martes, 10 de julio de 2007

¡¡Hola!!, aquí estoy

En Diez días pasaron muchas cosas, escribí cartas, recibí noticias de María Guebara, envié invitaciones, hable horas por teléfono, agoté el crédito del celular, llamé a Marilu, di una ojeada a Semana Maipuense, finalice la lectura de “El Derrumbe del Humanismo” de Muchnik y Garvie… y hasta ¡¡nevó en Banfield!! Como pueden ver.
Ustedes, Guidenses, siguen remisos a incorporarse a este espacio ¿Porqué?

... mientras espero, tomo un cafecito bien calentito, Bubu, nuestro perro, el de la foto, duerme su siesta frente a la estufa, yo, les cuento que...
Hace mucho, muchísimo tiempo, en un reino perdido había un Rey que cansado de las disputas entre sus súbditos, convoco una noche a sus alquimistas y les pidió un conjuro, una niebla gris cubrió la comarca, aquella noche, llegó el olvido.
El Rey creyó haber encontrado la solución y envió a un pregonero a difundir la noticia. ¡Ahora todos serán felices, cada mañana empezaran sin recuerdos molestos, no habrá tristeza, ni añoranza, ni rencores, ni saldos a cobrar, ni deudas por pagar, no mas compromisos, ni conflictos, ni obligaciones. No más lágrimas, ni despedidas. Se acabó la historia!
Y así pasaron los días, los meses, los años, hasta que una mañana entró en la plaza del pueblo un viejo cuenta cuentos, y como lo ordena su oficio comenzó a contar una historia, al día siguiente cuando volvió a la plaza observo que los asistentes nada recordaban del relato anterior, recomenzó una u otra vez, así paso hasta el tercer día, pero nada cambió, había llegado a un pueblo sin memoria. Cansado, preparó sus cosas y volvió al camino. Pronto se topo con un jinete montado en un fatigoso caballo blanco
- ¿De donde vienes forastero? pregunto entonces el caballero.
- De un pueblo sin memoria dijo el cuenta cuento y relató lo sucedido.
- ¡Volvamos! dijo el viejo caballero, yo te ayudare a que ellos te escuchen y tu me ayudaras a que ellos me recuerden.
Esa noche cenando en el desusado parador del pueblo el viejo caballero narro a su historia.
- Yo era el Rey de esta comarca y cansado de estar siempre melancólico, solucionando los conflictos que mis súbditos me traían, una noche convoque a los magos y festeje su hechizo, la niebla gris de la desmemoria, fue entonces un buen artificio. A los pocos días arrepentido quise volver todo atrás pero había olvidado cómo hacerlo entonces esa noche, apesadumbrado salí de la ciudad, nadie sabia quien era yo, nadie me recordaba Lejos ya de mi reino empecé a buscar. He recorrido el mundo cuenta cuentos, buscando y buscando la magia que deshaga aquel hechizo y ahora vuelvo y te encuentro en mi camino, tu tienes el artilugio que busco, tú me ayudaras, seremos un equipo, cuando tu empieces a relatar, yo entrare en el relato… y tu preguntaras, y yo hablaré, no dejaras de preguntar una y otra vez, cien, mil veces si fuera necesario, diré sus nombres, los de sus ancestros, encenderé con palabras los fuegos que nos reunían, modestos, jactanciosos, humildes, petulantes, sencillos, vanidosos; hablare de las fiestas que nos convocaban, de las alegrías y de las tristezas, no dejaremos que se duerman. Si logramos que se mantengan despiertos, una noche, solo una noche, la memoria vencerá al olvido.
-¡¿Pero Majestad!?, dijo alarmado el cuenta cuentos, mañana será un caos, se cobraran antiguas deudas, se reclamaran apolillados compromisos, habrá conflictos, volverán los rencores, las envidias, las peleas… y tu melancolía.
- Sí, cuenta cuentos, interrumpió el viejo y cansado monarca, ¡¡pero estaremos vivos!!.

Hasta la próxima, y recuerden que aquí los esperamos, para hacer memoria.

“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).