan amabilidad, cordialidad, naturalidad, sencillez.
Cartas, esquelas que viajan en el tiempo y aparecen dentro de un libro, en el fondo de un cajón para decirnos:
Aquí estamos. ¡Nada nos reemplaza!


Una corta esquela, fechada en enero de 1914. Trae saludos del primo Julio Facio para Isabel y Bernabé

¡Hacho, desde Pintos!

María Angélica y Marcos Stupenengo desde Villa Regina

Avelina, desde Mar de Ajo.



¡Carta de Bertha Prunes!
¡Noticias de Guido, 1956 de puño y letra de Avelina!
y tantas otras Cartas que iban y volvían desparramando, ternura, afecto, simpatía, nostalgias.
Buenas y malas noticias. Congratulaciones y pésames.

Hoy con e-mail, “ahorramos tiempo”, enviamos y recibimos mensajes instantáneos. Pero el atractivo, de las viejas cartas manuscritas permanece.

Hace muchos años una noche de septiembre de 1988, en la sala de guardia del Hospital Alvarez donde habían internado de urgencia a mi padre, en el huequito de la banqueta en la que estaba sentada, esperando que llegara mi hermano, encontré una estampita con la imagen del Sagrado Corazón, tenía algo escrito, pero, la poca luz no me permitía leer y la guarde, por aquello de: “las estampitas no se tiran, no se rompen…” Unos días mas tarde volvió a aparecer, asomaba silenciosa por el bolsillo de mi cartera, entonces pude leer “refúgiate en su corazón y el consuelo llegara, Patri 22/12/70.” Sí, no hay error estaba fechada en 1970, durante varios días cada vez que iba o volvía del Sanatorio donde mi padre simplemente esperaba, yo abría ese bolsillo y volvía a leer: refúgiate en su corazón y el consuelo llegara.
Después que murió Madrid, no se cuando ni como, extravíe la estampita, o quizás alguien la necesitaba más que yo y “ellos” decidieron arrimársela.

Siempre tropiezo con palabras manuscritas, que me traen mensajes, que me ayudan a seguir, o son ellas las que se me acercan, como aquellas, que me encontraron en un viaje de Constitución a Banfield. Estaban amontonadas en un papel, prolijamente plegado, dentro de una agenda, a modo de señalador, parecía un papel muy viejo, una letra pareja y legible; uniendo los pedacitos pude leer;
“…necesito que sepas, que te sueño todavía, sueño que despierto en un brillante mediodía de febrero, la habitación esta en penumbras, mi madre ha tenido la consideración de no abrir los postigos, escucho las voces conocidas de siempre, y me aferro a la almohada como un naufrago al madero para así, seguir soñándote. Un rayito de sol rompe la penumbra y, como un estilete de dos estocadas inutiliza mis parpados, entonces, giro la almohada practicando la antigua ceremonia con la secreta esperanza de que vos también me sueñes mañana"

La agenda, una edición de bolsillo publicada por Pagina 12 con textos de Eduardo Galeano, estaba en el asiento... ¿Esperándome? Yo creo que sí.
Dos mensajes, traía ese viejo papel manuscrito con tinta verde. El primero, la página que marcaba donde por primera vez leí “Ventana sobre el Error. Ocurrió en el tiempo de las noches largas y los vientos de hielo: una mañana floreció el jazmín del Cabo, en el jardín de mi casa, y el aire frío se impregno de su aroma, y ese día también floreció el ciruelo y despertaron las tortugas. Fue un error, y poco duró. Pero gracias al error, el jazmín, el ciruelo y las tortugas pudieron creer que alguna vez se acabara el invierno. Y yo también.”

Segundo, el recuerdo de la ceremonia de las almohadas. ¿Les cuento?... Una noche, desperté en medio de una horrible pesadilla, mi padre corrió en mi auxilio, me dio un vaso de agua. Mientras yo me reponía, él, hizo la pantomima de pelear con mi almohada, pegándole unos cachetazos… ¡Mañana!, sentencio, la sacamos al sol. Por la mañana yo me levante con la almohada debajo del brazo y me fui derechito hasta el patio, entibiado por el sol de esa primavera de 1957.
- ¡Muy bien! Dijo Madrid, mientras tusaba el cerco de thujas. (Escribo la palabra, thujas, y la fragancia de ese recuerdo, me envuelve. Esas plantas con formas cónicas, verdes, compactas, con aroma a mar, a vacación ya no están en esta casa, pero su perfume persiste en mi memoria.) - Cuando tengas sueños lindos, continúo Madrid, sin abandonar la poda, das media vuelta a tu almohada al despertar, para que otros sueñen lindo también, cuando sueñe feo señalo, poniendo distancia con el usted, al juguetón que aparecía pintándole en la cara una sonrisa pícara, me le da unos mamporros a esa almohada ladina y por la mañana, me la saca y la estaquea al sol; las pesadillas no saben dónde meterse cuando ven la luz, todo lo malo se oculta en lo oscuro, ya vera, ¡no volverán caracho!
Él se quedó desmochando las thujas y yo aporreando la almohada, aquella mañana.

Hasta ese día en que encontré aquel papel manuscrito con tinta verde nunca había recordado esa anécdota, siempre que sacaba las almohadas al sol, involuntariamente, repasaba el cuento de Horacio Quiroga “El almohadón de Plumas”. Pero desde aquel día de agosto de 1997 he vuelto a girar almohadas cuando sueño lindo y por las dudas, solo por las dudas, las estaqueo al sol por las mañanas.

martes, 12 de junio de 2007

En nuestra casa hay cronopios

“… esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: "No vayas a lastimarte", y también: "Cuidado con los escalones". Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras que en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio…” (Conservación de los recuerdos. Historia de cronopios y famas Julio Cortazar)

Sí, en nuestra casa, siempre, hubo cronopios y famas y a veces, solo, algunas veces, llegan de visita las esperanzas.


Eso explica que esto se haya conservado, son reliquias religiosas del siglo XVIII, mis tíos, las conservaron, pertenecieron a la bisabuela de “abuelita Isabel”
igual que este Rosario (roto) y crucifijo muy pero muy antiguos.


Tengo una vecina bastante mayor (93 años) y hoy por la mañana, le hice una visita para consultarla. (un Anticuario de San Telmo cobra muy caro y no convidan con mate)
Cuando se las mostré enseguida recordó que su abuela (Portuguesa) y también su madre, nacida en Buenos Aires en 1891, tenían esas figuras de hojalata y algunas de plata, eran como medallitas, o dijes que se colgaban de los rosarios para agradecer un favor recibido. También recordó que su padre Portugués, llegado al país en 1901, con diecisiete años, y ya, prometido a su madre que, aún, no había cumplido los nueve, llevaba esas figuras atadas con una cintita roja, igual a esta me dijo, mientras acariciaba la imagen del cayado y agrego, mi padre las usaba como amuleto. Estuvo buena la charla con Doña Teresa ¡Gracias vecina por el dato!

Todos o casi todos los días yo les cuento cosas, busco, escarbo, hurgo en el pasado que compartimos, mientras espero que ustedes, Guidenses, empiecen a recordar. ¡Vamos, anímense!
Le sugiero que hablen de fútbol, del Centro Recreativo Cultura, de Don Balestra, tendrán anécdotas, fotos. Les propongo comenten que están preparando para la inauguración del museo. Cuales son las actividades culturales previas. ¡Vamos, que se puede! "Es mejor hacer algo imperfecto que nada sin defectos", no se quien pero alguien lo dijo.

Cronopios, famas y esperanzas pululan por todas partes, solo hay que volver a mirar, aprender a escuchar y localizaremos los famas y si hay famas, hay cronopios. Probablemente las esperanzas tarden en llegar siempre están a mitad de camino, esquivas, inasibles, observadoras, parecen tontas. “… son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan”.

lunes, 11 de junio de 2007

Esa mágica "hilacha" que la ciencia llama ADN

“El reconocimiento de la herencia ha de haber sido, muy probablemente, una de las primeras ideas científicas aprehendidas por el hombre”. (ADN, una molécula maravillosa Nestor Bianchi Ciencia Hoy Conicet 1999) El Jueves pasado les contaba de nuestras hilachas y preguntaba por las de ustedes de curiosa nomás.
El fin de semana me dedique a buscar. Aquí estoy para dejarles estos datos, unas fotos y mis recuerdos.
El 10 % de los Argentinos, tenemos un ascendente vasco. Página de la Fundación Vasco Argentina Juan de Garay, la recomiendo
www.juandegaray.org.ar En su libro "Los Estancieros" María Saenz Quesada cuenta… "Muchos vascos, verdaderos fenómenos de fecundidad, dejaron vasta descendencia que hoy puebla ciertas zonas de la provincia de Buenos Aires. En la de General Guido, por ejemplo, son numerosos los descendientes de cinco hermanos Aranciaga llegados al Plata a mediados del sigloXIX. pag 163”
Revisando mi caja de fotos encontré a estos descendientes de vascos. Los Apesteguía, Tito, Hernan y Canilla. ¡No pueden negar su ascendencia! Y aquí Doña María de Apesteguía con algunos de sus muchos nietos, la del moño en la cabeza es Mhyrta Ofelia, mi prima hija de Tulio Madrid y Mariana Apesteguía.
Tía Mariana, mi papá (el negro Madrid) Mhyrta, sobrina y ahijada y Tuly. El recuerdo más lejano en el tiempo que tengo de tía Mariana es en la cocina de El gaucho Nuevo en Tortugas Santa Fe, donde pasamos varios días en 1956 cuando la epidemia de poliomielitis, nos saco de Buenos Aires, el más cercano, una tarde, en esta casa mientras le enseñaba a mi hija los números en vasco bat,bi,iru,lau,bost,(seis, siete, ocho)bederatzi y amar. Entre esos dos extremos se amontonan todos los recuerdos, donde no faltan los tomos de la enciclopedia francesa, que leía con interés, o ese collar de perlas que se le rompió justo el día del casamiento de Mhyrta... Todos listos para salir, yo con mi vestido de plumeti blanco con un lazo rosa pálido en la cintura y un broche de florcitas en el pelo, andaba en cuatro patas por la habitación buscando las perlas “cultivadas” de tía Mariana, al tiempo que Tuly rezongaba ¡ay mamá vos y tus chafalonías! ¡Ninguna baratija! gruñía tía Mariana, mientras sostenía entre sus manos las perlas que íbamos atrapando… Los Apesteguía no podían negar su ascendencia vasca.
Estela casada con Juan Loubet, recuerdo de sus Bodas de Oro, el almuerzo fué en el Cultura, aqui la estampita que , ellos habían guardado.
En la foto los Madrid y Úrsula Apesteguía de Viturro en la puerta de los Gascue, otros descendientes de vascos.
Tengo muchísimos recuerdos y prometo contárselos muy pronto, por hoy me despido. ¡Agur!

jueves, 7 de junio de 2007

Txapel, Laubur, Morriñas y Saudades


Esta es mi abuela Isabel, la mamá de mi papá,
hija de Damiana Cabello y Eleodoro Algañaraz.

Dos hermanas de mi abuela
Graciana y Rosalía Algañaraz
con su madreDamiana Cabello



No tengo más datos, algunas fotos de otros Algañaraz que las comparto con ustedes y
"la Hilacha" como decía María.






Isaias Algañaraz
(Gral. Guido)



(Margarita y Victoriano Algañaraz 1907)



Celina y Jose Arnold Algañaraz
Madariaga 1926



Juan Norberto Algañaraz
Madariaga 1924







Jose L Algañaraz
(1922)


Cuando yo porfiaba y enrojecía de rabía, tía María decía “asomo la hilacha vasca, caracho”. Recuerdo una tardecita de invierno, mi hermano estaba jugando con tío Loro y saltando un escaloncito, para evitar la estufa a kerosene que había encendido mi mamá, cae y se lastima. La herida era profunda y hubo que darle puntos de sutura, yo me quede con María, mientras llevaban al accidentado a la salita de primeros auxilios.
-No pasa nada nenita dijo ella, mientras limpiaba las manchitas de sangre. -Esta, es sangre vasca, fuerte, y "bichito", así lo llamaba entonces, tiene la cabeza bien dura, se va a poner bien. Unas horas después Jorge jugaba como si nada.
Hoy, María diría "la sangre tira" al enterarse que su ahijado, admira a los vascos y que la primera vez que viajó a España fue derechito a conocer Euskal Herria.
Mi hermano y yo somos una madeja de coloridas hilachas, por el lado materno (Fernández) abuelo gallego de la Provincia de Orense, de la aldea de Outeiro, abuela nacida aquí, casi cuando sus padres bajaban del barco, que los traía tamnbién de Galicia, de la Provincia de Vigo, por allí viene mi morriña y mi saudade.

Por el lado paterno abuelo Bernabé, argentino, nacido en Dolores prov. de Buenos Aires, con profundas raíces argentinas, su madre Ciriaca Sosa (foto). Nieta de Joseph Sosa nacido en 1738 en Buenos Aires, el padre de Ciriaca fue Juan Sosa y la madre Gervasia Mendieta oriunda de Santa Fe, se casaron en 1831 en la Guardia del Monte. Doña Gervasia Mendieta murio en Dolores en 1908 poco antes de cumplir los cien años. (" El Teniente Juan Sosa" de Cesar Vilgre La Madrid). De mi bisabuelo, sólo sé que se llamaba Juan Madrid (Estoy buscando datos)
Abuela Isabel, argentina nacida en El Vecino, con raigambre vasca.

Como la mayoría de los argentinos, somos confusión de hebras, laberinto de hilachas, pero si vuelvo a nacer elijo ser ARGENTINA y con raíz en GENERAL GUIDO.

Ustedes saben que a mí me gusta contar cuentos, ahí va este:
Mi Papá solía relatar en las sobremesas una historia que comenzaba así. "La contaba abuelita Isabel y a ella una de sus abuelas. Un muchacho había perdido su txapel en el monte y volvió por ella, buscando, buscando llego la noche y con la noche “Mari”. El muchacho se quedo inmóvil a los pies de un viejo y robusto roble al ver esa hermosa mujer vestida de rojo que caminaba lentamente a su encuentro. Traía en su mano la boina que él había perdido, la coloco sobre la cabeza del muchachito diciendo, los niños no deben alejarse de etxea a estas horas, debes volver. La hermosa “Mari”, lo tomo de la mano y comenzaron a caminar. Desde lo alto del barranco, el muchachito, pudo ver las antorchas que iluminaban la noche buscándolo, seguirás solo dijo “Mari”, y desapareció en la oscuridad. Pronto lo encontraron los hombres de las antorchas y el niño volvió a su casa, y contó lo sucedido a su madre y a su padre, ¡niño embustero! dijo la madre, ¡gezur! exclamó el padre. Entonces el viento soplo con fuerza y abrió las ventanas de la casa, se apagaron los candiles y una bella mujer vestida de rojo apareció en la puerta y dijo: todo lo que se nombra existe, y antes de desaparecer dejo al niño un pañuelo y un lazo rojo, y a la niña que dormía en la cuna una cinta azul con un laubur en cada extremo, y en la puerta de la casa la flor de eguski.
Allí parecía concluir la historia, Madrid, hacia un largo silencio mientras descascaraba muy lentamente una naranja con su cuchillo “cabo blanco” Finita, como si fuese un tiento iba cayendo la cáscara de aquella fruta, formando un espiral perfumado que más tarde dejaría secando al sol… y entonces, afirmaba: La lengua Vasca es la prueba viviente que existió la Atlántida, a través de ese continente perdido llegó euskera, el plátano cuyo fruto es la banana y los primeros vascos a estas tierras. Y fue así, que durante la conquista los españoles se asombraban cuando oían que los vascos se comunicaban con los nativos en su lengua".

No se que habrá de cierto en esta historia, pero nunca la olvide.

Ustedes Guidenses, ¿que recuerdan de sus orígenes vascos? ¿Cuántos descendientes de vascos hay en Gral. Guido? ¿Quién no canto alguna vez? …Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril, cinco de junio, seis de julio, siete de julio San Fermín a Pamplona hemos de ir

¿Quién no tiene Txapel? ¿Quién no ha visto un Laubur?

martes, 5 de junio de 2007

Aquellas primeras lecturas


Podían recordar con exactitud los lugares que ocupaban, ellos y sus compañeros en las aulas de la escuela, el primer libro que tuvieron en sus manos, el que leyeron por primera vez. Los siete hermanos Madrid - Algañaraz concurrieron a la escuela primaria en El Vecino (General Guido) entre 1910 y hasta 1930. los invito a leer "La Escuela" en http://elpuebloqueherede.blogspot.com/


Les gustaba leer y conservaban aquellos primeros libros como si se tratase verdaderos incunables.
“Faro”; Libro de lectura para cuarto grado, era predilecto de tía María, un verano de 1959, pasó toda una siesta haciéndome leer en voz alta, hasta conseguir que respetara, los signos de puntuación, - están allí para ser considerados, no son un adorno, me corregía. En, Faro esta esa lectura que ella sabía de memoria “El Telar” ¡Estoy encantada! Vengo de ver a Zamira trabajar en el telar; [allí hay un punto y coma, ellos te piden pausa, aprovecha para tomar aire y ahora seguí], en este momento trama una frazada de lana, [pausa, escuchate], a franjas oscuras, teñida con hierbas, [suena más lindo cuando haces las pausas] por ella misma. Punto, toma aire y exclamá ¡Al fin!
Sí, definitivamente, cuando leo en voz alta, recuerdo esa siesta y exclamo ¡Gracias! Y punto.

Mi papá prefería las lecciones de Gramática, o los que
lo acercaban a la Historia




Guardaban la 10º Ed. del pequeño atlas El Argentino año 1915 donde ubicábamos el partido de El Vecino; la Ed. 33 año 1924 de












El Ciudadano Argentino Nociones de de Instrucción Cívica, recuerdo muy bien la primera vez que vi este librito, fue en Marzo de 1962 yo había escuchado la palabra "acefalía", y quería saber su significado, tía María desempolvo este librito y me lo presto con la siguiente advertencia "nenita en la última hoja tiene una vueltita"… Yo lo leí con deseos de aprender, aprendí la ley de acefalía, el preámbulo de la Constitución Nacional hasta que un día mi papá ordeno devolver "El Ciudadano" a la biblioteca de los tíos y pegando la vueltita regreso a su lugar. ¡Aquí, esta otra vez! Con sus jóvenes ochenta y tres años de la ed. 33, ciento quince, cumple en agosto su primera edición, cuarenta y cinco han pasado desde la tarde que nos conocimos y debo confesar que volvió a atraparme cuando volví a leer… “Los partidos políticos no solamente deben existir, sino que son indispensables en todo gobierno democrático. Ellos dan lugar a la discusión y de la discusión nace la luz. Pag.84 “Nada hay más fecundo en maravillas el arte de ser libre; pero nada presenta más dificultad que su aprendizaje…pág 85”

Aquí estoy, me quede repasando ese País que fuimos, eso sucede cuando uno se introduce en la cotidianeidad del pasado hojeando Caras y Caretas

A la Dirección de Tránsito


de la Municipalidad de General Guido.

La que suscribe cumple en informar a esa Dirección que en el día de la fecha, en una de sus recorridas por el pasado, ha tropezado con la chapa patente que se adjunta. Sírvase acusar recibo.

Saluda a Ud. Muy atte.

La Gallineta

lunes, 4 de junio de 2007

Adiós, Don Julio


Barragán, amigo entrañable de los Madrid, está regresando, por estas horas, a su amado pueblo, a General Guido. Dios lo acompaña, ellos lo esperan...
Cuando comenzaba este año, una tarde por teléfono, me llego la inconfundible voz de Don Julio. Marilú, le había acercado las primeras entradas del “El Pueblo que heredé” y él me agradecía.
- Don Julio, dije, la que tiene que dar gracias soy yo, por el cariño inmenso con que los recuerda, por la amistad, por el respeto, por los silencios, por las largas sobremesas...

Adiós Don Julio, voy a recordarlo, así, en este soleado mediodia, en el patio de nuestra casa, con la taba en la derecha, midiendo, para tirarla y que se clave, mientras los Madrid vitorean y lo alientan, con un ¡¡¡lúzcase compañero, tírela de vuelta y media que usted puede Barragán!!!

"...tan lejano de mi que es desamparo"

Estaba repasando la noticia del hallazgo del Gliptodonte en Labarden, aparecida en Semana Maipuense el mes pasado, recordé que los tíos solían contar que cuando realizaban las excavaciones para la instalación del tanque del agua corriente (Ayer OSBA, Hoy ABSA) las obras se vieron interrumpidas por unos días por la aparición de unos huesos gigantes que se interpretaba podrían pertenecer a un “bicharracho del cuaternario", decía tío Mochi que le fascinaban estos temas. También decía, que todo lo que pisábamos, antes había sido mar, hablaba de miles de años para las personas y de miles de millones para las sierras de Tandil, cuando mirábamos esa foto que en todo este revoltijo de fotos aún no encuentro, que se había sacado con tío Rojo en el Cerro de las Animas, el nombre solo ya me asustaba y más mucho más cuando hablaba de precámbrico, de volcanes y terremotos… Yo, tendría 7 u 8 años cuando escuchaba esas historias, han pasado casi cincuenta y emergen intactas, el archivo aún funciona. Para que yo tomara real conocimiento del asunto, “Eras Geológicas, y bicharracos prehistóricos”, tío Loro organizó un paseo al Museo de Ciencias Naturales de La Plata y allá fuimos. De la mano de María, recorrí las luminosas galerías y pude imaginar, al ver esos enormes huesos, una figura similar yendo a tomar agua a la laguna de Guido, durante mucho tiempo cada vez que se hablaba de Gral. Guido, yo me interesaba en saber como habrían sido esos lugares, antes, de antes, de antes, de antes, de que ellos nacieran y entonces teníamos largas charlas sobre suelos, formaciones rocosas, lagunas encadenadas, sistemas cerrados y cañadones.
Con ellos, no solo di vueltas por un largísimo laberinto de museos, también conocí el taller de un Luthier llamado Carracedo, estaba en Lanús y allí vi como se construía la guitarra que había comprado tío Loro. Con ellos asistí por años a la Fiesta de la Sociedad Rural de Palermo, venciendo el frío, la escarcha blanqueando sobre el jardín de casa, abrigadísimos, (Mochi con dos pares de guantes) salíamos en caravana rumbo a la estación de Banfield, Constitución, Subte combinación en Diagonal y de allí a Plaza Italia, Conocía muy bien la ruta por que en otras ocasiones la desandábamos para visitar el zoológico, el Botánico, el Planetario, cada paseo era una clase magistral llena de ¿dónde?, ¿cómo?, ¿cuándo? y ¿porqué?.
El teatro Colon, el Luna Park , Plaza de mayo, la Iglesia de San Ignacio, el recuerdo más lejano que tengo, es San Ignacio, me veo, con un tapadito rojo, parada en la puerta, aferrada a la mano de mi papá, mi mamá lleva en brazos a mi hermano, María camina delante, junto a tía Pepa, tío Loro conversa con alguien y sostiene una escobita, toda tiznada que cuando salimos me regaló, junto con una estampita de San Martín de Porres, aún conservo, después, cruzamos al departamento de tío Hacho, desde la ventana, que María controla que este bien cerrada, yo veo el techo de la Iglesia, ese día por primera vez oí hablar de los túneles, y no pare de preguntar… y aprendí una palabra “intolerancia” y la archive junto a las malas palabras…

La ultima vez que fuimos todos juntos a la Rural fue en 1970 la hora de encuentro era las diez de la mañana en la puerta principal, de la mano izquierda, yo iba con una amiga y llegamos media hora tarde, todos habían entrado, tío Loro y Fermincito Gascue, que había llegado de Neuquen,cargado de historias y rosales, nos esperaban. Llegar al palco lateral fue una odisea, era un mar de gente que pugnaba por acercarse, nosotros con las entradas en alto avanzábamos, a paso firme, Fermincito decía creo chispita, que voy a perder la pata y si la pierdo no la encuentro más; Tío Loro me preguntaba si había “alzado” el perfume, mi amiga que no entendía nada, me consultaba todo el tiempo, ¿Por qué te dice Chispita?, ¿Qué perfume?
Con el último empujoncito llegamos, allí estaba el resto de la barra esperando, custodiando los cuatro lugares. Cuando nos ubicamos tío Loro se encargo de contar la anécdota del perfume, que por cierto había crecido gracias a él. Yo tendría siete u ocho años, en una perfumería de la calle Laprida en Lomas de Zamora, me dieron una muestra de perfume, era un frasquito chiquito con una tapita color rosa y un liquido oscuro, que parecía té, pero era un oloroso perfume, huele fuerte dijo María ciertamente olía horrible, pero yo estaba feliz, y se me ocurrió decir que lo guardaría para cuando fuéramos a la rural, y tío Loro hizo de eso un recordatorio permanente, siempre le agregaba algo, y a mi me hacia enojar. Cuando llegaba con las entradas para la fiesta de Palermo, me sugería - Chiquita lleva el perfume, para atenuar el olor a bosta, yo me enojaba, me encendía, María intervenía entonces con un - ¡bueno, basta, Loro, no seas chiquilin! queres… Pero él seguía, - el perfume es muy importante, che, pregúntale sino a los franceses y continuaba bromeando. ¡Era un chiquilin!, un verdadero y adorable chiquilin.
Una tarde en esta misma casa, mientras tomábamos un “tecito” él, Mochi y yo, exclamó
-que rico huele el perfume que llevas puesto… Yo lo mire, los años, las tristezas, le habían opacado la mirada y el Parkinson, venía haciendo estragos y dije es, el que me dieron en la Barros, (perfumería) el que llevaba a la Rural ¿te acordás? y la sonrisa, se instalo en su cara. Y por un largo rato nos reímos los tres, solitos, aquella tarde, en esta casa, que ya había empezado a quedar grande…
Pero les estaba contando de aquel último paseo todos juntos en el hoy predio ferial de Palermo. Cuando la fiesta estaba en su apogeo, mientras yo me protegía del frío envuelta en el poncho negro con guarda pampa que ellos (los tíos) me habían regalado en mi cumpleaños número diecisiete, mi amiga, que ya conocía la anécdota del perfume, y se sumaba al gaste, pregunta ¿dónde esta el baño?…Había que abandonar el palco y comenzamos el descenso mientras ellos nos señalaban donde nos reencontraríamos, ¡a tu izquierda, en el ombú!, ordenaba tío Loro. Fermincito Gascue repasaba el vocabulario mapuche que días antes me había enseñado al describirme el"Nguillatún", la rogativa mapuche, el ofertorio de los frutos a la madre tierra, "ñuque mapu", para que les conceda entre otras cosas buena y larga vida...
-¡Chispita! me provocaba Fermincito, seguí al “vucharume che” y a la “cude huinca” y cuidate del “cocori”, yo me reía, mi amiga preguntaba ¿Qué te dijo? y él, serio, muy serio, sin perder la compostura comentaba, mientras nos daba paso “lo peor para estas urgencias, chicas, es la risa y no las veo muy serias”… Este día estaba perdido en algún rincón de mi memoria y esa buena amiga, con la que me reencontré después de muchos años, gracias a este blog, me ayudo a librarlo. La Historia no acaba nunca, los rosales que Fermincito Gascue nos trajo aquella vez desde Neuquén, se preparan para florecer en el próximo agosto.

todo lo que he perdido es mío,
irremediablemente mío,
tan lejano de mi que es desamparo
Mario de Benedetti
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).