domingo, 16 de septiembre de 2007

"La Lobita del Parque Lezama"

El sábado 15 de septiembre leo en Clarín “Roban dos estatuas de 1921 en Parque Lezama”, y me detengo en foto… y viajo al pasado, a mi infancia.
Parque Lezama, otoño, ¿año?, no recuerdo con precisión, pero es la década del sesenta, la visita al Museo Histórico Nacional incluía un paseo por el parque, ellos, los tíos Madrid, asentaron precedente en esto de las visitas didácticas, tía María (la Negra Madrid) llevaba, caramelos, pero, los papelitos había que guardarlos en los bolsillos o dárselos a ella, nunca tirarlos, “no por que otros, ensucien la calle, vos tenés que hacer lo mismo. ¡Aquí está!, ¡de ahí viene! Ese, es el origen de esta costumbre, de acumular papelitos en los bolsillos y en las carteras!!!
El Parque Lezama, la Iglesia Ordoxa Griega con esas cúpulas, que María bien describe, cuando anota en su viejo cuaderno Laprida de 100 hojas…

“Es Otoño, el Parque gime, cruje, se queja cuando mis torpes pasos provincianos pisotean la alfombra de ocres, sepias y ambarinos que la mano competente y experta de los paisajistas han negociado con esta Capital derrochona, yo guardo en mi memoria los mustios, desteñidos y pálidos otoños que la naturaleza le ha obsequiado a mi pueblo.
El Sol se asoma tímido detrás de las nubes, de pronto como gigantescas cebollas de un hermoso color turquesa, que el cielo gris del otoño destaca con mayor énfasis aparecen ante mis ojos las cúpulas de la Iglesia Griega, y no me alcanza el asombro ante toda su belleza y pienso en la torre cuadrilonga de mi Iglesita, allá en Guido” (no tiene fecha)

¡Mira! allí está “La Lobita de Roma, amamantando a los niñitos” así llamo ella a la estatua, mientras me contaba la Leyenda de Rómulo y Remo, para acallar mi preguntadera, prometió, que cuando regresáramos me "prestaría" el libro de Historia de Roma donde yo “solita” podría leer la leyenda, y cumplió. María siempre cumplía lo que prometía.
Debo confesar que lo que más gusto de esa excursión, sin duda, fue la barranca sobre la Avenida Paseo Colon, ¡cuidado, nenita!, me advirtió, "es peligroso asomarse", siempre atenta, vigilante, protectora…

¿Habrás pensado ese día, María Madrid, en las barrancas de tu laguna de Guido? Hoy a la distancia y hojeando tu cuaderno, estoy segura que sí, y lo escribiste para que lo encontráramos algún día, detrás de la receta de la torta “perfumada” de naranja. Aquí está, no tiene titulo ¿importa eso?

Desde las Barrancas veo solo juncos
Donde ayer hubo agua, limpia y ondulante
Hoy solo crece junco y totoral
Algunos patos, unas cuantas gallaretas
Y esos teros cabeceadores y chillones
Que en vuelo raspante me descubren.
Dando aviso a otros nativos
Desde lejos un chajá vigilante
Me grita que la vieja laguna resiste
Se achica silente por el canal
Que la saca al mar, pero aún resiste.
Yo voy por el bajo juntando recuerdos,
Se me muere la tarde frente a mis ojos,
Se desangra en los montes del Mirador
Yo voy por el bajo juntando recuerdos,
La luna se apiada de tanta negrura
Y se viste de noche, se enjoya de nácar,
Se moja los pies en el último charco
Y mi vieja laguna se vuelve de plata
Y yo desde la barranca la miro
Y como ella, resisto.
(1964) Ofelia Madrid (Negra)


Continúo leyendo “La loba del Parque Lezama ya no tiene a quien amantar: entre la noche del jueves y las primeras horas de ayer, alguien se robo las figuras de Rómulo y Remo…”
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).