sábado, 19 de agosto de 2023

Los jacarandas que plantó el abuelo.

BANFIELD cumple 150 años. Mi mamá nació aquí en 1928. Vivió Noventa y tres (93) años en Banfield. Banfield es mi casa, el barrio, los vecinos, es la huerta en la casa de los abuelos Las naranjas amargas, las ciruelas amarillas, el limonero, la higuera, los cerezos en flor. El fresco, la sombra, la belleza del arbolado público paraísos, acacias, álamos, plátanos,el nogal, la palta, el alcanforero, los tilos…y esos jacarandás que plantó el abuelo Cesáreo en la puerta de su casa de la calle Viamonte 1271 y hoy, siguen de pie cobijando horneros, calandrias, jilgueros y zorzales. Esta foto que comparto me devuelve a los brazos de mi abuelo materno (enero de 1953)
Aquí estamos los dos El abuelo me hablaba de Galicia, de los bosques de carballos (robles) de los cruceiros y los hórreos que quedaron en la aldea. Canturreando muñeiras y jotas cosechaba grelos y nabizas.También hablaba de fútbol fanatico del Taladro En sus charlas siempre estaban los nombres de Luis Suarez, Ediberto Righi, Mouriño, Miguel Converti Valentin Suarez, Lencho. Cuando recordaba el Campeonato del 1951 entraba la política. Nada lo enojaba más. Por las tardes jugaba cartas en el Almacén de Vazquez, Granaderos y Levalle. Solía demorarse en la casa de Anaya en Carlos Pellegrini (hoy Vergara) entre Cochabamba y Chacabuco. Socialista el abuelo y Republicano aclaraba por si quedaran dudas. Cada tarde regresaba de su trabajo en el depósito Brasil de la Cervecería Quilmes. Ĺo recuerdo llegando por la calle Chacabuco el diario en una mano y en la otra la hogaza de pan de Cea; para alimentar su morriña decía mi abuela. Aún le quedaba la parada en el kiosko de Osterwalder en Chacabuco y Pueyrredón para comprar los caramelos media hora que abultaban sus bolsillos. Frente a su casa los jacarandás hundían las raíces ganaban altura se preparaban para regalarnos el maravilloso espectáculo de su floración, dibujando el cielo en la vereda.. También progresaban el parral, los rosales. El jazmín que perfumaría diciembre. Mirando la foto, no tengo dudas el patio y la galería están recién baldeados y la abuela en la cocina atenta a la mermelada de naranja que se cuece lentamente…Imágenes detenidas en el tiempo Mis abuelos llegaron a Banfield en 1924.Compraron su casa, aquí nacieron sus hijos, plantaron árboles y echaron raíces. Después llegaríamos nosotros, los nietos que crecimos a la sombra de esos árboles. Banfield es mi casa, el Santuario de la Sagrada Familia donde mi abuela llevaba los primeros jazmines. Banfield es la estación de tren más linda de la línea Roca y por supuesto son las hormigas que inmortalizó Cortázar en " Los Venenos", las mismas hormigas que hacían renegar al abuelo y hoy me sublevan cuando asaltan mi limonero. Banfield es Mi Club. Allí trabajaba mi tío Jose Oscar (Pepe) Fernández. Banfield es el grito de gooooooooool! que quebraba la monotonía de aquellos lejanos domingos y hoy mezclado con la música de redoblantes, platillos y trompetas entra en casa igual que la pelota en el arco. Banfield es el recuerdo de los Carnavales en el Country. Banfield es el colegio, la bicicleta, los mandados. Es el territorio de mi infancia, que amparo la rebeldía de mi adolescencia y hoy cobija mi vejez. Ahora es mi nieto el que anda en bici por las veredas de Banfield, entra al Country, carnet de socio en la mano, orgulloso de pertenecer. Practica Taekwondo, juega fútbol. Es el que pregunta el nombre de los árboles, el que desafía mi memoria cuando averigua por los propietarios de tal o cual casa o quiere saber la edad del Palo Borracho que está en la plaza, o pide que le cuente cómo eran de altas las palmeras del bulevar de la Av Alsina. Y al pasar por la casa de los abuelos Fernandez mira los altos jacarandas y me dice: Lili estos los plantó tu abuelo, el bisabuelo de mamá, mi tatarabuelo. La rama recuerda su sentido cuando mira el árbol. En memoria de mi familia materna
Cesáreo Fernández. Mercedes Perez los abuelos
Jose Oscar (Pepe) Mercedes (Mecha) mi mamá

jueves, 4 de mayo de 2023

Ecos de lejos


"Ecos do alén" (Ecos de lejos) es el titulo de una bellísima canción de “luar na lubre” un conjunto de música gallega.

Jamás puse un pie en la Praza do Obradoiro, ni traspuse la puerta de la Catedral de Santiago. No peregrine en Xacobeo, No asisti al sobrevuelo del Botafumeiro de Compostela. No conozco la Ciudad de Oro, no he cruzado puente romano alguno, ni mojado mis pies en las aguas del Miño. No he observado el mar desde Finisterre. No he contemplado cruceiros, ni he dejado atrás los hórreos de la aldea. No me he adentrado en la niebla… Nunca he estado en Galicia. Pero una melancolía recóndita se apodera de mi corazón cuando “escoito” la gaita y mis pies se mueven solos cuando suena una muñeira.

Nunca he estado en Galicia pero vaya una a saber que conjuros me llevan en “soños” hasta allí.

Mientras escucho a Luar Na Lubre, transcribo dos viejas recetas de la cocina Gallega.

Esa “cociña” impregno mi infancia con sus olores y sabores. Grelos, nabizas, unto. Almendras, canela. Las castañas asadas, se me antojan todavía. Filloas o freixos o las tortillitas de papa que hacía la abuela, con pocos ingredientes y tanto sabor.

Papas, cebolla, huevos, sal, aceite para freír. Rallaba las papas sobre un repasador (bien limpito) para escurrir el líquido que siempre descargaban. Mezclaba los huevos, la cebolla picadita, condimentaba con sal, agregaba las papas ralladas, dejaba descansar unos minutos. En ese tiempo lavaba el repasador y lo colgaba en la ventana mientras canturreaba en la lengua de sus padres o repasaba los versos de Rosalía de Castro o aquellos que el granadino Federico Garcia Lorca le regalara a Galicia “Bos aires ten unha gaita /sobre do Río da Prata /que a toca o vento do norde / coa súa gris boca mollada”. Recién entonces, comenzaba a freír en la sartén previamente calentada con un chorrito de aceite de oliva (mi abuela usaba oliva, yo también) Colocaba en el centro de la sartén una buena cucharada de la preparación y la aplastaba con la misma cuchara dejándola lo más finita posible. Cocinaba hasta dorar, daba la vuelta, otra doradita y listo!!! Al plato. Si hay papas, hay comida decía la abuela. Las papas nunca faltan en casa.

Las filloas o freixos son panqueques, finitos los primeros, un poco más gruesos los otros, salados o dulces, son típicos de Galicia. Representativos como el pulpo, o la empanada gallega o las “Orellas”. Aquí va la receta de las Orellas (Orejas)

Preparar una masa con 500 grs. de harina común, una cucharadita de polvo royal, una cucharadita de canela en polvo, una pizca de sal, la ralladura de un limón, 100 grs de azúcar, 100 grs. de manteca, 5 huevos, un vaso de leche tibia y una copita de anís. Cuando la masa se despega de las manos la dejamos descansar una hora tapada con un repasador. En el mientras tanto ordenamos la cocina y preparamos la sartén donde las vamos a freír con un buen aceite. Cumplido el tiempo de reposo cortamos pedacitos de masa, estiramos con palote, deben quedar lo mas finitos posibles para llevarlos a freír. Una vez doraditos, los escurrimos en papel absorbente. Antes de trasladar las Orellas a la mesa dejamos caer sobre ellas una lluvia de azúcar impalpable. Las acompañamos con café, chocolate, té o un rico mate. Y que aproveche!

“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).