domingo, 30 de diciembre de 2007

"Maipú sienpre ha estado cerca"

El año que se esta yendo, me deja entre muchas cosas lindas a los amigos del Museo Kakel Huincul, recién acabo de aceptar y agradecer la Carta de Presentación que enviaron a mi correo.
Y como me pasa siempre, una recuerda cosas que se relacionan, que se entretejen, en este caso con la Ciudad de Maipú.
"Aquel verano de los setenta que pasé en la Delegación “La Posta” con Tuly y Marilu, íbamos a Maipú a hacer compras…"
Entre tantos recuerdos apareció éste que voy a contarles: Mí tía Ofelia (para los amigos de Guido “Negra”, para nosotros María) recordaba una tarde de septiembre, que el 24 era el día de Nuestra Señora de la Merced, la Patrona de Guido, yo era chica, iba para los seis años, recuerda mi madre, cuando ve la foto, tomada, según ella, el 31 de diciembre del año de los hechos que relato, 1957, en el pequeño patio del departamento que alquilaban, por entonces los tíos, en la calle Palacios, de Banfield.
Vuelvo a aquella tarde de primavera, entro por el largo pasillo abro la puerta y allí están, todos sentados en rueda de mate, entre ellos, mi primo Tuly, el cebador oficial, yo riego las plantas, con una cafetera, la pueden apreciar en la foto, que tío Loro, había reciclado para una tarea que me fascinaba, ¡regar las plantas, era feliz, repartiendo agua en las macetas de ese patio!. Cargaba yo agua en la canilla de la pileta, subida a un banquito, también construido para mi comodidad. ¿Qué fui una consentida? - Definitivamente, fui la consentida de todos.
Bueno ¿estábamos…?, cargando agua cuando mí tía, volvió a recordar la fecha que se avecinaba. “24 de septiembre”… Refunfuñando abandoné mi trabajo y con los brazos en jarra, sin bajar del banquito y en tono enérgico dije: “ufa Ofelia Isabel, ya lo apuntaste quintacientas veces”. (Apuntaste, era una palabra que tía María usaba con frecuencia y llamarnos por nuestro nombre de pila significaba, poner un freno o simplemente mostrar enojo)
Todos comenzaron a reír, Tuly, el primero, como siempre fue su costumbre, me daba ánimo para seguir otro round. - ¡Hágale talón mi gesio, que ya la tiene, ya la tiene! Asentía riendo a carcajadas.
Tía María disimulando la risa dijo: pues entonces, “apunte quintacientas una” para que nunca lo olvide… ¿como puede ser ¡caracho! que recuerde usted señorita, la fecha de las fiestas patronales de Maipú y no las de nuestro pueblito?.
La respuesta no se hizo esperar respondí lo que también ella, mi inolvidable tía María, me había enseñado:
¡Por que ese día es mi cumpleaños! dije... y mientras todos festejaban mi respuesta, pregunte, algo preocupada ¿te habías olvidado María?.

No, nunca se olvidaba durante treinta y nueve años llegó puntualmente, con un ramito de flores de su jardín “un popuri” lo llamaba Maria, para decirme, que no lo había olvidado. Yo tampoco me olvido que el 24 de septiembre son las Fiestas Patronales del pueblo que ellos me heredaron.
Son esas cosas simples, pequeñas, que tienen el poder de ocultarse, que saben esperarnos, para reaparecer en el momento justo, aún, en el último domingo del año, detrás de una palabra, en el olor a tierra recién regada, en el juguete olvidado en el oscuro galpón, en el susurro del viento, en una foto, para devolvernos “cachitos de felicidad” y para recordarnos que Maipú, siempre ha estado cerca.

viernes, 28 de diciembre de 2007

"El todo es más importante que la suma de las partes"

recordaba recién nomas en la matera, ahora al pasar por aquí, lo revalida, éste mensajito “Maipuense Felicitaciones a Guido, x esta pagina, ojala Maipú tuviese una así...”
¡La tienen, es ésta misma ecléctica y andariega Gallineta que a partir de hoy ampliará su recorrido, llegandosé a Maipú, Las Armas, Santo Domingo, Segurola, Monsalvo para recoger esos “retacitos” historias de entrecasa, esas, que nos musitaban en las frescas penumbras de siestas inolvidables, que dejaron de contarse en las amplias y antiguas cocinas, en las ruedas de fogón, que se apagaron en voz de los abuelos. Esas historias que tantas veces escuchamos, sin oír, y hoy, para nuestro asombro llegan a nosotros envueltas en los olores y sabores de aquella infancia, en las viejas melodías...En fin, será un gusto Maipuenses compartir, éste espacio con ustedes.
Ahora, para comenzar y como de compartir se trata “compartamos” éste Pedacito de Cielo, en la voz maipuense de Cristóbal Repetto.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Una visita a Kakel Huincul

Fue en uno de nuestros viajes a Gral. Guido, hace muchísimos años, cuando visité la Laguna de Kakel, en el Partido de Maipú y como pasa siempre, cuando uno es chico, volví fascinada con la historia que aquella tarde y mientras recorríamos el sitio donde “supuestamente” había estado el Fuerte Kakel Huincul surgía de la charla que mantenían mi padre, mis tíos y Don Abel Cepeda, que aquel día era nuestro guía. Caminábamos mirando el suelo, en cada piedrita yo creía ver la punta de una flecha. Con excesivo cuidado, casi en puntitas de pie anduve esa tarde por el sitio donde habría de ubicarse el cementerio de los pampas. También oí ese mismo día, que un pedacito de la extensa laguna de Kakel entraba en Gral. Guido… vean ustedes, las pequeñeces que recuerdo.
Al regresar a Guido pedí a mi padre que volviera a hablarme de Miraflores. Papá “un autodidacto” como le gustaba titularse contaba una esa historia que le había relatado su padre, nuestro abuelo Bernabé. Papá prometió que al llegar a Banfield lugar donde vivíamos por entonces, “la bandada” de los Madrid, donde sigo instalada hoy, yo, con mis recuerdos, repasaría unas fechas y escribiría esa bella historia.

Cuando llegó el día, papá me entregó unas hojas mecanografiadas en su vieja y destartalada Underwood. Aquellas hojas, hoy desaparecidas, me sirvieron para un trabajo de Historia Argentina en la escuela. Olvidadas en algún cajón, arrojadas al cesto de papeles en alguna limpieza, talvez ocultas entre las hojas de algún libro que haya prestado, o regalado, se fueron las hojitas de papel escritas con la Underwood. No las perdí por que las llevo en mi recuerdo. Don Abel sentenciaba “libro que se lee no se pierde”. Esas hojas fueron para mí como un libro.

Definitivamente no las perdí, recuerdo bastante como para rearmar aquel relato.

Intentaré ubicarlos en el tiempo. Mi abuelo Bernabé había nacido en 1875. El Malón que arrasó con Dolores, Kakel y las estancias vecinas había tenido lugar en 1821, era obvio que el relator no había vivido los sucesos que contaba, los había escuchado de boca sus mayores, más mayores. Ahora bien mi papá recordaba que allá por 1919/20, abuelo Bernabé así contaba esta historia.

“…¿Indios? por qué llamarlos Indios si estamos en Argentina, en Buenos Aires, llanura sin límites, no hay alambres, solo horizonte y cielo, ésta es su casa, son sus tierras , es su cielo, sus soles, sus lunas, su agua, todo es de ellos, hasta más allá del horizonte, el espacio todo es de ellos, no había desierto entonces.
¿Indios? Nunca digan esa palabra, llámenlos Pampas, dueños y señores de la tierra que hoy pisamos ustedes y yo.
¿Anacoretas? Pampas, con sus costumbres, hombres mujeres y muchachos como ustedes, viviendo en una casa donde el patio no tenía paredes, donde la libertad andaba en el viento, el respeto no precisaba de alambrados.

El hombre se llamaba Don Francisco Ramos Mejia, contaban los criollos viejos, que a ellos los habían anoticiado de este suceso sus propios padres ya, que eran muy chicos cuando el malón de 1821.

En 1812 Ramos Mejía cruzó el Salado con su capataz un tal Molina y cuando llegó a los pagos de Monsalvo, les compró, con plata, a los Pampas unas tierras y construyó allí Miraflores. Decían que estaba loco, pero los Pampas lo respetaban porque él los respetaba. Las ideas de Francisco Ramos Mejia y del Cura Castañeda, como aquellas de los Jesuitas eran muy peligrosas para los intereses de la poderosa Buenos Aires y sobre todo para Don Juan Manuel.

Cerca de Miraflores se estableció el fuerte Kakel Huincul. En 1820 en la estancia de Ramos Mejia los patrones de la época firmaron el Pacto de Miraflores. Poco duro, ellos mismos rompieron el compromiso. Preso volvió Francisco Ramos Mejia a la estancia Tapiales, en el partido de la Matanza con su familia y un grupo de Pampas que nunca lo abandonó. El Cura Castañeda quedó preso en Kakel y Molina huyó. Pero no por cobarde se fue para volver más tarde, levantando polvaredas, galopando junto sus amigos los Pampas… llegaron un atardecer de 1821 arrasaron el fuerte de Kakel Hincul, Dolores y las estancias vecinas, sólo Miraflores quedó de pie toda un señal.

Contaban unos viejos reseros en rueda de fogón, vaya uno a saber si fue cierto, que muchos años habían pasado del malón, cuando cierto día unos pampas crinudos le salieron al cruce y rodearon el carruaje donde iban las hijas de un patrón.

Al ver, los pampas, que los caballos llevaban la marca de Ramos Mejia las dejaron seguir viaje. Adentro las mujeres temblaban, se persignaban y rezaban. Ellas nunca sarían que no era precisamente Dios quien les salvaba la vida.

Esos pampas no habían conocido Ramos Mejía, pero conocían su marca. Habían mamado lo que ese hombre había infundido a sus mayores: respeto, porque el respeto no se enseña sino respetando y a respetar no se aprende si uno no es respetado.

Francisco Ramos Mejía murió en 1825 y cuentan que los Pampas que lo acompañaban en Tapiales cruzaron con él, ya muerto, el río Matanza y nunca nadie supo donde lo enterraron.”

La anécdota más pequeña, ese recuerdo que parecía olvidado y de repente apareció, son como las piezas de un rompecabezas, colocadas en su lugar nos hacen ver mejor porque somos como somos, solía decir mi padre “un autodidacto” como le gustaba definirse. Lo suscribo.



lunes, 24 de diciembre de 2007

Una Navidad inolvidable.

así la contaba mi padre, y para que no lo olvidaramos nos la dejo por escrito, hoy la traigo para compartir con todos ustedes, deseándoles que tengan una Navidad, tan buena como aquella.

Noche de Reyes
Cuando éramos chicos, no había Papa Noel y es perfectamente entendible, ahora que supe, que apareció en una Chimenea con la bolsa cargada de Coca Cola. En aquellos años no había Coca Cola.
Pero volvamos a las Navidades, allá en Guido, como ya dije, no había Papa Noel, ni arbolito y menos regalos. Pero había nacimiento, Pesebre, que con dedicación mi madre colocaba sobre una mesita ( sobre el aparador cuando vivimos en el pueblo) María, José y otras figuritas de chapa esperaban sobre un mantelito blanco, blanquísimo, que a la media noche, mamá, colocara la figura del niño y entonces prendía una velita y agradecía a Dios, Nuestro Señor, por haber enviado a su hijo para enseñarnos el camino.
Una semana después despedíamos el año viejo ¡esa era una fiesta!, todos se saludaban, y hasta había baile, mamá decía que el año viejo se llevaba las cosas buenas, pero las malas también, los sueños cumplidos y a los otros, los quemaba en la última noche, por eso el primer día de enero había que empezar a soñar de nuevo. El año nuevo era como un cuaderno sin uso, había que hacer buena letra.
Pero el nuevo año nos traía la noche más esperada, la noche mágica del quinto día, ¡sí!, esa noche los tres Reyes magos venían a visitarnos y nos dejaban regalos.
La alpargatas olorosas, los esperaban y Baltasar, Melchor y Gaspar, que por suerte no debían de tener olfato, después de darle de beber ,agua fresquita del pozo, a sus camellos, nos dejaban chocolates, grageas, algunas moneditas para los más grandes y una Carta, escrita de puño y letra, donde nos felicitaban por nuestro comportamiento, alguna vez recibimos una reprimenda.
Mientras los esperábamos, hasta que el sueños nos vencía, mirábamos el cielo oscuro, poblado de luciérnagas y los imaginábamos caminando hasta nuestra casa. ¿no se pierden mamá?, ¿viajan solo de noche?, ¿y si llueve?. Mamá siempre tenía la respuesta a tiempo.
Aún hoy, sigo mirando al cielo, buscando la señal que me avise que los tres magos han comenzado a desandar ese eterno camino de ilusión, ahora escribo yo las cartas, que ellos me dictan, ayer para mis hijos, hoy para mi nieta, y me emociono, todavía. Las cartas que yo escribo, siempre han acompañado, no sin sacrificio, bicicletas, mecanos, muñecas, los Reyes que pasaron por nuestra niñez, allá en Guido, cargaban sus alforjas con dulces y una carta prolijamente escrita, por mamá, para todos, pero que cada uno de nosotros, sabia personal, durante el día siguiente, mamá, o los hermanos mayores, la leían varias veces ante el pedido insistente de los agasajados.
Uno de los grandes males de estos tiempos, es la falta de imaginación, la escases de ilusión que hay en los chicos. La psicología de nuestra casa fue un rebenque que se hacia oír en el aire solo algunas veces, por que otras, estaba mamá para callarlo.
Mamá, fue capaz de hacernos ver a los tres reyes magos cruzar a campo traviesa, rumbo a San Juan del Vecino, aquella fresca y luminosa mañana de Enero, mientras nosotros, con la torpeza del susto, rompíamos los papeles de colores con que los magos habían envuelto la "libra de chocolate", la noche anterior y de tanto en tanto, sostenidos en su voz, levantavamos la vista y los veíamos alejarse, veíamos tres figuras perderse en el horizonte de una hermosa mañana de Enero. ¡Noche de Reyes, esa sí, era nuestra fiesta!.

Leonardo Madrid (Negro)

martes, 18 de diciembre de 2007

Toda la alegría...toda la nostalgia.

Es cierto el video que sigue no corresponde a nuestro pueblo y su gente, Pero ¡la música es universal! y el Chango Spasiuk también. Al escucharlo toda la alegría se suma a mi nostalgia, y los recuerdos bailan, rondan, danzan al compás, y me veo chiquita aferrada a los brazos de mi tía y girando, girando, mientras mi padre y los tíos, suman a las guitarras la verdulera, que todavía conservo, dan inicio a la bailanta con aquellos, valcesitos criollos,rancheras y polcas.
¡Disfruten! "Polcas de mi tierra"



¡Gracias Maestro!

viernes, 14 de diciembre de 2007

El encuentro

Esta foto, ya la han visto, la he mostrado junto a otras, también de casamientos.
Pero hoy la traigo nuevamente para ilustrar otra historia.

Primero voy a contarles, que ésta mañana mientras esperaba en la fila del Banco Provincia, la persona que me precedía, de ojito leyó el encabezado de la factura y sin preámbulos me preguntó si tenía parientes en la Ciudad de Maipú, antes que respondiera agregó… hace años conocí allí un tal Madrid.

- Puede ser dije, un primo de mi padre vivió allí con su familia se llamaba Jorge.
-Se llama enmendó el señor, el que yo conocí, se llama, es un muchacho joven, (con cero diplomacia, el caballero, señalaba mi edad) lo traté bastante cuando hacia mi trabajo en la ruta 2.
¡Sí, ese Jorge Madrid de Maipú es hijo de Yingo!, es mi primo, estamos en la línea colateral pienso. Pero nada digo, al desconocido conversador que sigue hablando sin parar, pasa de Maipú a Coronel Vidal, de allí se va para Ayacucho, General Lamadrid, Coronel Dorrego… y menos mal que llegó mi turno, por que si no, todavía andamos pueblo a pueblo.

El encuentro sirvió para que volviera a casa reflexionando sobre el tiempo, el que pasa rápido marcado en los almanaques, el que nos persigue con facturas a pagar, el que se mide en los relojes, el del afuera; el otro tiempo, el que lentamente nos empuja a las orillas de la nostalgia, el que nos confina a la continuidad de recuerdos repetidos, es el tiempo del adentro que medimos en las viejas y desteñidas fotos, que nos recuerdan que el parentezco se establece por lineas y grados.
Volví a casa y aquí estoy buscando esa foto… sucede que no nos conocemos, con éste Jorge Madrid, digo mientras reviso la caja de fotografías, busco esa, que no encuentro, es de su hermana, paradita sobre el banco de la Plaza en Maipu, enviada por tío yingo, a mi padre “Jorgito, venia en camino”. No los conozco, nunca nos hemos visto personalmente. Entonces, pienso en Pepe Seresini, en su esposa Beba, en Martin, su hijo; voy a Guido, y ni siquiera paso a saludarlos; los tíos y especialmente mi padre me sermonearian por tamaña descosideración. A Elina, casi no la recuerdo.
El parentezco se establece por lineas y grados, mejor que yo lo puede explicar el Doctor Martin Seresini... pero la prolongación del abrazo, los trazos prolijos y parejos de una carta, refuerzan esos lazos. Los viejos sabían de estas cosas. Nosotros los que estamos en la línea colateral, hijos de primos, hemos descuidado el vínculo.
Los frios del alma, se arropan con mate, los olvidos con memoria.
Me detengo en la casa, que está allí, en una de las esquinas del pueblo. La casa que todos conocen, frente a la carpinteria de Pancho Loubet.
Fue hace años, muchos más de los que ustedes pueden recordar la casa del matrimonio Madrid Brigñole, (los de la foto) Los abuelos, entre otros, de este Jorge, que hoy un desconocido me nombró en la fila del Banco Provincia, a 300 km de distancia, es que para “las casualidades” no hay distancias
Los Madrid Brigñole, tuvieron nutrida descendencia, pero a diferencia de los otros Madrid Algañaraz o Algañaraz Madrid, de los siete hijos, seis fueron mujeres y solo un varón, Jorge, (Yingo).

En la foto Mercedes (la más alta), Natividad (Nata, la mamá de Pepe, la abuela de Martin Seresini) y Beatriz (Baty, sentadita, la inolvidable y servicial enfermera de la Sala de Primeros Auxilios).

Sigo recordando la casa solariega, con olor a malvones, a patio recién regado, aquel banquito en el que me sentaba, quietesita, mientras tía María conversaba.
Recuerdo la vez que nos quedamos a dormir. Nosotros, papá, mamá, mi hermano y yo siempre nos quedamos en casa de tío Yingo, pero una vez, sólo una vez, me quedé en casa de tía Rosita, con tía María. Recuerdo esas sabanas blanquísimas, las fundas, almidonadas, y ese perfume…a glicinas.

Cuando voy a Guido y veo la casa no puedo verla como ustedes, yo la huelo fresca, a patio recién regado, a malvones y a glicinas.

Me quedé en el tiempo interior, con la sonoridad de sus voces, con la alegría en esa cocina, con el verde de las puertas de la rinconera, con las sabanas almidonadas, con el viejo y querido Poly, con la Ita, siempre alocada riendo a destiempo y a carcajadas.
Una de las últimas veces que visité la casa, me detuve, en la habitación, entrando por el zaguán, a la derecha, allí estaba la buena tía abuela Rosita, ya muy viejita, por la ventana entre abierta se veían las rejas, que hoy me han dicho están en las ventanas del Museo.
A tío Yingo dejamos de verlo cuando se mudo a Maipú, él mantenía con los tíos y con papá correspondencia, así fue como llegó la noticia de su casamiento, alguna foto y tantos etcéteras.
Vuelvo a mirar estas viejas fotos y me detengo en Tía Nata, chiquita, con su cabello encrespado y esos moños, es la niñita de la izquierda. La miro y escucho a Don Abel Cepeda decir, al verla acercarse cruzando la plaza… “si hay una santa en este pueblo, esa es Natividad Madrid de Seresini" ¡Que mujer buena! exclamó Don Abel y con una reverencia la saludó ¡Buenas Tardes Señora! Y ella, con esa sonrisa permanente, le respondió, apoyando su mano sobre el brazo de mi padre: "vio usted qué que lindo Abelito la preciosa visita de los primitos", y dirigiéndose a papá agrego "los espero mis queridos, esta noche con una picadita”; todo en diminutivo, todo chiquitito. Tenía razón Don Abel, nunca de su boca se pudo oír un reproche, una queja, una critica. Una verdadera cristiana, nuestra querida e inolvidable tía Nata.
Así eran los moradores de esa casa de la esquina, que ustedes hoy ven tapera, que en mi memoria es un laberinto de recuerdos, donde la imagen de la buena Baty empujada por el viento, con su guardapolvo sobre el brazo rumbo a la salita de primeros auxilios que describe mi padre, se superpone con la caramelera llenita de dulces cristalitos de menta... "sirvase uno hijta, sirvase una mi reinita".

Esa casa que yo recuerdo pegadita a la Unión Telefónica, frente al Taller del querido Julio Vera, fue la casa Madrid-Brigñole cuando Guido era otro Guido, cuando los recuerdos y las nostalgias eran de otros, cuando la muerte era ajena y tan lejana.

Hoy un desconocido nombró a un Madrid, habló de Maipú... el tiempo interior giro las nanecillas del reloj y la memoria hizo el resto.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Homenaje a Florencio Molina Campos

Desde que aprendi, esto de los videos, me lo paso experimentando. ¡Que bueno estaría, comenzar a subir videos de nuestro pueblo!. Mientras tanto disfrutemos este.

domingo, 9 de diciembre de 2007

...con el ángel de María las grandezas celebrad


Ayer mientras empujaba la puerta y entraba a La Gallineta para dejar estas fotos, y proponerles que buscásemos todas las fotos de aquellas Primeras Comuniones, algo falló, así que vamos a intentar de nuevo hoy .

¡Que bueno si pudiésemos hacer una muestra!, con fotos, accesorios, libros, rosarios, guantes, moños, estampitas… ¿Verdad, que sería lindo?.
Lo mió, lo comparto con todos ustedes, así, que como siempre les digo, cuentan conmigo.

¿Cuantos años pueden tener estas fotos?.
Es probable que ochenta o más, una la primera comunión de mi papá, la otra la de tía María.
Siempre que veíamos fotos, a ésta, ella, la dejaba para el final. No me pregunten el motivo, solo recuerdo que hacia eso, y al mostrarla cantaba ¡Oh María, Madre mía, Oh consuelo del mortal, amparadme y guiadme a la patria celestial. Con el ángel de María las grandezas celebrad, trasportados de alegría sus fuerzas publicad… Oh Maria…
y se reía con esa risa tan linda y contagiosa que tenía nuestra María.

Mostraba también el librito de los Actos para antes y después de la comunión y las estampitas que abuelita guardaba

¿Qué dónde, hizo su primera Comunión? En Nuestra Señora de la Merced General Guido, ¿Dónde si no?.
Oh María, Madre mía, Oh consuelo del mortal, amparadme y guiadme a la patria celestial. Con el ángel de María las grandezas celebrad…

lunes, 3 de diciembre de 2007

Pervivencia de recuerdos

Liliana, mi prima, para nosotros desde siempre, lagesio, para ustedes desde que ha comenzado a levantar este almacén de memorias y nos convoca permanentemente a que sumemos nuestros ladrillos. Hoy vinimos con mi hija a visitarla y entre mate y mate que nos ceba tía Mecha y la ríquisima torta que gesio preparo para agasajarnos, mientras Lanus se esta consagrando campeón, los banfileños estan en absoluto silencio mientras recordamos al viejo Cesareo, a Pepe, a tío Mochi volviendo de la cancha que esta aquí a mis espaldas, remozada, yo garabateo estas vivencias que guarda mi corazón; me presento, La del moño, en la cabeza y el pelo enrulado soy yo Mhyrta Ofelia Madrid, hija de Mariana Apezteguía y Tulio Nicasio Madrid. Hermana de Tulio Bernabé Madrid, aquí en la foto de su primera comunión; nieta de Isabel Aglañaraz y de Bernabé Madrid.
Mi primer recuerdo, el más, más lejano “estoy sobre una cama, acostada. La luz entra en la habitación, la ilumina toda y puedo ver un ropero grande… no puedo recordar más. Cierta vez hablando con mi madre de esta visión que guardaba tan clara, ella me dijo: " es la casa donde naciste en General Guido". Esa casa pertenecía a la familia Echeverría y desde ese momento esa casa pasó a hacer, para mí, “la casa donde había nacido”, mi primer recuerdo el más lejano.
Nosotros para entonces ya vivíamos en Orense, puedo recordar aún hoy el viaje, mamá siempre que me escuchaba evocar estas imágenes decía: "dos años y medio tenías cuando marchamos a Orense". Les aseguro que yo podía entonces y aún puedo recordar la casa… y a mi hermano Tuly corriéndome en cuatro patitas, diciendo ¡te come el bicho, te come el bicho! y me veo aferrar con las dos manos la sillita bajita de paja que papá me había comprado y se la descargo en la espalda al tiempo que digo “¡ya etá mate biche!”




















Papá escribió una carta a los abuelos para contar mi hazaña, él solía hacer esas cosas... si miran bien la foto, podran leer el texto escrito a máquina, El Domingo voy p'al Salto hay fiesta no me la pierdo..., y ahi estoy yo, "la Onta" en el sulky, así me llamaba mi hermano "Onta", esa y otras fotitos llegaban a Gral Guido para que los abuelitos nos vieran crecer. Papá,mamá, Tuly y yo, En el patio de la casa de Guido con Abuelita Isabel, tía Negra...el tiempo paso, los tíos guardaron las fotos y aqui está para dar testimonio. Es bueno el ejercicio de recordar…


Como les contaba papá, entra a trabajar con Bunge y Born, en sección Estancias y lo destinan muy cera de Orense, a Cristiano Muerto, Tuly y yo no nos cansábamos de recorrer esa Estancia se llamaba “Arcadia”, yo no había cumplido aún los seis años, así que nada sabía de obligaciones escolares, Tuly había cursado primer grado en Orense, entonces Papá y mamá deciden mandarlo a Guido, a casa de los abuelos Madrid para que curse el grado siguiente, pero antes de que finalizara ese año a Papá lo trasladan a Salto Argentino y para allá nos vamos los cuatro.
Siempre que podíamos volvíamos a Guido a visitar a nuestros abuelos, allí estan las fotos que lo certifican y que los tíos han guardado y que lagesio seguramente les mostrará… y por supuesto pasaba a ver “la casa donde yo había nacido”.
Las memorias de Guido, van y vienen, fueron muchos viajes, elijo este: "recién llegados a casa de los abuelos Madrid, estábamos en el dormitorio de los varones, cuatro camas, es tan nítido este recuerdo que hasta puedo ver como Abuelita Isabel, se desliza por la larga galería, era tan larga entonces, allí viene ¡abuelita tan buena, tan dulce y tan suave! Se para en la puerta trae mate para mamá y papá y carmelitos de azúcar quemada hechos por ella misma para compartir con mi hermano Tuly”, tantos años han pasado y ese dulzor esta presente hoy, ahora, en mi boca, mientras escribo.
En 1942 muere Abuelita, nosotros como les cuento, vivíamos en Salto Argentino recuerdo que viajamos inmediatamente a Capital en un auto de alquiler, los cuatro y desde allí a Guido, al subir al micro, sin haberlo arreglado previamente, nos encontramos con Horacio y Pepa, en la ruta nos esperaba Abel Cepeda, siempre cerca de nuestra familia…siempre en la familia, en su auto llegamos a la casa, en lo que fuera el comedor estaban velando a abuelita Isabel…no tengo muchos recuerdos de esas horas en Guido, sí una imagen que me acompaño y me acompaña Tío Loro, solito parado a la izquierda en el vano de la puerta, apoyado en el marco y enjugando sus lagrimas con el pañuelo.
Alguien me llevo a casa de Tía Ucha, volví, cuando ya se habían llevado a abuelita, todo era un profundo silencio, los tíos, mi papá y abuelito juntos, estaban en el patio aquel noviembre, hoy en la distancia creo saber que recogiendo talvez los últimos pedacitos de sus respectivas, felices infancias. Por que mientras estan nuestros padres siempre somos niños, solo basta echarnos a sus brazos, para hacermos chiquitos.
Uno vuelve siempre a buscar esos abrazos, los tíos y papá volvían una y otra vez… y llegó la hora de despedirnos de abuelito, recuerdo su mano acariciando mi cabeza, yo paradita en el pirmer escalon del zaguán… y otra vez Abel Cepeda en esa casa, que era su casa…

Nosotros nos volvimos a Salto, pero en la casa quedó para siempre el olorcito a los caramelitos de azúcar quemada, que nos hacía abuelita Isabel "para compartir"…

No recuerdo nada de nuestro regreso a Salto, si que 1943 llegó enseguida y papá me regresó a Guido para pasar con abuelito, tía Negra y "los muchachos" unos días. "Tendíamos la mesa debajo del parral, yo comía uvas y le servía a abuelito en un platito, previo haberle quitado las semillas". “Tender la mesa” era un frase muy de tía Negra, hoy sigo usándola, como sigo recordándola a ella en la cocina de su amada casa de Guido, siempre llena de gente, siempre había lugar, siempre un plato más, y entre esos recuerdos El Negro Lorente trayendo la leche todas las mañanas, después se sentaba a la mesa de la cocina a tomar la taza del desayuno que la Tía Negra le servía.
Maria Angélica Stupenengo, otra amiga inolvidable, recuerdo una tarde tía Negra planchaba una prenda intima de abuelito, María Angélica cebaba mate, conversaban y de repenten empezaron a reirse y reían Yo me enoje quizá pensando que se reían de la prenda del abuelo y ofendida salí corriendo de la cocina por la galería rumbo al baño y a mitad de camino con las dos manos me levante la pollera y dándoles “la espalda” les grite enojadísima ¡tomen por locas! Tía Negra siempre recordaba esta anécdota y agregaba riendo ¡Chica loca!
En Guido vivian por esos años Tía Ucha y su esposo José Viturro, Médico del pueblo, los chicos Pepe y Lalo. También vivía Tío Pedro casado con Nilda Aphat. En el campo tía Estela y con su esposo Juancito Loubet y sus siete hijos. Pasa, que los Apesteguía eran un batallón, tío Anibal, Canilla para todos, Tío Tito… Abuela Maria, la mamá de mi mamá ya vivía en Tres Arroyos junto a tía Margarita, Zunilda y Tío Hernán que tenia allí su farmacia.
En ese año de 1943 fue el terremoto que desapareció a San Juan, no se hablaba más que de eso. Una tardecita, como todos los días, otro asiduo concurrente a la Casa Madrid, como la llama lagesio, era el bueno de Santiago Landi, fiel amigo estaba en la cocina conversando con abuelo de la tragedia, cuando yo interrumpí la conversación para decirles que quería colaborar con las victimas, “muy bien hija dijo abuelo, así será”; al día siguiente los tíos me llevaron a la Municipalidad a poner mi colaboración. Y en el Periódico La Unión de General Guido, que los tíos le enviaron a papá, bajo el titulo de “Hermoso Gesto” se leía Después de iniciadas las suscripciones a favor a las victimas de San Juan. Se presento en la oficina de la Municipalidad, la primera donante, la simpática niña de 10 años de edad Mirta O. Madrid quien depositó su óvolo espontáneo, exteriorizando de esta forma el sentimiento humanitario y el espíritu de solidaridad que horas de tan inmenso dolor alcanzan hasta en los niños.” Yo me lo habia aprendido de memoria.
Ya “señorita” y para poder cursar 2º año, papá decidió que lo mejor era dejarme en Lomas de Zamora, en casa de las tías Rosalía y Damiana Algañaraz, allí estaban también de pensión Tío Negro, el papá de Lagesio, mi padrino y tío Loro, el menor de los varones Madrid, de los “muchachos”, como los llamaba abuelo Bernabé por que la menor, es tía Negra, Ofelia Isabel, querida, amada, respetada por sus hermanos, si lo decía tía Negra no se discutía; compañera, amiga, conciliadora, mediadora. Ella mantuvo la unión de la familia.
A Guido volví con tío Loro viajamos desde Lomas fin de semana para disfrutar del Club Cultura, de sus tertulias.
Después que murió abuelo Bernabé, tía Negra y tío Mochi vinieron a vivir a Lomas primero, después recalaron en Banfield, Palacios 1200, en aquel departamento tan chiquito siempre había lugar para Tuly, para mi, para todos.
Tío Loro compinche de sus sobrinos, de todos, quizá conmigo hubo más cercanía, hasta que llegaron a la familia Lagesio y el Jole, que no sólo fueron los sobrinos más chicos sino los primos más chiquitos.
Cuenta tía Mecha, que nos peleábamos,
¡Grandulones, decía tío Negro! con nuestros primos Vicente y Ana Madrid por tener en brazos a Liliana, y asegura la Mechuda que ¡ganamos nosotros! Por que Lagesio fue siempre de Tuly y si era de mi hermano es mía… por que si algo aprendimos en la casa de los abuelos Madrid allá en General Guido fue a compartir.
...continuará

miércoles, 28 de noviembre de 2007

¡Enamoradizo y piropeador!

Ya son varios "los cuentos del Viejo Varela", que he subido a estos estantes, siempre con la consabida recomendación “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia” Éste es uno de esos casos, en la década del 40 vivió en General Guido un joven que cuando se ponía nervioso tartamudeaba; ¡muy enamoradizo y piropeador!, afecto a pedir “souvenires” a las damas “para recordarlas”… un aro, una cinta, un pañuelo, de ser posible, perfumado con “Claveles Mendocinos”, o “con los polvos Arlette”, una hebilla, un botón… todo valía, pero, se le hacia muy difícil el armado del "estante de los trofeos", la respuesta, siempre era un, rotundo, no; pero él seguía pidiendo... hasta que una noche, tuvo la osadía, en un baile de carnaval, en el Centro Recreativo Cultura, de reclamar a su acompañante, un mechón de cabello, específicamente, un rulo de la “croquiñol que ella lucía, esplendida”, y para que ésta no se le negara, argumentando que ¡ni loca voy a desarmar el peinado!, el susodicho, no dudo y tartamudeando la encaró "quequequeque nonono seria uuuste tantantan amable dedede regalarme un rururulito dedede los de abajo" La música atronaba en el salón, las chicas y los muchachos se divertian mientras el versado bailarín, quedaba plantado en medio de la pista, sin "souvenir", y sin compañera de baile. Pero no se dio por vencido y volvió al ruedo ¡enamoradizo y piropeador! como siempre fue en busca de otra dama... y siguió bailando.
Mis tíos Madrid lo encontraban muy parecido al

Vanalio Escudero
De Wimpi

Cada vez que la ocasión se presentaba, al hacer acuerdo de él en ruedas de fogón o filo de mostradores, duraba horas de proseo sobre Vanalio Escudero, que había sabido ser mensual de la estancia “La Boyada” de Dorilo Arbeleche. ¡Enamorado aquel Vanalio, como yedra a la pared! El, para cada moza que veía tenía su piropo o su versada.
Una vuelta en un velorio de Pantaleón Bermudez – que en vida le llamaban “El trator” por que araba sin bueyes, empujando el arado él nomás, y que un día se quiso matar una mosca de un manotazo y se dejo seco – le dice Vanalio a Eusebia Sonería
- Seré curioso, prienda: a quien le copio ese cuerpo que almarea como tranca e´giñebra ¿a la guitarra o al ocho?
Y le contesta ella, toda orgullosa, pescueceando como pato atorado:
- y usted ¿a quien le copio la cara ¿a la batata o al bagre?
Siempre le iba mal al pobre Vanalio en sus arrastradas de ala.
Le dijo una vez en un pericón a Sinfora Chamorro:
El coraje me se pierde / y la achura late y late / al mirar suj´ojo verde / como escupida de mate.
Y ella, entonces, para desengañarlo, le contestó: A mi naide, ansí, paviando, / consiguió sacarme nada. / Es igual que estar chupando/ con la bombiya tapada.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Abriendo Caminos

Literalmente eso hizo mi padre, mientras anduvo en la vida, abrir caminos mientras trabajaba enVialidad; Somariva, De Carli, Lastiri, Ybarra, son solo algunos nombres que se grabaron en mi disco rígido, hoy reaparecen frente a una caja de fotos que acaba de desfondarse, todas chiquitas, imposibles, en muchas, distinguir “a los atrapados”.
Abrir caminos, pienso mientras recojo estos pedacitos de tanta historia desparramada y los dejo sobre la mesa. Es unir puntos, tejer redes...¿Qué hubiera hecho nuestro Madrid, si estuviera hoy aquí mirando estas fotos y con la computadora tan cerca? La respuesta surge naturalmente, desde la radio, que en esta casa permanece encendida las veinticuatro horas, " La Siesta Inolvidable" recuerda a Adolfo Castelo y pone su voz en el aire, y escucho al inolvidable Adolfo decir “si no quieren entender, es que no tienen memoria”… me apodero de la sentencia y digo, "para entender se necesita memoria", y Nuestro Madrid construyó esa memoria, para cuando necesitáramos buscarlo, pudiésemos encontrarlo, en las cosas simples y entender.
Estaría fascinado con esta tecnología, publicaría fotos, recordaría las anécdotas, nos describiría los lugares con tanta fuerza, que nos ensordecería el ruido del mar en la Cueva de Tigre, en Necochea, chocaríamos con la fuerza del incesante viento de Comodoro Rivadavia; abriríamos grandes los ojos para descubrir en suyos, la Cordillera de los Andes y “comprender entonces, la dimensión de la hazaña de San Martín al cruzarla”. Sentiríamos menos frío por las mañanas cuando recordáramos como eran aquellos fríos inviernos en el campamento cuando “el agua en la palangana se escarchaba”.
Abrió caminos y en las banquinas sembró pacientemente, sabia que regresaríamos algún día para recoger la cosecha; él también lo había hecho a su turno, “es la ley de la vida expresaba, los padres tenemos la obligación de trazar mapas con nuestras experiencias, y entregárselos a los hijos cuando estos empiezan a volar, ellos elegirán las rutas por donde continuar, si se equivocan volverán atrás, más conocedores, buscaran el mapa y retomaran el camino. Así son las cosas… “Para se baqueano hay que perderse una vez”
Olorcito a carne asada salta la pared de la casa vecina, los albañiles descansan, almuerzan, en este Banfield, que están ayudando a cambiar, que crece en altos edificios, pero conserva todavía, el Galpón que ocupó la Empresa Ybarra, o la casa donde vivieron el Ingeniero Capelino con su esposa Mary Lorente; el hermoso altar de la Iglesia de la Sagrada Familia, y los ceibos, los palos borrachos y las acacias de la placita de la Estación, este olor me recuerda cuando nos convocaba a la mesa, colgaba “el chimango” para avisarle a Danii que “la comida estaba a punto”, ajustada la mano en “el cabo blanco” prometía aquello que recordé hace unos días “para mi la cola es pecho y el espinazo cadera menos la pulpa´ el cuarto denmen la presa que quieran”… ¡era así, por que del pollo siempre le tocaba “el fuselaje”…después vendrían las largas sobremesas y “el tiro de la manzana a la punta del cabo blanco” los cuentos, los recuerdos, la memoria.
Y cuando veo el molinillo con el que sábado por medio, rallaba el pan viejo, bolsas “de galleta rallada”, que después compartía con los tíos, la Pita y hasta “ligaban” los buenos vecinos… yo ayudaba, sólo, algunas veces por que él decía que no aceptaba consejos, que era “atravesada como trote de perro” y eso me enojaba. También me llamaba “la comunera” me corregía diciendo “pa´ saber lo que es empacho hace falta haber comido”, “que sabe el burro de confites si nunca fue confitero” “otra cosa en con guitarra, compañera”.
Cuando yo afirmaba “mis amigos” él recitaba por lo bajo a Enrique P Maroni. “Mis amigos son contados / los demás son adulones / que hoy me aplauden y luego me regalan sus olvidos / salvo raras muy honrosas excepciones / yo no tengo casi amigos tengo simples conocidos…” Sabedor que algún día comprenderíamos que el titulo de Amigo no es para todos.
El aroma a las tostadas, recién sacadas del horno, untadas con manteca, su especialidad, el mate siempre apaciguador, las palabras cruzadas, un libro, el silencio, Gardel, Guido, Mar del Plata, Coronel Vidal, Ayacucho, Necochea, Energía, Quequen, Lobería, Bahia Blanca, Comodoro Rivadavia, Santa Fe, Entre Ríos, Mendoza, San Juan; Corrientes, y en “El Toro” todo el chamame; 1971 Villa Angela Chaco Landriscina y familia.
Byrne, Zubercasse, Ripodas, Don Mario Pardo, Montevideo, Cabarcos y Galmes, Lomas de Zamora Azara y Portela, las tías Algañaraz, Chopo, el amigo Hernández, Víctor Abel Jiménez… todo se junta en esta mesa cubierta de fotos. No tengo dudas estas, son las fotos que mi padre hoy subiría al blog, mañana seguiremos recorriendo esos caminos, para continuar acercando fotos y memoria.



martes, 20 de noviembre de 2007

El Cabo de Plata


“Fue en un pial de puerta afuera cortó de un golpe certero el lazo, y salvo la vida del abuelo, desde entonces, el cabo de plata, paso a ser objeto de veneración en la familia”.
¿Habrá sido tan así? ¿O sólo es la "memoria del corazón" la que agigantaba el recuerdo?
"En realidad la vida se la protegió a fuerza de habilidad, destreza y maestría", decían orgullosos “los Madrid” cuando memoraban aquel acontecimiento y se acordaban también de que “abuelita” se persignaba y diciendo… “y a nuestra Señora, que te cubrió con su manto Bernabé, sino no que no contás el cuento”.
No es lo mismo enlazar que pialar, ilustraba mi padre cuando promediaba el relato; "el pial es un tiro de lazo a las manos del animal para volcarlo en su carrera. Quien enlaza tira al cogote del animal, ambos requieren de la destreza y de las habilidades del ejecutor. El viejo Bernabé era bueno para esos menesteres, ¡Gran pialador!"
Entonces venia toda una explicación a cada porque y la prohibición absoluta de desenvainar, el filo del cuchillo, que había salvado la vida al abuelo Bernabé…
-Con estas cosas no se debe jugar, son peligrosas, un descuido y… decía tía María.
-El cuchillo es la extensión del brazo para el hombre de campo, su protección, expresaba tío Tulio, mientras probaba el filo con la yema del pulgar.
-La medida del coraje indico tío Loro
-¡Caracho! había que ser muy valiente para pelear a cuchillo exclamó tío Rojo en aquella sobremesa en la que juntos los hermanos, memoraban estas, y otras cosas.
Tío Mochi fué el encargado de mantenerle el filo, lo hacia sobre la piedra donde con paciencia asentaba también sus navajas de peluquero.

Escribe mi padre "Allá en Guido hubo peleas, memorables, si uno mira en detalle cuando cae la tarde puede ver las heridas por donde sangraba el aire, la noche que un forastero apurando copas se dio el coraje, y gano la calle, arrollado el poncho sobre su brazo paró algún golpe desordenado, nada importante, y en el silencio que quebró al galope, quedaron sin padre unos cuantos muchachitos y sin marido la pobre Albana”
No cabe duda era el comienzo de otro de sus relatos, pero…¿De quién habla?, ¿Cuándo ocurrió?, ¿Quienes eran aquellos muchachitos?, ¿Quién, Albana? Me pregunto frente al borrador… la historia quedó trunca.
En cambio, la del cuchillo que salvó la vida del abuelo, diestro pialador, allá en los pagos de General Guido, está a salvo. Reluciente "el cabo de plata", regresa a su lugar en "el cajón del escritorio".

sábado, 17 de noviembre de 2007

El primer Bonsái

¿Qué tiene que ver un bonsái con Gral. Guido? Mucho, ya van a saber por que…
Una tarde sobre fines del otoño apareció mi madre (Mercedes, Mecha, Mechita, Mechuda, Mema) con una plantita de ombú, ¡es un Bonsái! exclamó, me lo regalaron… ¿te gusta?. ¿Es hermosa, verdad? Preguntaba y se respondía, embelezada, sin perder de vista la plantita… la mire y supe de inmediato que mas temprano que tarde debería hacerme cargo del “engendro” y fue así, moribundo, ya sin hojas, vino a ocupar un lugar en el alféizar de la ventana, de mi cocina, con las recomendaciones de lo que debía hacer, y que ella, mi madre, por supuesto, no había hecho.
Hasta aquí nada que no pertenezca a la rutina de esta casa. Pasaron los días y apareció Mechita con un líquido, verdoso, que, según sus palabras, me enviaba una de sus amigas, del Centro de Jubilados donde pasa las tardes ocupada en múltiples actividades. Esto es para que riegues el Bonsái, ordenó, ¿me oíste?... tenes que tener paciencia, cuando llegue la primavera la planta va a mejorar, vos regala con esto, cada quince días y tene paciencia, "esto de cuidar bonsái" requiere paciencia repitió Merceditas, con solvencia, frente a la ventana, donde imperturbable, esperaba el ombú, ser recuperado.

Paciencia dije y seguí en lo mió. Un mes después Mema regresó con otra macetita, cuatro pequeñas hojitas muy verdes, asomaban tímidamente y ella, ¡por suerte!, me explicó que se trataba de una mandarina, que me la enviaba otra de sus amigas, con una serie de recomendaciones… ¿no es preciosa?
Paciencia me dije y seguí en lo mió.
El sábado pasado regresó con otra maceta, esta vez el fenómeno pertenece a lo que supuestamente en un tiempo habrá de convertirse, si es que me acompaña la paciencia, en un brevísimo parral de uva chinche.
Mis mañanas se deslizan, en el vano de la ventana observando esos "espantajitos", paciencia me digo, mientras preparo el desayuno; paciencia repito mientras reflexiono sobre la necesidad de empezar a leer algo sobre la milenaria técnica de la “naturaleza sobre la bandeja” . Paciencia digo mientras la Txuleta, mi gata haciendo equilibrio pasa entre las miniaturas, y Buboo, nuestro beagle bicolor espera a que "la Varela" salte hacia el patio, para comenzar la carrera diaria por el largo pasillo; pero hoy la Txule Varela se hace rogar mas que de costumbre es que ha descubierto algo… ¡un nuevo arbolito!, es un endeble brote de paraíso, del viejo paraíso que alguna vez hace como treinta y pico de años papá “importó” desde General Guido; sí, fue así, habían ido con Don Abel Cepeda, al campo que alguna vez arrendara el abuelo Bernabé y en ese "volver" él y Rogelio recogieron "unas bolillas de paraíso". Madrid decía que bajo la sombra de esos nobles árboles, ellos jugaban “allá en el campo”, lo cierto es que aquellas semillas brotaron, una en Tandil, la otra aquí en Banfield... apesar de las hormigas que la atacaban, creció cuidada con infinita paciencia por mi padre. Recuerdo las cartas que se cruzaban con tío Rojo, siempre había un párrafo dedicado a las plantitas y su evolución.
Esta foto la envió en 1974 Ana y Carina chiquita, a espalda de tío Rojo, el paraíso creciendo...

¿Qué habrá sido del paraíso de Tandil?... Sin duda bajo su sombra Tío Rojo y tía Tita, matearon en las mañanitas tandileras, mientras esperaban a que los Peccia, Ana yLuis llegaran a comer el asadito...y los nietos, Carina y Pablo, habrán pasado las tardes jugando bajo su sombra, allá en Villa Alduncin. De que los gatos treparon por sus ramas tampoco tengo dudas, gatos, siempre hubo en aquella casa, "Chiquito", "Felipe" ¿Qué habrá sido del paraíso de Tandil?

De éste, doy fe creció sin poda hasta que fue lo suficientemente fuerte para sostener la hamaca de Danii, lo suficientemente frondoso para protegerla con su sombra en los abrasadores veranos mientras disfrutaba en la “pile”. Fue y es nido para los zorzales, atajo para el gaterío vecino que cruza de techo a techo. Son sus florcitas azules, las que sahuman el patio, en primavera; y sus hojas las responsables de obstruir los sumideros. Las bolillas esgrimen el poder de repeler ácaros, perro y gata agradecidos.
El Paraíso del “Tigre”, estuvo y esta allí… y ahora, para no ser menos se acomodó en medio de tanta anomalía, a la sombra del pequeño ombú, para regalarnos esta nueva plantita.
Esta mañana, mientras Buboo y la Txuleta iniciaban la carrera, hacia el jardín, yo, bajo la sombra del noble paraíso puse manos a la obra de componer, con esta paciencia nueva, mi primer Bonsái.
Les dejo unas fotos. Miren... Amparados por fresca sombra del paraíso, ayer nomas... mi papá; Danii, mi hija y Maruca Tolosa, amiga incondicional que los Madrid me heredaron.


El Paraíso hoy, Buboo , en primer plano, la txule varela, se fue de cuadro, ella es "una luz en los trescientos"
Ahora, comprenden cuanto tiene que ver General Guido en mi primer Bonsái. 盆栽

miércoles, 14 de noviembre de 2007

viernes, 9 de noviembre de 2007

El interminable viaje de un ácrata

El dibujo que están viendo es una "obra inédita", los tíos Madrid, se encargaron de conservarla, la guardaron por años y como todas esas cosas simples, reaparece ahora, para recordarme un poco por que somos como somos.

Su autor un libertario… el “Bichito”, el “Jole”, para nuestra prima Myrtha, el “Gorila” para tío Horacio, el “Gallego” para sus compañeros de Colegio. El “Bataraz” para nuestro Madrid, el “Titi” para Danii, el “Profe” para sus alumnos, el “Loco” para Miguel Colman. Él se hace llamar el “ácrata”, es mi hermano, Jorge, el autor del dibujo que estoy guardando aquí, mamá firmó por él... y recuerda que ese año habia cumplido los seis. El viaje que imaginó entonces, y volcó en esta hojita de papel hace cuarenta y siete años continúa… aquí dejo, una de las muchísimas fotos, de los paisajes que Jorge recoge en su interminable viaje. Patagonia, Grecia, Cuba, Peru… ¡Disfrútenlas! en la Sidebar de la matera dejo parte del álbun que sigue creciendo desde de España.

martes, 6 de noviembre de 2007

Matemática...¿estás ahí?


Hoy 6 de noviembre papá cumpliría 97 años.
El 23 de octubre María, 90.
El 5 de septiembre Deul, 92.
Benjamín el 30 de junio, 95.

La suma da 374...y recuerdo aquella siesta, de noviembre de 1960, María me hacia practicar Matemáticas, las clases terminaban entonces el 30 de noviembre, María se restregaba la manos y el perfume de la crema "Sapolan Ferrini" se abría paso en la habitación de techos altos.

A ver practiquemos dijo...

- Yo tengo 43 años y nací en 1917, Mochi nació 1912, ¿cumplió?
-¡48! Me apure a responder.
- ¡Muy bien! “apuntalo” dijo ella.
- Justo debajo del 43, dibuje el 48…
Mientras, ella continuaba acariciándose las manos.

- Loro nació en 1915 ¿cumplió?...
-¿45? Dude
-¡Bien!, “apuntalo”.
- Ahora, si tu padre nació en 1910 ¿cuantos años cumple hoy?
- Cumple..., hice una pausa, sume el número 50 a mi lista, y con toda seguridad respondí 186.
Las risas de María quebraron la penumbra reparadora de la siesta e hirieron mi ego; me enojé mal (como siempre) exaltada la increpe ¡vos me preguntaste cuantos años sumaban entre todos!… y di media vuelta, abracé la almohada, que olía a lavanda, y así “furiosa” me dormí.

Cuando desperté, María baldeaba el patio, la tacita con arroz con leche y canela me esperaba, tapadita con una servilleta blanquísima...

*Foto 5/09/1981 "Asadito en el Quincho" se festejan los cumpleños de Loro y Silvia, la ahijada de mis padres, la tuca, para todos. Danii, mi hija, ocupa su lugar en el centro. María, delantal turquesa, patitas chuecas. Maruca Tolosa, esa querida amiga que está y estuvo siempre, sacó la foto, recuerda mi madre. El resto de los invitados estábamos llegando tarde. Como siempre.

viernes, 2 de noviembre de 2007

jueves, 1 de noviembre de 2007

¡Adelante los que quedan!

El Radicalismo es el amplio espacio popular donde, los míos encontraron resguardo para su sueño. El Partido de la Unión Cívica Radical con sus contradicciones y antinomias irreductibles siempre los contó entre sus filas.

Los hechos pasados o cercanos están aquí, rondándonos, para que los discutamos, para admirarlos, vivarlos o criticarlos, están, forman parte de nuestra historia; son hombres y épocas diferentes, realidades tangibles de un país, el nuestro.

En la compleja estructura de la sociedad política de ese mundillo de tácticas y estrategias, de violencia verbal debemos agudizar el oido y escucharlos.
El carnet de afiliación a la UCR de mi abuelo fechada en Gral Guido el 13/10/1947, la firma Abel Anibal Cepeda.
La foto fue tomada en el Ateneo Mariano Moreno Banfield 1953 , mi padre, (de pie, segundo, de la izquierda) y "los correligionarios" Giuffrida, Nicolás, Portero, entre otros ... y en el centro de la escena Don Roldan, de impecable traje blanco, a su derecha, el Dr. Oscar Alende, el Bisonte, maipuense de nacimiento, quien años más tarde, sería electo Gobernador de la Provincia (1958-1962).

No se concibe la política sin la historia, que como advierte Cervantes " es aviso de lo presente y advertencia de lo porvenir".

"Los pueblos se suicidan cuando dan en creerse a sí mismos inmorales, degradados o corrompidos. El mal existirá siempre en la tierra, pero hoy más que nunca los pueblos libres brillan por sus virtudes. Si os reconoceis venales o abyectos, os gobernaran como a presidiarios..." Domingo F. Sarmiento.

"La vida política en un pueblo marca la condición en que se encuentra, marca su nivel moral, marca el temple y energía de su carácter. El pueblo donde no hay vida política es un pueblo corrompido y en decadencia o es víctima de una brutal opresión" Leandro Alem.

¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!

"... ¡Ah, cuánto bien ha podido hacer este partido si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores. ¡No importa! Todavía puede hacer mucho... Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra, deben consumarla" Testamento político del Dr. Leandro Alem junio de 1896.

Analizando este texto expresa Roberto Farias Alem en su libro Alem y la democracia Argentina ed. Kraft Ltda. 1957. expresa "No tuvo, ni en el último trance, la peregrina ocurrencia de creer que en él empezaba y terminaba el partido, demostrando así, no obstante su poderosa gravitación personal, la acción deleznable de todo personalismo en la evolución y progreso democrático del país."

¡Adelante los que quedan!

miércoles, 31 de octubre de 2007

Si no la perdi... fue por un milagro

Termina octubre, fue en octubre que llegué a la familia. Nací en octubre, por eso amo la primavera, además fue en este mes cuando me bautizaron en la Iglesia de la Sagrada Familia de Banfield, “el mismo día del cumpleaños de la Pita, abuela y madrina. Todavía conservo la medallita de la Virgen de Lujan que atestigua el acontecimiento… Hoy cuando todos o casi andan disfrazados festejando Noche de brujas, yo me refugio aquí para compartir con ustedes este recuerdo. Desde aquel 30 de octubre de 1952, por que no decirlo, veinticuatro días tenía yo cuando el Padre Virano la bendijo y se la entrego a mi abuela y ella la colgó de mi cuello. Por siete años la medallita permaneció allí, hasta que una tarde, mientras mi mamá me “emperifollaba” para una salida de domingo, pegó un grito y en tono acusador afirmó ¡Perdiste la cadenita!.
La casa se revolucionó. Yo no había perdido nada, a lo sumo se había desprendido del cuello y por ley de gravedad fue descendiendo.
- ¿Dónde la perdiste? Interrogaba mi madre mientras revisaba “las pilchas del interior” como las nombraba risueño mi papá.
Yo lloraba y me atajaba con el consabido no hice nada, pero Merceditas estaba fuera de sí… Todos buscaron aquella tarde inútilmente la medallita de la Virgen de Lujan y cuando digo todos son todos, los tíos, mi prima Myrtha, mi hermano, mi abuelo Cesáreo y hasta los vecinos. Pronto el barrio supo que yo, según mi madre, claro está, había perdido la medallita de mi protectora, la Virgen de Lujan y durante semanas, meses, años escuche la historia del viaje al Santuario, en respuesta de un problema de salud… “eras chiquita el médico no llegaba, estas muy mal, y para colmo se corta la luz, en la oscuridad la medallita alumbraba…en ese momento llegó la enfermera con el suero y con ella el Dr. Alende, cuando amaneció respirabas tranquila y la medallita seguía brillando… cuando subíamos las escalinatas de la Iglesia, para agradecer por tu recuperación… te pusiste la medallita en la boca, tratamos de quitártela pero la apretabas más y más fuerte con los dientes. Desde entonces y hasta que la perdiste (insistía Mechita) siempre la estabas mordisqueando a eso se debe la marca, justo sobre el centro de la imagen.
- Si la encuentra usted, Doña Dora, usted Emilia, Teresa, Doña Aida, ya saben… esa medallita es muy importante para nosotros, mucho se lo vamos a agradecer”,
mi padre tenía la costumbre de hablar en plural. “Es la medallita que perdió Liliana”, aclaraba mi mamá, El tiempo pasó, el tiempo no se detiene, y menos para buscar objetos perdidios. Ya sumaban siete los años y el olvido parecia haberse apoderado de la medallita y también de la culpa que yo sentía por “haberla perdido” cuando ocurrió el Milagro.
Un domingo de Ramos de 1966, mi padre rastrillaba mansamente, el rescoldo de una gran fogata que por varios días había ardido en los fondos del terreno de nuestra casa, comenzarían, las excavaciones para los cimientos de la casa que en esa fracción del lote levantarían los tíos. Papá separaba, prolijamente, los alambrcitos humeantes aún, las latitas de conservas de los vidrios y subía los primeros a la pala ancha para descargarlos en una lata cuadrada que mas tarde sacaría para el botellero, que pasaba los domingos por la tarde y “compraba”, sí, por entonces compraban, diarios, botellas, trapos viejos y alambres; cuando la pala hundió en la lata el contenido, por entre la nube gris, tibia y redonda que se originó, escapó un rayito de luz, muy brillante que se clavo en mi mano contaría más tarde mi padre, eso lo hizo volver a la lata y mirar en su interior… nada, sólo un manojo de alambres retorcidos humeando, volvió con la siguiente carga y al volcarla, otra vez por entre la niebla gris que emergía de la boca de la lata el rayito de luz brillante en su mano. Curioso, volcó el contenido aún tibio y rodilla en tierra comenzó a remover con un palo hasta que dio con la lucecita, o ella se dejo encontrar. En un alambre de fardo atada fuertemente a ese cachito de alambre estaba aquel brillito…lo frotó con fuerza sobre la manga de su camisa y para su asombro la chapita tenía una marquita, igualita a… no había dudas, la acaricio suavecito y la pequeña imagen asomó limpia como si el tiempo no hubiera pasado, brillando en el tenue sol de aquel domingo de ramos. La primera en saber del hallazgo fue nuestra vecina Teresa, ella estaba en su patio, cortando las ramas del olivo que llevaría a la misa, y a su regreso, como era su costumbre, repartiría entre los vecinos. Nos separaba entonces un cerco de alambre que en los veranos se teñía de flores amarillas, de alverjillas y madreselvas, pero era otoño y sólo verdeaba el inmenso laurel que marcaba el limite de ambos lotes y el verde acerado del viejo olivo, entre ambos el alambrado romboidal. ¡La medallita, apareció la medallita! Contaba Teresa que oía decir a mi padre mientras caminaba, bordeando el alambre y sujetando su mano lo que parecía un alambre viejo y retorcido. ¡Apareció, sí apareció la medallita! Bajo el agua de la canilla terminó de limpiarse, la fina cadenita estaba tan anudada al trocito de alambre que llevo muchas horas de dedicación su remoción . Todos pendientes y cuando digo todos son todos… parientes, vecinos todos. Cuando la tarea culminó hasta el broche estaba intacto. Yo desperté aquella mañana, en medio del barullo, mi padre, estaba feliz, “no se si es un milagro, sé que no quería irse de esta casa”… dijo y la depositó en mi mano...y mamá subrayó “no la vuelvas a perder”.
Aquí está, con la marquita de mis dientes intacta, en el reverso se lee LIM.30/10/52 es mi medallita, ¡la que no perdí, por un milagro.!

lunes, 29 de octubre de 2007

Fe de erratas

Andaba En Tren de Sueños cuando recordé que no hace mucho Por los Rieles me había llegado hasta la Estación de Gral. Guido y detecte que la fecha del nacimiento de nuestra Estación estaba equivocada.
Recién comenzaba con esto de Internet y no me anime a contactarme con ellos y corregir el error. Hoy más baqueana, dejo esta entrada con la debida corrección y mi recuerdo “para los del lado de la Estación”, para la familia ferroviaria Guidense, de ayer, de hoy, de siempre.
7 de Diciembre de 1880 entre Dolores y Ayacucho, en la línea del Ferrocarril del Sud se inaugura la Estación Velázquez

viernes, 26 de octubre de 2007

Jeppenner, allá lejos y hace tanto tiempo

Esta foto sube a la Gallineta con la misión de regresar con noticias, es cierto muchos de los que están aquí ya no están, ¿no están?, yo creo que siguen aquí, en la memoria del corazón, esa que surge cuando el viento nos trae los perfumes de antiguos rosales, de centenarios paraísos, esa que se escucha por las siestas cuando cantan las chicharras, que huele a fresco de patio recién regado. La memoria del corazón, la que sabe que un día volvemos a buscarnos... "la que elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos" dice Gabriel Garcia Marquez.
Aqui estamos , suspendidos en este pedacito de tiempo Madrices y Algañaraces o viceversa, dijo "Posidonio Leanez” Jeppener Dic/ 1953 Doña Lucía Madrid de Algañaraz rodeada de sus hijos, nueras, nietos, sobrinos y sobrinos nietos festejaba su cumpleaños.
Ahí estamos Tuly, Myrtha y yo Lagesio en brazos de mi mamá…¿ mi hermano? - No se anunciaba aún. Estamos los Madrid Algañaraz Tía María, los tíos Loro, Mochi y mi Papá, empuñando “el cabo blanco”, una historia aparte… ¿Estaría encargado del asado o comiendo? ¡Hincando el diente!, no cabe duda.
Por el lado de los Algañaraz Madrid puedo ver a, los tíos Perico, Quiro, Isaías y Tía Amanda… y las dos Saritas, Sarita de Ramón y Sara de Isaías. También alcanzo a ver a tío Rodolfo Castro el esposo de Amanda y por supuesto los herederos, Quique, Celia, Kuky, Guito y Chochi y acá me detengo… y comienzo a esperar, espero que cuando la Gallineta regrese me traiga noticias de esos primos “con Gen” Algañaraz que hace tanto no veo.

En las viejas y amarillentas fotos el tiempo se ha detenido y nos espera.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Volver... siempre es una fuga


Otra foto, ¡cuántos recuerdos!… los guitarrista los Hermanos Madrid, de izquierda a derecha Benjamín Emilio (Mochi), Deul Victoriano (Loro) y Leonardo Bernabé (el Negro, mi papá), el cantor Bernardo Julián Cheppi, oculta tras los anteojos oscuros Marilu Gascue y… sí, la otra soy yo. ¿Dónde? Casi con seguridad, una fiesta campera en La Plata o por allí cerca. Bernardo Cheppi el grandote, que abraza a Marilu, pinta de pilar de los Pumas diríamos hoy, pero ayer, María mi tía, veia en él “a Calfulcurá”. Esta foto y Gardel (sí, estoy escuchando a Carlitos y cada día canta mejor) cantando “Amante Corazón” me invitan a hablarles de Bernardo Cheppi…
Muchos Guidenses, lo vieron pasar por Gral. Guido… Cantó en aquella fiesta de los ex residente, acompañó a sus amigos hasta la barranca. Volvió un febrero sólo para despedirse, viajaba a radicarse en Brasil, a reencontrarse con sus hijos, sus nietos… y una primavera de 1999 allá se durmió soñando seguramente con… “noches de canto y guitarra, y recordando el pago que lo vio nacer". Dos Naciones. Prov. de Bs. As, un 18 de agosto de 1918

Desde que yo recuerdo con “Cheppi” y familia, andábamos la misma huella, con Pini y Lalo, sus hijos, compartíamos la música de los Beattles, sufríamos nuestras adolescencias en las peñas del Ceibo, las disfrutábamos en la Rural de Palermo. Hasta compartíamos a la abuela Felisa. Cuando la Plaza Dorrego no era turística, la cruzamos a los saltitos, del brazo de tía María rumbo al departamento de los Cheppi, Defensa y Humberto I.
Bernardo fue un artista, cantor, animador, gran bailarín, “hace hablar el pañuelo en los requiebros de una zamba”, decía mi padre, ¡escobillále hermano!, le gritaban los tíos cuando levantaba polvareda en las chacareras. Fue “la Solapa” para mi hija, Danii rebautizó a todos y Bernardo no quedo exento, fue “la Solapa” por un cuento que él le contaba.
El año pasado revisando unos casettes encontré su voz, cantando, como siempre, se lo entregue a Nelly, su esposa que estaba oportunamente de visita, para que se los llevara a los chicos, a Brasil. Yo tengo su voz, su tono en mi recuerdo ahora mismo miro la foto y lo oigo cantar… “Con la pollera yuta / Las trenzas largas, te vi pasar /y ahí nomás a mi zaino /en el guarda patio lo hice rayar./ Desmonté del Caballo /me puse cerca pa' mosquetear /con el alma en un hilo /mi negra linda te vi bailar...

Anécdotas !tantas!... Vacaciones en Villa Gesell en la camioneta Ika, la Estanciera de Kaiser Argentina , viajaban rumbo a “las Playas” Maria Madrid, la abuela Felisa, Pini, Lalo, Nelly y Bernardo al volante. Cuando pasaron por Guido ya era tarde, amenazaba tormenta y los caminos no eran como hoy… en Las Armas empezó a llover y cuando menos lo esperaban la camioneta se fue a la banquina. Nada, la noche y ellos… Contaba tía Maria, “veía a Bernardo todo mojado, chapoteando barro, y dando vuelta alrededor de la camioneta como resero rodeando la hacienda en pleno temporal, y cuando los “refucilos” lo alumbraban parecía el mismo Calfulcurá”. Nelly, su “amante corazón”, intentaba tranquilizarlo, “Pichi, por que no llamás al automóvil club. Corría el año 1965, imaginen ustedes…viento, agua, noche cerrada en el medio del campo, nada. Bernardo la miro furioso, se alejo tres o cuatro pasos y en el medio de la noche y bajo la cortina de agua gritó con toda sus fuerzas ¡¡¡Automóvil Club. Auxilio, Automóvil Club!!!. Casi a la madrugada llegaron unos baqueanos, nunca se supo si por que escucharon los gritos, lo cierto es que los ayudaron a salir de la zanja, y así pudieron seguir viaje en la poderosa Ika, de seis cilindros, a encontrarse con el resto de los Madrid en la naciente Villa Gesell.
Muchos años habían pasado cuando una tarde en esta misma casa, yo les mostraba a mis tíos el primer celular que había comprado, año 90, y hablaba de sus ventajas… María oportuna como siempre comenta "si Bernardo hubiera tenido este aparatito aquella noche, no se hubiera quedado disfónico por tantos días". Siempre presente, siempre formando parte del clan. Bernardo Cheppi, un amigo.
Hoy quise traer a nuestra Gallineta y dejar aquí esta foto y el recuerdo de Bernardo Cheppi, nacido en Dos Naciones, criado en Tandil Provincia de Buenos Aires. Pampa de los pies a la cabeza. Buen cantor, gran bailarín. Gran amigo de sus amigos…, la madre se llamaba Juana Arias, ustedes se preguntaran cómo es que recuerdo ese dato. Bueno ahí va la yapita… “una tarde apareció sobre la mesa, en medio del mate, la torta de manzana y los pastelitos de dulce de membrillo, el viejo padrón que los tíos conservaban y comenzó la lectura de apellidos, nombres y fechas de antiguos pobladores de "El Vecino", en un momento Bernardo interrumpe - ¿Arias, hay Arias? - Tío Loro responde, ¡hay! y da lectura: Juan 1889 y José María 1885.-¿ y quedan de esos Arias en Guido, todavía? - ¡Muchos! responden a coro los Madrid.
- "Mi madre era Arias, Juana Arias dice Bernardo sumergido en la añoranza y agrega, todo parece tan lejano y todo esta tan cerca, capaz que somos parientes…"Nunca supe si lo averiguo cuando anduvo por Gral. Guido.
Hoy siglo XXI, doy fe, sigue habiendo ¡muchos! Arias ,artistas también, ahí esta La Maga que lo confirma. Así que, quién lo sabe, quizá, tal vez, a lo mejor estaban emparentados nomás…
Les dejo las fotos, mientras, yo me quedo escuchando la zamba que Bernardo cantaba con el corazón… en la voz de Jorge Cafrune Zamba de Abril…“Medallón y rastra y un chapiao de vestía la rosa del viejo jardín/ Violin y bombo, con flauta y guitarra, los cielos me daban, las noches de abril.

lunes, 22 de octubre de 2007

Cualquier parecido...es pura coincidencia

“Allá por la década del cuarenta, en Radio Mitre, Juan Carlos Mareco “Pinocho” nos hacía conocer a Wimpi”, ¿te acordás, che ? evocaban mis tíos en una charla de sobremesa. - Garcia Nuñez era el apellido agregaba Don Abel Cepeda, memorioso. Rioplatense, nacido en Montevideo, educado en Buenos Aires, observador del paisano, su idiosincrasia aportaba mi padre… y ya reían a carcajadas recordando a … (pueden creer que lo olvide) y aparecía este libritoLos cuentos del viejo Varela” y comenzaba, tío Loro a leer, por supuesto que siempre relacionaban el cuento con "ese" pariente, o conocido de los pagos de General Guido. Cualquier parecido… es pura coincidencia decían los Madrid cuando comenzaba la lectura de

El Retobao

¡Estaba malo aquella tarde Margarito Pampin! Mate va, mate viene, aprovechaba cuando era la toca del otro -Alipio Montoso- para seguir contando con gesto arrollador: _¡El se cree que por que ej’ el patrón, puede andar basureando! ¿Y uno ej’ un hombre, canejo! ¿Ej’ un hombre o no es un hombre, uno! ¿Ej’ un hombre! ¿Tonce? Jué lo que yo pensé cuando me mandó, ya anochecido, arreglar la rienda e’ la portera. “¡Cómo – me dije pa’ mí - a estaj’hora arreglar la rienda e’la portera! ¿No jué güeno e’acordarse más temprano, con el sol alto?” Y, a más, ¿vos te crees que por acaso me dijo: - “Che Margarito ¿serías deseoso e ‘ir a arreglar la rienda e’ la portera?” ¿No señor! Me da un alambre e’fardo y agarra y me dice, dijo - que yo entuavía pensé pa’ mí: - “¿Cómo? ¡Tonce ya no hay un rispeto pal semejante!” – dijo, me dice:- “¡Tomá este alambre y andá arreglar la rienda e’ la portera que la vide cáida. ¡Movéte, abriboca!”
¡¡Lo que lo oí decir “abriboca”, mira, casi echo mano a la cintura!! Ya había dado el paso atraj’ y todo. Pero dispue, pensé entre mi: -“Desgraciarme por una zoncera, andar a monte, peliar con la gendarmería…” ¿Jué eso que me contuvo! Pero él algo me aberá notado en la mirada, por que agarra y lo que vio que yo tardaba en dir me dijo, dice - “¿Me oiste bobeta? ¡Ya tendería que estar arreglada la rienda e’la portera! ¿Qué estáj esperando? ¿Qué te curta a lazo?” ¡¡Y ahí jué- ¡ves? Ahí jué donde yo me encocore!! ¡ ¡Cómo “curta a lazo”!-pensé pa mi- ¿entoncé quiere decir que en el mundo ejtamo? Persona por persona uno ej tanto como cualesquiera.
En ese momento yega el capatá a decirle que había encontrado la garrapata en la majada y que el carnero australiano se había medio como desortijao, un poco bastante. ¡¡Malo se puso aquel hombre entoncé!! ¡Un Basilisco! Que yo entuavía pensé pa mi: - Ya te vaj arrepentir si con este entripado de áura me seguis destratando trompeta! ¡Yo te viá’enseñar, cabeza de’chanco!, pensé pa mí. Y lo mire, mirá, como para rejundirlo. Decí que él en ese momento taba mirando al capatá y no me véia. ¡Que si me ve, si’arma! Pero un de repente se da guelta- que era lo que yo esperaba, te juro que lo taba esperando. No vea máj’esta luz y me dijo, dice a los gritos- “Si de aquindiej minuto por reló no ejta arreglada la rienda e’la portera, vaj a recibir tanto sogazo que te van a tener que salar!”
Y entonces, Alipio Montoso, mientras le alcanza el mate, le preguntó a Margarito:
- ¿y vos que’hiciste?
¡ y jui, nomás a arreglar la rienda e’la portera! Pero yo lo que quería eran las cosas claras ¿me entendes? A mí, yo, mirá, con las gueltas no la voy. Yo, a mí, al pan, pan al vino, vino…"

Cuentos del Viejo Varela C.y R.Nalé Editores Buenos Aires 1953. Aquí se los dejo para que lo compartan con sus mayores… y cualquier parecido… aún hoy, es pura coincidencia.

miércoles, 17 de octubre de 2007

La tapera...

Foto de José Esteban Guebara

Un álamo intimó con vos su afincamiento
junto a tus tristes y apagados pastizales,
y lentamente, entre raíces y cimientos
fueron creciendo, apaisados, los yuyales.

En una esquina pueblerina y reposada,
donde castigan impetuosas las tormentas,
vas desafiando nubes bravas y violentas
que te lastiman tus paredes adobadas.


Y del jagüel, que solo queda el pozo,
va contorneándose, tímido, en siluetas,
como queriendo escaparse a la paleta
del pincel de un ocaso perezoso.

El tiempo, sofocándose, se aleja,
dando paso a la noche y a las sombras;
cubriendo y tapizando con estrellas
y plateando una higuera con su alfombra.

Las etéreas cenizas de la luna
con su manto intangible y blanquecino
le regalan un tímido hilo fino,
concediéndole un lecho de ternura

Su armadura adobada agonizante
vierte confianza añeja de otros tiempos,
y con las últimas secuencias del aliento
se convierte en esqueleto desafiante
que aún guarda recuerdos de otros tiempos,
cuidando flores y arrullando pájaros,
expresándose en la noche de sus vientos.


Vieja Tapera de techos ya caídos…
de aleros ilusorios…y de jagüel dormido…
Por tu memoria preservo los intentos
de mantenerte intacta en tu presencia,
aún sabiendo que en dos o tres agostos
dormirás calmada en tu cadencia
y serás una desolación acalorada
al reparo de un álamo sombrío,
destacando el contorno de tus ruinas,
pereciendo tu nombre
en la corriente ingrata del olvido.

Tapera hoy, hogar de los ayeres…
con tu ponchada de años, de recuerdos,
como un compás te irás adormeciendo
en la añoranza perdida de otros tiempos

María Bernarda Guebara- octubre de 2007

lunes, 8 de octubre de 2007

En tiempo de votaciones siempre " se encendien hogueras"

El original… vaya uno a saber, aquí, mi familia conservó una copia, martillada, en una vieja máquina de escribir que puede que esté aún en el pueblo, quizá, inventariada en material de rezago. ¡Que más! quisiera yo que dar el nombre del autor, sacarlo del anonimato, del seudónimo con el que firmaba, “Juan Pueblo”, pero no corresponde. Ustedes lo conocieron, doy fe. El tiempo y los dobleces a que fue sometida esta copia, hicieron que tuviera que reconstruir algunas palabras, ¡Que bueno sería encontrar el original! ¿me ayudan?... con esta copia, visiten a los mayores, a los abuelos, a los tíos… y pregúntenles si recuerdan los hechos que aquí se narran.
Lo que sigue paso en el pueblo de Gral. Guido, forma parte de la historia, los nombres han sido reemplazados para no encender nuevas hogueras ¿vio? Lleva por titulo:

El Observador (y ¡la pucha! sí que lo el autor)

Como soy muy verdadero
Y observador de este caso
Vino a Guido (Palazo)
Con sus remiendos traseros
¡San Dios!, traía cada agujero
Como tapa de hervidor
Y hoy vemos a ese Señor
Salir con la valijita
Y adentro una libretita
¡Que es un Señor Inspector!

Que me disculpen les pido
Si me llego a equivocar
Lo que voy a relatar
Este caso sucedió en
Este mi pueblo Gral. Guido
Por que hasta el tiempo es testigo
Dos hombres que eran amigos
Que pudieron ser ustedes
Que por cuentos y mujeres
Se hicieron ¡Muy enemigos!

Estos dos hombres Señores.
Eran inseparables
Y por cuentos en la calle
Estos dos hombres riñeron
Y los del pueblo dijeron:
¡Esto hace mala facha!
Y así empezaron la racha
Estos dos grandes “idealistas”
Y ahora vemos a dos Peronistas
Que están mostrando la hilacha.

De chisme y de puro cuento
En Guido estamos viviendo
Cosas que van ocurriendo
Y así surge el desconcierto
Y vemos en estos momentos
(Cardi) empleado contador
Y (Palazo) inspector
Dos empleados Peronistas
Son los dos bien enredistas
¡Sálvanos nuestro Señor!.

Decían que Doña (Chuzena)
Esa rubia “oxigenada”
Que sale pintarrajeada
Un lindo sueldo tenía
Y que esa rubia no podía
Desempeñar ese puesto
Y así empezaron por esto
A surgir esos rencores
¡Eso es Peronismo! Señores
¡Pelear por el Presupuesto!

(Palazo) esto exponía
Que (Cardi) a nadie pagaba
Y que a él nada le importaba
Si alguno se lo decía
Y (Cardi) con ironía
Se contaba tan seguro
Como que (Cardi) no es mudo
Lo desafiaba a la calle
Diciendo: ¡Usted es un miserable!
¡ So Grandísimo cornudo!

(Palazo) muy valiente
Él se las daba de guapo
Y le dieron tal sopapo
Que le voltearon un diente
¡Delante de tanta Gente!
Para colmo de males
Fue un contrario electoral…
Y perdón si se lo digo
Que a Casa de un Radical
Se fue buscando el abrigo.

Un Dentista callejero
Es un caso resonante
Un consultorio ambulante
Puso (Cardi) primero
Y aquí, en esta me refiero
De este caso sucedido
Entre dos Peronistas de Guido
Como lo vieron Ustedes
Que por cuento de Mujeres
Toda vergüenza han perdido.

¡Que buenos Peronistas!
Resultaron estos Señores
Que siembran odio y rencores
Y dicen se “Idealistas”
Yo digo son enredistas
A mi modo de entender
Lo que debieron de hacer
Tipos de chismes vividos
Es haberse ido de Guido
¡Que no los queremos ver!.

Quedan cuentas pendientes
Y se deben aclarar
Yo, se las he de cantar
Para que sepa el oyente
…Tres mil pesos por un diente
Quiere (Palazo) cobrar
¡Pero si te debes recordar!
Cuando ayer te guarecías
En aquella sastrería
De un honesto Radical.

Y fue en casa de un Radical
De vos (Palazo) tu salvación
Y es por esa razón
Que lo debes respetar
¡Cada cual con sus Ideales!
…Y nos cargaron de males
Y hoy reciben sus reveces
Piense… amigo en las veces
Que insultó a los Radicales.

¡Que se mueran los peludos!
Que no los queremos ver
Cuando te viste en apuros
Para poderte salvar…
Te me fuiste a esconder
En la cueva de un peludo
Hoy te debo recordar
Que has de tener quien te june
¡Dale las gracias a (Chunes)
Ese honesto… ¡Radical!

Juan Pueblo

viernes, 5 de octubre de 2007

Las Mirabilis de Don Abel...

Sorprendida escuchaba a Alejo durante un almuerzo en casa, cuando contaba, con mucha pasión, una increible historia sobre Don Abel y las "reina de la noche", como él las llamaba...

Decía "el Negro" que cuando Don Abel mateaba en el Puesto de Cepeda, ahi a escasos metros de la casa de mis viejos, no solo observaba la naturaleza, que siempre le guiñaba un ojo sino que también se le ocurrían nuevas experiencias para su tierra... siempre plantó mirabilis, de color fucsia, tirando a bordó, traía los gajos prendidos y las plantaba en el campo, cuando parecía que la planta tomaba fuerzas para empezar a crecer y perfumar las nochecitas de primavera, las mirabilis se secaban... Así, muchas veces, sistemáticamente las mirabilis de Don Abel, se secaban...
Hasta aquí, nada es sorprendente, no todos tenemos la misma suerte con las plantas, de hecho yo nunca pude tener "cretonas" porque siempre se me morían, y no porque no las cuidara, en fin...
Alejo retomó la historia, luego de tomar un trago para seguir animando el alma, entonces la cosa se puso interesante. Contó que por debajo de un tímido huequito, en aquella casa blanca donde descansan nuestros muertos, crece una desfachatada e impune "reina de la noche".
Y si, en todos los cementerios crecen flores, pensamos todos, acodados en la mesa, atentos al relato.
Alejo prosiguió diciendo: -¡Es increible! y no lo van a creer pero, por una abertura en la tierra, entre el cemento y la granza, en la tumba de papá, crece una enorme "reina de la noche" todas las primaveras.
A quienes no conocíamos la historia de que a Don Abel se le secaban las Mirabilis que plantaba no nos pareció sorprendente y Alejo aclaró la sorpresa expresando su desconcierto sobre estas cosas que la naturaleza y la sobrenaturaleza nos acercan para hacernos reflexionar.
Las Mirabilis de Don Abel, impecables, sin cuidados, sin riegos, sin caricias; acuden cada primavera desde su propio centro para recordarle que trascendemos a nuestra vida y que aunque ya no estemos, aún nuestros deseos pueden hacerse realidad.

La vida no le dio a Don Abel las Mirabilis que deseaba, pero quizá alguien las riegue en silencio, alguien les hable por él, alguien les corte los hierbajos dañinos y se las regale cada primavera para recordarle que aún después de haber vivido pudo tener sus "reina de la noche"...

Cuando pasen por la tumba de Don Abel, párense a contemplar las mirabilis, acarícienlas, háblenles quizá desde sus pétalos podamos decirle a él cuanto lo quisimos...
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).