lunes, 17 de agosto de 2009

Las cosas por su nombre



Museo Histórico Municipal
del Vecino
General Guido. Buenos Aires. Argentina







“Hilar lo descosido”

En mi infancia la palabra vecino era un cerco de ligustrina y Emilia. La madreselva, el laurel y Doña Dora regando la quinta. Un labeinto de cañas de tacuara y más allá los árboles cargados de naranjas, limones y mandarinas que Don Manuel, cuidaba con celo. Esos eran mis vecinos y estaban en mi barrio. Pero cuando aprendí a leer descubrí otro Vecino. Ese día -que al decir de mis tíos- me había convertido en un verdadero peligro para sus secretos, encontré la partida de nacimiento de mi padre y supe que él había nacido en el Pueblo de General Guido, Partido de Vecino. La aclaración no se hizo esperar “Sí, efectivamente, ese fue el nombre del Partido donde nacimos. Así se llamaba nuestro pago desde mucho antes de la época de Rosas, ahora nadie recuerda aquel nombre, hoy todos lo conocen como General Guido. Pero hubo un tiempo que el Pueblo también se llamó Vecino”. Y para certificarlo papá buscó el Boleto de Compra de la casa de los abuelos Madrid. Seguramente hubo una catarata de ¿y por qué?, pero no la recuerdo. En cambio no olvido el enorme diccionario de tapas amarillas desasnándome. Las dudas se dilucidaban entrando en el Sopena Ilustrado Vecino, palabra que deriva del latín vicinus que, a su vez, viene de vicus, que significa barrio, lugar. Vecino aquello “cercano, próximo o inmediato en cualquier línea”.

Tampoco olvidé el día que visitando el Cabildo de Buenos Aires la profesora de historia que nos acompañaba en el recorrido contó que en la época colonial “vecino” era como un titulo nobiliario, que habilitaba, a los vecinos a formar parte de las Juntas de Gobierno. Como yo era “digamos”, muy bien reconocida por aquella profesora, mientras recorríamos el histórico paseo le conté que mi familia paterna era oriunda de un lugar llamado Vecino y que a mi me gustaría saber el por qué de ese nombre. La Profesora estaba por demás atenta a sus otras alumnas que andaban fascinadas con la histórica guardia del Regimiento de Patricios y mientras apuraba el paso por las rojas baldosas de la Sala Capitular me dijo: Vecino pudo ser el apellido de alguien que recorrió esa zona por primera vez asentando en su bitácora algún accidente geográfico con su nombre, por cierto es un antiguo apellido español que llegó con los primeros Adelantados, pero mejor averigua en la biblioteca, busca la Gran Enciclopedia Argentina … y salio apuradísima a disolver el tumulto que se había formado en torno a los desarmados integrantes del Regimiento de Infantería 1. Demás esta aclarar que rápidamente me sume a aquella asonada.

En el momento que Dirección de Cultura de la Municipalidad de Guido, allá por el mes de abril, dio a conocer las bases para el concurso Un Nombre para el Museo Histórico Municipal, algo parecido a un eco abrió una avenida hacia el tantas veces nombrado Cañadón del Vecino Por allí me dije debe buscarse el nombre. Había que justificarlo y me puse a trabajar.

Me acordé de las palabras de aquella inolvidable profesora de historia y fui por la Gran Enciclopedia Argentina escrita por Diego Abad de Santillán ¡¡ Eureka!! Vecino, estaba escrito con z y remitía a los Jesuitas. Había que seguir la pista de los padres Jesuitas, rastrear, averiguar, explorar. Y a eso me aboque durante casi sesenta días.

Ahora sabía que noventa años antes que Juan Manuel de Rosas firmase el Decreto creando el Partido de Vecino, el Jesuita Cardiel menciona en su Diario de viaje “campos situados al NO de los Montes y Laguna del Tordillo, y de cierto lugar singularizado mediante la leyenda descriptiva de Corral de los Vezinos” y además que ese lugar pertenecía a la Reducción Nuestra Señora de la Concepción de los Pampas.

Me preguntaba ¿Cómo habrá sido aquel lugar?, ¿Quiénes lo habitaban?. Y como cuando jugaba en mi laberinto de cañas iba paso a paso buscando la salida. Sin proponérmelo había comenzado lo que Félix Luna llama hilar lo descosido ese acto de “releer- y repensar - lo que ya está dicho y escrito […] ver aquello que a primera vista no se distingue; establecer las relaciones ocultas entre los sucesos, personajes, movimientos, etapas, ideologías; es hilar con el hilo de (nuestro) pensamiento lo que aparece como descosido”.
¿Por que Corral de los vecinos? Y allí estaba Don Alfredo Pedrós con su articulo "Detrás de los nombres" ayudándome a visualizar aquel paraje como un Corral de Vecinos del estilo sevillano con origen en "los adarves árabes -callejones ciegos con una sola entrada- y más propiamente en el curralaz mozárabe -corral sobre el que se abrían las puertas de las viviendas".
Pronto se sumaron las colaboraciones de los amigos de la Web Naddeo, Sachela, Pirali entre otros y esta maravilla que es Internet se convirtió en mi asistente de tiempo completo.

Pude saber que treinta y cuatro años después del paso del Padre Cardiel el Corral de Vecinos seguía allí, lo confirma el Tratado de Paz firmado entre el Virrey Vertiz y el Cacique Cuyupulqui que me acerca la generosa mano de Juan Carlos Pirali "Tratado de paz con los indios. 27-07-1782" "Se concede al cacique Cuyupulqui que pueda potrear en las campañas incultas, desde la frontera de Chascomús hasta el Tuyú y Corral del Vezino". Fue tomado del A.G.N. División Colonia. Sección Gobierno. Legajo 9. Sala IX 1782-1792. No hay dudas que se refiere al actual General Guido. Fdo Pirali

Mucho me ayudaron las charlas de la sobremesa familiar. Los relatos que amigos y parientes contaban en aquellas concurridas mesas.

Serpenteando las barrancas de la Laguna del Mirador que los antiguos nombraban “del Carnero” iban y venían los recuerdos reproduciendo las resonancias en imágenes, fotos.
La foto congela el tiempo real. El tiempo que tenía era sólo el de una foto desleída. Necesitaba contar la historia pero como, yo no pertenezco a la comunidad de Gral. Guido, ya me lo hicieron saber en alguna oportunidad, como iba a narrar esta foto que había encontrado.
Entonces deduje que si retornar en la línea del tiempo es renacer, que mejor que hacerle llegar el borrador al Centro de Jubilados y Pensionados Renacimiento de Gral. Guido. Sesenta días de trabajo, se condensaron en quince hojas A4 incluida la bibliografía. Lo envié y me quedé a la espera de una respuesta.

Hace apenas una horas, al conocer el nombre, que llevara el Museo Histórico de General Guido, al saber que otras Instituciones también propusieron este nombre exclame ¡Guau! valió la pena.
Alguien escribió "Somos la prolongación de un viaje en el tiempo. El presente es fugaz, el pasado milenario y el futuro la eternidad"
Pienso en esos hombres y mujeres dejaron su huella, plantaron el árbol, alumbraron los hijos y comenzaron a escribir la primera página de la historia del pueblo de General Guido.
Pienso en los primeros arrimados al Corral de los Vezinos emergiendo del olvido... y en estos los versos de Olga Orozco
He aquí unos muertos cuyos huesos no blanqueará la lluvia,
lápidas donde nunca ha resonado el golpe tormentoso de la piel del lagarto, inscripciones que nadie recorrerá encendiendo la luz de alguna lágrima;
arena sin pisadas en todas las memorias.
Son los muertos sin flores. No nos legaron cartas, ni alianzas, ni retratos.
Ningún trofeo heroico atestigua la gloria o el oprobio.
Sus vidas se cumplieron sin honor en la tierra,
mas su destino fue fulmíneo como un tajo;
porque no conocieron ni el sueño ni la paz en los infames lechos vendidos por la dicha, porque sólo acataron una ley más ardiente que la ávida gota de salmuera. Esa y no cualquier otra. Esa y ninguna otra.
Por eso es que sus muertes son los exasperados rostros de nuestra vida.
Las Muertes. Olga Orozco.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).