La tolerancia, hija del razonamiento, contempla el mundo en luz divina.
Comprende. Justifica.
Acepta cada hombre tal cual es, no pretende que el acero flote en el agua, ni que un trozo de ceibo sea más duro que el acero.
Considera aquella tremenda confusión interna que padece cada uno; cuán peregrinos son los estados de alma simples, los pensamientos sin mezcla.
¡Difícil apreciar lo que desea o se propone un hombre! ¿Acaso él mismo lo sabe? ¿Acaso los resultados se parecen a sus esperanzas?
Por esto dijo Jesús: ¡No juzguéis!
Porque hijo mió, ¿Cómo juzgar sin justicia?
Comprende. Justifica.
Acepta cada hombre tal cual es, no pretende que el acero flote en el agua, ni que un trozo de ceibo sea más duro que el acero.
Considera aquella tremenda confusión interna que padece cada uno; cuán peregrinos son los estados de alma simples, los pensamientos sin mezcla.
¡Difícil apreciar lo que desea o se propone un hombre! ¿Acaso él mismo lo sabe? ¿Acaso los resultados se parecen a sus esperanzas?
Por esto dijo Jesús: ¡No juzguéis!
Porque hijo mió, ¿Cómo juzgar sin justicia?