jueves, 4 de octubre de 2007

La Mirabilis

Primavera las “Buenas Noches, o Damas de Noche”, se han adueñado de mi jardin favorecidas por esta lluvia han desbordado con total impunidad los canteros; mientras las circunscribo, recuerdo que la primera vez que alguien las nombró "Mirabilis" fue Don Abel Cepeda… " me ha dicho un amigo que las llaman Mirabilis", dijo mientras recordaba que cuando era chico, en esas noches serenitas y llena de olores… “ entre sueños, distinguía la fragancia sutil de esas florcitas".
Don Abel Cepeda, solía decir frases cargadas de poesia como… “la dulzura de los atardeceres pampas”, … o recitar a León Felipe, o a Almafuerte de un tirón, o plagiarlo para jaranear con mi padre… como en este pedacito de papel por él manuscrito que mi papá guardó entre sus cosas, aquí se los dejo, la letra de Don Abel Cepeda y la de Madrid viejo, juntas… y aquí va la anécdota, estaban en la cocina de casa charlando los dos… y Don Abel desafiando la memoria de mi padre pidió una hoja de papel y escribió “ Si te caes 10 veces te levantas otras 10-otras 100, otras 5oo, no serán tus caídas tan violentas ni por ley serán tantas” entonces lo entregó para que mi padre lo leyera, conocedor de la memoria del amigo. Madrid, corrigió como se observa en el papelito y con lápiz.
-¡Estas viejito, pero todavía tenés memoria Negro, dijo Cepeda... y le quito el papel para continuar escribiendo “Eso decía Almafuerte. Ahora yo pienso de acuerdo a vos, (a mi no) que se equivocó Almafuerte Son caídas para siempre” y se lo devolvió a mi padre… y la cocina de Belgrano se llenó de risas.
Ese, Don Abel, era el mismo que despidió a nuestro abuelo Bernabé Madrid con estas palabras.
"Dolorosa misión la mía; despedir para siempre al amigo que se vá, en este caso más aún, por que más que un amigo se nos va un padre. Pareciera que el destino, como en la antigua mitología griega; para festejar el día de la tradición, eligiera en su holocausto su victima dilecta, y así esa madrugada fatal para nosotros nos lo arranca de la vida. Con el se apaga uno de los auténticos fogones de la tradición que irradiara por tantos años su luz y su calor. Don Bernabé; que allá en el cielo junto a tus familiares y amigos encuentres en las dulzuras de los atardeceres pampas, tu hermoso caballo overo, y en él galopando por los pagos de la tranquilidad y la paz; quiebre el pampero el ala de tu sombrero negro y nos deje ver desde aquí abajo tu sonrisa de siempre".

Entonces, cuando una viaja en el tiempo, vuelve a leer estas cosas, mira alrededor… comprende por que los Madrid decidieron en su momento que "el recado del abuelo Bernabé y sus banquitos de cadera volvieran a Gral. Guido y quedaran en manos de los hijos de Don Abel Cepeda"

Vuelvo al Jardín, a mis plantas, a controlar "las Mirabilis", y te dejo el espacio María Bernarda, para que nos cuentes a todos, la historia de esa plantita de Mirabilis que regresa cada primavera, a nuestro Gral Guido, abriéndose paso entre escombros para perfumar el silencio.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).