jueves, 4 de febrero de 2010

Desde Maipú llega

EL AMIGO , de su lectura entretenida e informada me demoro en Biografías Maipuenses Eduardo María Alende, abuelo del Dr. Oscar Eduardo Alende, médico de nuestra familia, vecino servicial, político honesto. El nieto de Don Eduardo M, hijo de Eduardo, recibido de médico fijo residencia en Banfield junto a su esposa, la entrañable, Elena Vicario. Después llegaron los hijos Jorge y Carlos. Fue electo Gobernador de la provincia durante el período 1958-1962. Nunca dejo de ejercer la medicina. Sus hijos le dieron nietos y hasta llegó a conocer a sus bisnietos. Murió en 1996 en la misma casa donde vivió siempre. Se puede hacer política y ser honesto. La fachada de la casa, que habitó, sobre la calle Maipú luce cambiada, donde ayer estaba el amplio consultorio que recuerdo en detalle, hoy hay un local, la misma suerte corrió el garaje. Frente a la pesada puerta de ingreso, casi sobre el cordón de la vereda, una sencilla columna de no más de sesenta centímetros recuerda a los distraídos transeúntes que allí vivió un ex Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

En su libro Mi Memoria Autobiografía de un compromiso con la vida, la historia y su tiempo Ed. Planeta 1988 refiriéndose a su padre expresa: “Si tuviera que sintetizar los dos matices de su conducta pública que más influencia tuvieron sobre sus hijos, señalaría el cumplimiento del deber por sobre toda cotidiana contingencia o necesidad personal y la imposibilidad de considerar el uso de un cargo público -grande o pequeño- como instrumento para logros reñidos con la equidad. La repugnancia -con desmedro a veces de la obligación que crea el amor a los de su propia sangre- en favorecer a familiares y amigos fue su norma y también la nuestra. Esta severidad, este rigor de funcionario probo, parece hallarse a espacios siderales, a millones de años luz, en nuestro tiempo.”

Esta foto, la mostré aquí mismo alguna vez, pertenecía a mi papá, es de los años cincuenta cuando la militancia era heroica. Allí lo vemos al Dr. Oscar Eduardo Alende sentado (segundo de la izquierda) junto a ese grupo de correligionarios entre ellos mi padre. Miro la vieja foto y trato de recordar el sonido de su voz señalando “al autoritarismo no le importa el número de las fuerzas opuestas, si logra neutralizarlas en soledad.” ¿Actual verdad?
¡Gracias Maipú!
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).