Maestra
De la mano de Dora mi maestra primera
comencé los palotes y logré con paciencia
llegar a las palabras con tenaz insistencia
que alentó con su empeño de manera sincera.
Evoco de esos días su prestancia señera
brindando convencida su probada eficiencia
para educar segura de legar su experiencia
porque dentro sentía vocación verdadera.
Rememoro en el tiempo las mañanas de invierno
cuando el viento pampero parecía escarchado;
el vasito de leche por ella convidado
tenía la tibieza de su calor materno.
¡Maestra de los años de apacible inocencia
mi corazón te ofrece la mayor deferencia!
He dejado que en versos fluya del sentimiento
en un canto sencillo la noble gratitud
para aquella que un día alumbró el conocimiento
que grabado en el alma perdura en plenitud.
Norma Ester Montenegro
De la mano de Dora mi maestra primera
comencé los palotes y logré con paciencia
llegar a las palabras con tenaz insistencia
que alentó con su empeño de manera sincera.
Evoco de esos días su prestancia señera
brindando convencida su probada eficiencia
para educar segura de legar su experiencia
porque dentro sentía vocación verdadera.
Rememoro en el tiempo las mañanas de invierno
cuando el viento pampero parecía escarchado;
el vasito de leche por ella convidado
tenía la tibieza de su calor materno.
¡Maestra de los años de apacible inocencia
mi corazón te ofrece la mayor deferencia!
He dejado que en versos fluya del sentimiento
en un canto sencillo la noble gratitud
para aquella que un día alumbró el conocimiento
que grabado en el alma perdura en plenitud.
Norma Ester Montenegro