Anoche, mientras leía a Maria Guebara en La Matera , y veía las fotos de la Casa que alberga al Museo Municipal, pensaba que en todas las familias siempre hay alguna mujer que se pone al hombro la memoria familiar, los dichos, las anécdotas, los refranes, las canciones, los remedios caseros, los dolores, las confusiones, los arrepentimientos, las cobardías, los disgustos, los sonrojos, la vergüenza, las bienaventuranzas, los triunfos… en fin, sólo las mujeres recordamos esas pequeñeces, para nosotras el espacio es detalle, no dejamos de lado ni el rechinar de una puerta, ni el color de una pared, ni el perfume del viento. Nos apegamos a lo efímero y a fuerza de repetirlo, lo volvemos perdurable. Recordar es siempre volver a casa, es descubrir la pilastra vital que nos sostiene.
Y ahora, otra de mis muchas pequeñeces.
“los bencejos se han ido de un día para otro, es señal de que se acerca por aquí el invierno” me escribe mi hermano desde España, y yo pienso en las primeras golondrinas e irremediablemente viajo a General Guido.
( Autor de esta maravillosa foto: Alejandro Daniel Sanchez, Cisnes de cuello negro en la laguna Kakel Huincul, Maipú, Bs. As., Argentina. Lo que vuela atrás es una golondrina)
Guido era entonces, la bicicleta, la libertad, la puerta sin llave, la laguna cubierta de juntos, poblada de gallaretas y patos, rodeada de duraznillos; los malvones asomando en los macetones derramando colorido y la plaza, la gente, los afectos.
Marilu, lavaba en la pileta del patio, cuando nos vio llegar, esa primavera de la década del 60, era 24 de septiembre, el día de Nuestra Señora de la Merced y llegábamos con mi tía Maria, solo, para “abrazar a Marilu”.
Por la tardecita llegó a la casa Gascue, Don Abel Cepeda, despues de los saludos de rigor dijo:
Guido era entonces, la bicicleta, la libertad, la puerta sin llave, la laguna cubierta de juntos, poblada de gallaretas y patos, rodeada de duraznillos; los malvones asomando en los macetones derramando colorido y la plaza, la gente, los afectos.
Marilu, lavaba en la pileta del patio, cuando nos vio llegar, esa primavera de la década del 60, era 24 de septiembre, el día de Nuestra Señora de la Merced y llegábamos con mi tía Maria, solo, para “abrazar a Marilu”.
Por la tardecita llegó a la casa Gascue, Don Abel Cepeda, despues de los saludos de rigor dijo:
- ya llegaron las golondrinas desde “San Juan Capistrano” ... ¿Las viste vos, nena?, pregunto.
- no respondí, tímida.
- Mañana cuando caiga la tarde, cruzate a la plaza y mira el cielo, y las vas a ver, después vas y le contás a tu padre… y decile, que dije yo, Cepeda, que te cuente, si es que él sabe, dónde queda el campanario de Capistrano, aunque yo creo que tu padre, nena, no sabe nada…
Yo lo mire con bronca, y tía María me dijo al oído te esta haciendo una broma, Abelito es un amigo, pero yo estaba muy resentida, así que me aluné, y salí al patio a refrescar mi sonrojo, a rumiar mi rabia.
Al día siguiente regresábamos con María de visitar a tía Rosa Brigñole de Madrid (la abuela de Pepe Seresini) cuando vimos las primeras golondrinas, y cruzamos a la plaza, los rosales sahumaban el aire, y Maria empezó a canturrear, Criollita de mi pueblo / pebeta de mi barrio /la golondrina un día su vuelo detendrá /no habrá nube en sus ojos /de vagas lejanías /y en tus brazos amantes /su nido construirá… ¡cantaba lindo María!
Cuando volvimos a Banfield lo primero que hice fue darle a mi padre el mensaje:
-dijo Cepeda que si sabes, me digas dónde está el campanario de Capistrano… él dice que vos no sabes nada, yo me enoje mucho, no le voy a hablar nunca más.
- no respondí, tímida.
- Mañana cuando caiga la tarde, cruzate a la plaza y mira el cielo, y las vas a ver, después vas y le contás a tu padre… y decile, que dije yo, Cepeda, que te cuente, si es que él sabe, dónde queda el campanario de Capistrano, aunque yo creo que tu padre, nena, no sabe nada…
Yo lo mire con bronca, y tía María me dijo al oído te esta haciendo una broma, Abelito es un amigo, pero yo estaba muy resentida, así que me aluné, y salí al patio a refrescar mi sonrojo, a rumiar mi rabia.
Al día siguiente regresábamos con María de visitar a tía Rosa Brigñole de Madrid (la abuela de Pepe Seresini) cuando vimos las primeras golondrinas, y cruzamos a la plaza, los rosales sahumaban el aire, y Maria empezó a canturrear, Criollita de mi pueblo / pebeta de mi barrio /la golondrina un día su vuelo detendrá /no habrá nube en sus ojos /de vagas lejanías /y en tus brazos amantes /su nido construirá… ¡cantaba lindo María!
Cuando volvimos a Banfield lo primero que hice fue darle a mi padre el mensaje:
-dijo Cepeda que si sabes, me digas dónde está el campanario de Capistrano… él dice que vos no sabes nada, yo me enoje mucho, no le voy a hablar nunca más.
Entonces Madrid se rió chiquito y moviendo la cabeza dijo: "El Loco Cepeda", ¡es más que un amigo! Y me contó que San Juan de Capistrano quedaba en California Estados Unidos, sobre la costa del océano pacifico. Cada año las golondrinas regresaban a sus nidos, el 19 de Marzo día de San José, “llegan al campanario de la Misión y las campanas se echan a volar para celebrarlo” y el día del santo patrono de la misión, el 25 de octubre, comienzan el regreso, pero Cepeda no sabe, él está convencido que las golondrinas que ve en el cielo de Guido desde septiembre son las de Capistrano.
Yo lo mire fascinada, orgullosamente fascinada… entonces Madrid viejo, en tono cómplice agregó, dejemos que crea que son las de Capistrano y salio al jardín silbando… Golondrinas de un solo verano /con ansias constantes de cielos lejanos /Alma criolla, errante y viajera / querer detenerla es una quimera. ¡Silbaba lindo Madrid!
Nunca olvide ese día, pasaron los años, me fui amigando con Don Abel y siempre que nos encontrábamos entre otras cosas hablábamos de las golondrinas y de Capistrano.
En febrero de 1990, estando en Guido, en la cocina de casa, conversando con Don Abel Cepeda, recordé esta anécdota, entonces Don Abel, se rió chiquito y moviendo la cabeza me dijo: El Negro Madrid, tu padre, ¡Que amigo! ... Después, fue el silencio.
En febrero de 1990, estando en Guido, en la cocina de casa, conversando con Don Abel Cepeda, recordé esta anécdota, entonces Don Abel, se rió chiquito y moviendo la cabeza me dijo: El Negro Madrid, tu padre, ¡Que amigo! ... Después, fue el silencio.
Buscaba una foto donde estuvieran juntos mi padre y Don Abel, encontré esta, año 1978 Reunión de Ex Residentes. Don Abel, micrófono en mano, mi padre brazos curzados, como apretando ese corazón que latía desbocado...
Les cuento que mientras escribo Gardel está cantando, desde un CD, impecable… "Golondrinas con fiebre en las alas /peregrinas borrachas de emoción /Siempre sueña con otros caminos/ la brújula loca de tu corazón...
¡Madrid tenía razón, Gardel cada día canta mejor!
Ahora, a esperar las primeras golondrinas.
Ahora, a esperar las primeras golondrinas.