viernes, 23 de noviembre de 2007

Abriendo Caminos

Literalmente eso hizo mi padre, mientras anduvo en la vida, abrir caminos mientras trabajaba enVialidad; Somariva, De Carli, Lastiri, Ybarra, son solo algunos nombres que se grabaron en mi disco rígido, hoy reaparecen frente a una caja de fotos que acaba de desfondarse, todas chiquitas, imposibles, en muchas, distinguir “a los atrapados”.
Abrir caminos, pienso mientras recojo estos pedacitos de tanta historia desparramada y los dejo sobre la mesa. Es unir puntos, tejer redes...¿Qué hubiera hecho nuestro Madrid, si estuviera hoy aquí mirando estas fotos y con la computadora tan cerca? La respuesta surge naturalmente, desde la radio, que en esta casa permanece encendida las veinticuatro horas, " La Siesta Inolvidable" recuerda a Adolfo Castelo y pone su voz en el aire, y escucho al inolvidable Adolfo decir “si no quieren entender, es que no tienen memoria”… me apodero de la sentencia y digo, "para entender se necesita memoria", y Nuestro Madrid construyó esa memoria, para cuando necesitáramos buscarlo, pudiésemos encontrarlo, en las cosas simples y entender.
Estaría fascinado con esta tecnología, publicaría fotos, recordaría las anécdotas, nos describiría los lugares con tanta fuerza, que nos ensordecería el ruido del mar en la Cueva de Tigre, en Necochea, chocaríamos con la fuerza del incesante viento de Comodoro Rivadavia; abriríamos grandes los ojos para descubrir en suyos, la Cordillera de los Andes y “comprender entonces, la dimensión de la hazaña de San Martín al cruzarla”. Sentiríamos menos frío por las mañanas cuando recordáramos como eran aquellos fríos inviernos en el campamento cuando “el agua en la palangana se escarchaba”.
Abrió caminos y en las banquinas sembró pacientemente, sabia que regresaríamos algún día para recoger la cosecha; él también lo había hecho a su turno, “es la ley de la vida expresaba, los padres tenemos la obligación de trazar mapas con nuestras experiencias, y entregárselos a los hijos cuando estos empiezan a volar, ellos elegirán las rutas por donde continuar, si se equivocan volverán atrás, más conocedores, buscaran el mapa y retomaran el camino. Así son las cosas… “Para se baqueano hay que perderse una vez”
Olorcito a carne asada salta la pared de la casa vecina, los albañiles descansan, almuerzan, en este Banfield, que están ayudando a cambiar, que crece en altos edificios, pero conserva todavía, el Galpón que ocupó la Empresa Ybarra, o la casa donde vivieron el Ingeniero Capelino con su esposa Mary Lorente; el hermoso altar de la Iglesia de la Sagrada Familia, y los ceibos, los palos borrachos y las acacias de la placita de la Estación, este olor me recuerda cuando nos convocaba a la mesa, colgaba “el chimango” para avisarle a Danii que “la comida estaba a punto”, ajustada la mano en “el cabo blanco” prometía aquello que recordé hace unos días “para mi la cola es pecho y el espinazo cadera menos la pulpa´ el cuarto denmen la presa que quieran”… ¡era así, por que del pollo siempre le tocaba “el fuselaje”…después vendrían las largas sobremesas y “el tiro de la manzana a la punta del cabo blanco” los cuentos, los recuerdos, la memoria.
Y cuando veo el molinillo con el que sábado por medio, rallaba el pan viejo, bolsas “de galleta rallada”, que después compartía con los tíos, la Pita y hasta “ligaban” los buenos vecinos… yo ayudaba, sólo, algunas veces por que él decía que no aceptaba consejos, que era “atravesada como trote de perro” y eso me enojaba. También me llamaba “la comunera” me corregía diciendo “pa´ saber lo que es empacho hace falta haber comido”, “que sabe el burro de confites si nunca fue confitero” “otra cosa en con guitarra, compañera”.
Cuando yo afirmaba “mis amigos” él recitaba por lo bajo a Enrique P Maroni. “Mis amigos son contados / los demás son adulones / que hoy me aplauden y luego me regalan sus olvidos / salvo raras muy honrosas excepciones / yo no tengo casi amigos tengo simples conocidos…” Sabedor que algún día comprenderíamos que el titulo de Amigo no es para todos.
El aroma a las tostadas, recién sacadas del horno, untadas con manteca, su especialidad, el mate siempre apaciguador, las palabras cruzadas, un libro, el silencio, Gardel, Guido, Mar del Plata, Coronel Vidal, Ayacucho, Necochea, Energía, Quequen, Lobería, Bahia Blanca, Comodoro Rivadavia, Santa Fe, Entre Ríos, Mendoza, San Juan; Corrientes, y en “El Toro” todo el chamame; 1971 Villa Angela Chaco Landriscina y familia.
Byrne, Zubercasse, Ripodas, Don Mario Pardo, Montevideo, Cabarcos y Galmes, Lomas de Zamora Azara y Portela, las tías Algañaraz, Chopo, el amigo Hernández, Víctor Abel Jiménez… todo se junta en esta mesa cubierta de fotos. No tengo dudas estas, son las fotos que mi padre hoy subiría al blog, mañana seguiremos recorriendo esos caminos, para continuar acercando fotos y memoria.



“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).