miércoles, 31 de octubre de 2007

Si no la perdi... fue por un milagro

Termina octubre, fue en octubre que llegué a la familia. Nací en octubre, por eso amo la primavera, además fue en este mes cuando me bautizaron en la Iglesia de la Sagrada Familia de Banfield, “el mismo día del cumpleaños de la Pita, abuela y madrina. Todavía conservo la medallita de la Virgen de Lujan que atestigua el acontecimiento… Hoy cuando todos o casi andan disfrazados festejando Noche de brujas, yo me refugio aquí para compartir con ustedes este recuerdo. Desde aquel 30 de octubre de 1952, por que no decirlo, veinticuatro días tenía yo cuando el Padre Virano la bendijo y se la entrego a mi abuela y ella la colgó de mi cuello. Por siete años la medallita permaneció allí, hasta que una tarde, mientras mi mamá me “emperifollaba” para una salida de domingo, pegó un grito y en tono acusador afirmó ¡Perdiste la cadenita!.
La casa se revolucionó. Yo no había perdido nada, a lo sumo se había desprendido del cuello y por ley de gravedad fue descendiendo.
- ¿Dónde la perdiste? Interrogaba mi madre mientras revisaba “las pilchas del interior” como las nombraba risueño mi papá.
Yo lloraba y me atajaba con el consabido no hice nada, pero Merceditas estaba fuera de sí… Todos buscaron aquella tarde inútilmente la medallita de la Virgen de Lujan y cuando digo todos son todos, los tíos, mi prima Myrtha, mi hermano, mi abuelo Cesáreo y hasta los vecinos. Pronto el barrio supo que yo, según mi madre, claro está, había perdido la medallita de mi protectora, la Virgen de Lujan y durante semanas, meses, años escuche la historia del viaje al Santuario, en respuesta de un problema de salud… “eras chiquita el médico no llegaba, estas muy mal, y para colmo se corta la luz, en la oscuridad la medallita alumbraba…en ese momento llegó la enfermera con el suero y con ella el Dr. Alende, cuando amaneció respirabas tranquila y la medallita seguía brillando… cuando subíamos las escalinatas de la Iglesia, para agradecer por tu recuperación… te pusiste la medallita en la boca, tratamos de quitártela pero la apretabas más y más fuerte con los dientes. Desde entonces y hasta que la perdiste (insistía Mechita) siempre la estabas mordisqueando a eso se debe la marca, justo sobre el centro de la imagen.
- Si la encuentra usted, Doña Dora, usted Emilia, Teresa, Doña Aida, ya saben… esa medallita es muy importante para nosotros, mucho se lo vamos a agradecer”,
mi padre tenía la costumbre de hablar en plural. “Es la medallita que perdió Liliana”, aclaraba mi mamá, El tiempo pasó, el tiempo no se detiene, y menos para buscar objetos perdidios. Ya sumaban siete los años y el olvido parecia haberse apoderado de la medallita y también de la culpa que yo sentía por “haberla perdido” cuando ocurrió el Milagro.
Un domingo de Ramos de 1966, mi padre rastrillaba mansamente, el rescoldo de una gran fogata que por varios días había ardido en los fondos del terreno de nuestra casa, comenzarían, las excavaciones para los cimientos de la casa que en esa fracción del lote levantarían los tíos. Papá separaba, prolijamente, los alambrcitos humeantes aún, las latitas de conservas de los vidrios y subía los primeros a la pala ancha para descargarlos en una lata cuadrada que mas tarde sacaría para el botellero, que pasaba los domingos por la tarde y “compraba”, sí, por entonces compraban, diarios, botellas, trapos viejos y alambres; cuando la pala hundió en la lata el contenido, por entre la nube gris, tibia y redonda que se originó, escapó un rayito de luz, muy brillante que se clavo en mi mano contaría más tarde mi padre, eso lo hizo volver a la lata y mirar en su interior… nada, sólo un manojo de alambres retorcidos humeando, volvió con la siguiente carga y al volcarla, otra vez por entre la niebla gris que emergía de la boca de la lata el rayito de luz brillante en su mano. Curioso, volcó el contenido aún tibio y rodilla en tierra comenzó a remover con un palo hasta que dio con la lucecita, o ella se dejo encontrar. En un alambre de fardo atada fuertemente a ese cachito de alambre estaba aquel brillito…lo frotó con fuerza sobre la manga de su camisa y para su asombro la chapita tenía una marquita, igualita a… no había dudas, la acaricio suavecito y la pequeña imagen asomó limpia como si el tiempo no hubiera pasado, brillando en el tenue sol de aquel domingo de ramos. La primera en saber del hallazgo fue nuestra vecina Teresa, ella estaba en su patio, cortando las ramas del olivo que llevaría a la misa, y a su regreso, como era su costumbre, repartiría entre los vecinos. Nos separaba entonces un cerco de alambre que en los veranos se teñía de flores amarillas, de alverjillas y madreselvas, pero era otoño y sólo verdeaba el inmenso laurel que marcaba el limite de ambos lotes y el verde acerado del viejo olivo, entre ambos el alambrado romboidal. ¡La medallita, apareció la medallita! Contaba Teresa que oía decir a mi padre mientras caminaba, bordeando el alambre y sujetando su mano lo que parecía un alambre viejo y retorcido. ¡Apareció, sí apareció la medallita! Bajo el agua de la canilla terminó de limpiarse, la fina cadenita estaba tan anudada al trocito de alambre que llevo muchas horas de dedicación su remoción . Todos pendientes y cuando digo todos son todos… parientes, vecinos todos. Cuando la tarea culminó hasta el broche estaba intacto. Yo desperté aquella mañana, en medio del barullo, mi padre, estaba feliz, “no se si es un milagro, sé que no quería irse de esta casa”… dijo y la depositó en mi mano...y mamá subrayó “no la vuelvas a perder”.
Aquí está, con la marquita de mis dientes intacta, en el reverso se lee LIM.30/10/52 es mi medallita, ¡la que no perdí, por un milagro.!

lunes, 29 de octubre de 2007

Fe de erratas

Andaba En Tren de Sueños cuando recordé que no hace mucho Por los Rieles me había llegado hasta la Estación de Gral. Guido y detecte que la fecha del nacimiento de nuestra Estación estaba equivocada.
Recién comenzaba con esto de Internet y no me anime a contactarme con ellos y corregir el error. Hoy más baqueana, dejo esta entrada con la debida corrección y mi recuerdo “para los del lado de la Estación”, para la familia ferroviaria Guidense, de ayer, de hoy, de siempre.
7 de Diciembre de 1880 entre Dolores y Ayacucho, en la línea del Ferrocarril del Sud se inaugura la Estación Velázquez

viernes, 26 de octubre de 2007

Jeppenner, allá lejos y hace tanto tiempo

Esta foto sube a la Gallineta con la misión de regresar con noticias, es cierto muchos de los que están aquí ya no están, ¿no están?, yo creo que siguen aquí, en la memoria del corazón, esa que surge cuando el viento nos trae los perfumes de antiguos rosales, de centenarios paraísos, esa que se escucha por las siestas cuando cantan las chicharras, que huele a fresco de patio recién regado. La memoria del corazón, la que sabe que un día volvemos a buscarnos... "la que elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos" dice Gabriel Garcia Marquez.
Aqui estamos , suspendidos en este pedacito de tiempo Madrices y Algañaraces o viceversa, dijo "Posidonio Leanez” Jeppener Dic/ 1953 Doña Lucía Madrid de Algañaraz rodeada de sus hijos, nueras, nietos, sobrinos y sobrinos nietos festejaba su cumpleaños.
Ahí estamos Tuly, Myrtha y yo Lagesio en brazos de mi mamá…¿ mi hermano? - No se anunciaba aún. Estamos los Madrid Algañaraz Tía María, los tíos Loro, Mochi y mi Papá, empuñando “el cabo blanco”, una historia aparte… ¿Estaría encargado del asado o comiendo? ¡Hincando el diente!, no cabe duda.
Por el lado de los Algañaraz Madrid puedo ver a, los tíos Perico, Quiro, Isaías y Tía Amanda… y las dos Saritas, Sarita de Ramón y Sara de Isaías. También alcanzo a ver a tío Rodolfo Castro el esposo de Amanda y por supuesto los herederos, Quique, Celia, Kuky, Guito y Chochi y acá me detengo… y comienzo a esperar, espero que cuando la Gallineta regrese me traiga noticias de esos primos “con Gen” Algañaraz que hace tanto no veo.

En las viejas y amarillentas fotos el tiempo se ha detenido y nos espera.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Volver... siempre es una fuga


Otra foto, ¡cuántos recuerdos!… los guitarrista los Hermanos Madrid, de izquierda a derecha Benjamín Emilio (Mochi), Deul Victoriano (Loro) y Leonardo Bernabé (el Negro, mi papá), el cantor Bernardo Julián Cheppi, oculta tras los anteojos oscuros Marilu Gascue y… sí, la otra soy yo. ¿Dónde? Casi con seguridad, una fiesta campera en La Plata o por allí cerca. Bernardo Cheppi el grandote, que abraza a Marilu, pinta de pilar de los Pumas diríamos hoy, pero ayer, María mi tía, veia en él “a Calfulcurá”. Esta foto y Gardel (sí, estoy escuchando a Carlitos y cada día canta mejor) cantando “Amante Corazón” me invitan a hablarles de Bernardo Cheppi…
Muchos Guidenses, lo vieron pasar por Gral. Guido… Cantó en aquella fiesta de los ex residente, acompañó a sus amigos hasta la barranca. Volvió un febrero sólo para despedirse, viajaba a radicarse en Brasil, a reencontrarse con sus hijos, sus nietos… y una primavera de 1999 allá se durmió soñando seguramente con… “noches de canto y guitarra, y recordando el pago que lo vio nacer". Dos Naciones. Prov. de Bs. As, un 18 de agosto de 1918

Desde que yo recuerdo con “Cheppi” y familia, andábamos la misma huella, con Pini y Lalo, sus hijos, compartíamos la música de los Beattles, sufríamos nuestras adolescencias en las peñas del Ceibo, las disfrutábamos en la Rural de Palermo. Hasta compartíamos a la abuela Felisa. Cuando la Plaza Dorrego no era turística, la cruzamos a los saltitos, del brazo de tía María rumbo al departamento de los Cheppi, Defensa y Humberto I.
Bernardo fue un artista, cantor, animador, gran bailarín, “hace hablar el pañuelo en los requiebros de una zamba”, decía mi padre, ¡escobillále hermano!, le gritaban los tíos cuando levantaba polvareda en las chacareras. Fue “la Solapa” para mi hija, Danii rebautizó a todos y Bernardo no quedo exento, fue “la Solapa” por un cuento que él le contaba.
El año pasado revisando unos casettes encontré su voz, cantando, como siempre, se lo entregue a Nelly, su esposa que estaba oportunamente de visita, para que se los llevara a los chicos, a Brasil. Yo tengo su voz, su tono en mi recuerdo ahora mismo miro la foto y lo oigo cantar… “Con la pollera yuta / Las trenzas largas, te vi pasar /y ahí nomás a mi zaino /en el guarda patio lo hice rayar./ Desmonté del Caballo /me puse cerca pa' mosquetear /con el alma en un hilo /mi negra linda te vi bailar...

Anécdotas !tantas!... Vacaciones en Villa Gesell en la camioneta Ika, la Estanciera de Kaiser Argentina , viajaban rumbo a “las Playas” Maria Madrid, la abuela Felisa, Pini, Lalo, Nelly y Bernardo al volante. Cuando pasaron por Guido ya era tarde, amenazaba tormenta y los caminos no eran como hoy… en Las Armas empezó a llover y cuando menos lo esperaban la camioneta se fue a la banquina. Nada, la noche y ellos… Contaba tía Maria, “veía a Bernardo todo mojado, chapoteando barro, y dando vuelta alrededor de la camioneta como resero rodeando la hacienda en pleno temporal, y cuando los “refucilos” lo alumbraban parecía el mismo Calfulcurá”. Nelly, su “amante corazón”, intentaba tranquilizarlo, “Pichi, por que no llamás al automóvil club. Corría el año 1965, imaginen ustedes…viento, agua, noche cerrada en el medio del campo, nada. Bernardo la miro furioso, se alejo tres o cuatro pasos y en el medio de la noche y bajo la cortina de agua gritó con toda sus fuerzas ¡¡¡Automóvil Club. Auxilio, Automóvil Club!!!. Casi a la madrugada llegaron unos baqueanos, nunca se supo si por que escucharon los gritos, lo cierto es que los ayudaron a salir de la zanja, y así pudieron seguir viaje en la poderosa Ika, de seis cilindros, a encontrarse con el resto de los Madrid en la naciente Villa Gesell.
Muchos años habían pasado cuando una tarde en esta misma casa, yo les mostraba a mis tíos el primer celular que había comprado, año 90, y hablaba de sus ventajas… María oportuna como siempre comenta "si Bernardo hubiera tenido este aparatito aquella noche, no se hubiera quedado disfónico por tantos días". Siempre presente, siempre formando parte del clan. Bernardo Cheppi, un amigo.
Hoy quise traer a nuestra Gallineta y dejar aquí esta foto y el recuerdo de Bernardo Cheppi, nacido en Dos Naciones, criado en Tandil Provincia de Buenos Aires. Pampa de los pies a la cabeza. Buen cantor, gran bailarín. Gran amigo de sus amigos…, la madre se llamaba Juana Arias, ustedes se preguntaran cómo es que recuerdo ese dato. Bueno ahí va la yapita… “una tarde apareció sobre la mesa, en medio del mate, la torta de manzana y los pastelitos de dulce de membrillo, el viejo padrón que los tíos conservaban y comenzó la lectura de apellidos, nombres y fechas de antiguos pobladores de "El Vecino", en un momento Bernardo interrumpe - ¿Arias, hay Arias? - Tío Loro responde, ¡hay! y da lectura: Juan 1889 y José María 1885.-¿ y quedan de esos Arias en Guido, todavía? - ¡Muchos! responden a coro los Madrid.
- "Mi madre era Arias, Juana Arias dice Bernardo sumergido en la añoranza y agrega, todo parece tan lejano y todo esta tan cerca, capaz que somos parientes…"Nunca supe si lo averiguo cuando anduvo por Gral. Guido.
Hoy siglo XXI, doy fe, sigue habiendo ¡muchos! Arias ,artistas también, ahí esta La Maga que lo confirma. Así que, quién lo sabe, quizá, tal vez, a lo mejor estaban emparentados nomás…
Les dejo las fotos, mientras, yo me quedo escuchando la zamba que Bernardo cantaba con el corazón… en la voz de Jorge Cafrune Zamba de Abril…“Medallón y rastra y un chapiao de vestía la rosa del viejo jardín/ Violin y bombo, con flauta y guitarra, los cielos me daban, las noches de abril.

lunes, 22 de octubre de 2007

Cualquier parecido...es pura coincidencia

“Allá por la década del cuarenta, en Radio Mitre, Juan Carlos Mareco “Pinocho” nos hacía conocer a Wimpi”, ¿te acordás, che ? evocaban mis tíos en una charla de sobremesa. - Garcia Nuñez era el apellido agregaba Don Abel Cepeda, memorioso. Rioplatense, nacido en Montevideo, educado en Buenos Aires, observador del paisano, su idiosincrasia aportaba mi padre… y ya reían a carcajadas recordando a … (pueden creer que lo olvide) y aparecía este libritoLos cuentos del viejo Varela” y comenzaba, tío Loro a leer, por supuesto que siempre relacionaban el cuento con "ese" pariente, o conocido de los pagos de General Guido. Cualquier parecido… es pura coincidencia decían los Madrid cuando comenzaba la lectura de

El Retobao

¡Estaba malo aquella tarde Margarito Pampin! Mate va, mate viene, aprovechaba cuando era la toca del otro -Alipio Montoso- para seguir contando con gesto arrollador: _¡El se cree que por que ej’ el patrón, puede andar basureando! ¿Y uno ej’ un hombre, canejo! ¿Ej’ un hombre o no es un hombre, uno! ¿Ej’ un hombre! ¿Tonce? Jué lo que yo pensé cuando me mandó, ya anochecido, arreglar la rienda e’ la portera. “¡Cómo – me dije pa’ mí - a estaj’hora arreglar la rienda e’la portera! ¿No jué güeno e’acordarse más temprano, con el sol alto?” Y, a más, ¿vos te crees que por acaso me dijo: - “Che Margarito ¿serías deseoso e ‘ir a arreglar la rienda e’ la portera?” ¿No señor! Me da un alambre e’fardo y agarra y me dice, dijo - que yo entuavía pensé pa’ mí: - “¿Cómo? ¡Tonce ya no hay un rispeto pal semejante!” – dijo, me dice:- “¡Tomá este alambre y andá arreglar la rienda e’ la portera que la vide cáida. ¡Movéte, abriboca!”
¡¡Lo que lo oí decir “abriboca”, mira, casi echo mano a la cintura!! Ya había dado el paso atraj’ y todo. Pero dispue, pensé entre mi: -“Desgraciarme por una zoncera, andar a monte, peliar con la gendarmería…” ¿Jué eso que me contuvo! Pero él algo me aberá notado en la mirada, por que agarra y lo que vio que yo tardaba en dir me dijo, dice - “¿Me oiste bobeta? ¡Ya tendería que estar arreglada la rienda e’la portera! ¿Qué estáj esperando? ¿Qué te curta a lazo?” ¡¡Y ahí jué- ¡ves? Ahí jué donde yo me encocore!! ¡ ¡Cómo “curta a lazo”!-pensé pa mi- ¿entoncé quiere decir que en el mundo ejtamo? Persona por persona uno ej tanto como cualesquiera.
En ese momento yega el capatá a decirle que había encontrado la garrapata en la majada y que el carnero australiano se había medio como desortijao, un poco bastante. ¡¡Malo se puso aquel hombre entoncé!! ¡Un Basilisco! Que yo entuavía pensé pa mi: - Ya te vaj arrepentir si con este entripado de áura me seguis destratando trompeta! ¡Yo te viá’enseñar, cabeza de’chanco!, pensé pa mí. Y lo mire, mirá, como para rejundirlo. Decí que él en ese momento taba mirando al capatá y no me véia. ¡Que si me ve, si’arma! Pero un de repente se da guelta- que era lo que yo esperaba, te juro que lo taba esperando. No vea máj’esta luz y me dijo, dice a los gritos- “Si de aquindiej minuto por reló no ejta arreglada la rienda e’la portera, vaj a recibir tanto sogazo que te van a tener que salar!”
Y entonces, Alipio Montoso, mientras le alcanza el mate, le preguntó a Margarito:
- ¿y vos que’hiciste?
¡ y jui, nomás a arreglar la rienda e’la portera! Pero yo lo que quería eran las cosas claras ¿me entendes? A mí, yo, mirá, con las gueltas no la voy. Yo, a mí, al pan, pan al vino, vino…"

Cuentos del Viejo Varela C.y R.Nalé Editores Buenos Aires 1953. Aquí se los dejo para que lo compartan con sus mayores… y cualquier parecido… aún hoy, es pura coincidencia.

miércoles, 17 de octubre de 2007

La tapera...

Foto de José Esteban Guebara

Un álamo intimó con vos su afincamiento
junto a tus tristes y apagados pastizales,
y lentamente, entre raíces y cimientos
fueron creciendo, apaisados, los yuyales.

En una esquina pueblerina y reposada,
donde castigan impetuosas las tormentas,
vas desafiando nubes bravas y violentas
que te lastiman tus paredes adobadas.


Y del jagüel, que solo queda el pozo,
va contorneándose, tímido, en siluetas,
como queriendo escaparse a la paleta
del pincel de un ocaso perezoso.

El tiempo, sofocándose, se aleja,
dando paso a la noche y a las sombras;
cubriendo y tapizando con estrellas
y plateando una higuera con su alfombra.

Las etéreas cenizas de la luna
con su manto intangible y blanquecino
le regalan un tímido hilo fino,
concediéndole un lecho de ternura

Su armadura adobada agonizante
vierte confianza añeja de otros tiempos,
y con las últimas secuencias del aliento
se convierte en esqueleto desafiante
que aún guarda recuerdos de otros tiempos,
cuidando flores y arrullando pájaros,
expresándose en la noche de sus vientos.


Vieja Tapera de techos ya caídos…
de aleros ilusorios…y de jagüel dormido…
Por tu memoria preservo los intentos
de mantenerte intacta en tu presencia,
aún sabiendo que en dos o tres agostos
dormirás calmada en tu cadencia
y serás una desolación acalorada
al reparo de un álamo sombrío,
destacando el contorno de tus ruinas,
pereciendo tu nombre
en la corriente ingrata del olvido.

Tapera hoy, hogar de los ayeres…
con tu ponchada de años, de recuerdos,
como un compás te irás adormeciendo
en la añoranza perdida de otros tiempos

María Bernarda Guebara- octubre de 2007

lunes, 8 de octubre de 2007

En tiempo de votaciones siempre " se encendien hogueras"

El original… vaya uno a saber, aquí, mi familia conservó una copia, martillada, en una vieja máquina de escribir que puede que esté aún en el pueblo, quizá, inventariada en material de rezago. ¡Que más! quisiera yo que dar el nombre del autor, sacarlo del anonimato, del seudónimo con el que firmaba, “Juan Pueblo”, pero no corresponde. Ustedes lo conocieron, doy fe. El tiempo y los dobleces a que fue sometida esta copia, hicieron que tuviera que reconstruir algunas palabras, ¡Que bueno sería encontrar el original! ¿me ayudan?... con esta copia, visiten a los mayores, a los abuelos, a los tíos… y pregúntenles si recuerdan los hechos que aquí se narran.
Lo que sigue paso en el pueblo de Gral. Guido, forma parte de la historia, los nombres han sido reemplazados para no encender nuevas hogueras ¿vio? Lleva por titulo:

El Observador (y ¡la pucha! sí que lo el autor)

Como soy muy verdadero
Y observador de este caso
Vino a Guido (Palazo)
Con sus remiendos traseros
¡San Dios!, traía cada agujero
Como tapa de hervidor
Y hoy vemos a ese Señor
Salir con la valijita
Y adentro una libretita
¡Que es un Señor Inspector!

Que me disculpen les pido
Si me llego a equivocar
Lo que voy a relatar
Este caso sucedió en
Este mi pueblo Gral. Guido
Por que hasta el tiempo es testigo
Dos hombres que eran amigos
Que pudieron ser ustedes
Que por cuentos y mujeres
Se hicieron ¡Muy enemigos!

Estos dos hombres Señores.
Eran inseparables
Y por cuentos en la calle
Estos dos hombres riñeron
Y los del pueblo dijeron:
¡Esto hace mala facha!
Y así empezaron la racha
Estos dos grandes “idealistas”
Y ahora vemos a dos Peronistas
Que están mostrando la hilacha.

De chisme y de puro cuento
En Guido estamos viviendo
Cosas que van ocurriendo
Y así surge el desconcierto
Y vemos en estos momentos
(Cardi) empleado contador
Y (Palazo) inspector
Dos empleados Peronistas
Son los dos bien enredistas
¡Sálvanos nuestro Señor!.

Decían que Doña (Chuzena)
Esa rubia “oxigenada”
Que sale pintarrajeada
Un lindo sueldo tenía
Y que esa rubia no podía
Desempeñar ese puesto
Y así empezaron por esto
A surgir esos rencores
¡Eso es Peronismo! Señores
¡Pelear por el Presupuesto!

(Palazo) esto exponía
Que (Cardi) a nadie pagaba
Y que a él nada le importaba
Si alguno se lo decía
Y (Cardi) con ironía
Se contaba tan seguro
Como que (Cardi) no es mudo
Lo desafiaba a la calle
Diciendo: ¡Usted es un miserable!
¡ So Grandísimo cornudo!

(Palazo) muy valiente
Él se las daba de guapo
Y le dieron tal sopapo
Que le voltearon un diente
¡Delante de tanta Gente!
Para colmo de males
Fue un contrario electoral…
Y perdón si se lo digo
Que a Casa de un Radical
Se fue buscando el abrigo.

Un Dentista callejero
Es un caso resonante
Un consultorio ambulante
Puso (Cardi) primero
Y aquí, en esta me refiero
De este caso sucedido
Entre dos Peronistas de Guido
Como lo vieron Ustedes
Que por cuento de Mujeres
Toda vergüenza han perdido.

¡Que buenos Peronistas!
Resultaron estos Señores
Que siembran odio y rencores
Y dicen se “Idealistas”
Yo digo son enredistas
A mi modo de entender
Lo que debieron de hacer
Tipos de chismes vividos
Es haberse ido de Guido
¡Que no los queremos ver!.

Quedan cuentas pendientes
Y se deben aclarar
Yo, se las he de cantar
Para que sepa el oyente
…Tres mil pesos por un diente
Quiere (Palazo) cobrar
¡Pero si te debes recordar!
Cuando ayer te guarecías
En aquella sastrería
De un honesto Radical.

Y fue en casa de un Radical
De vos (Palazo) tu salvación
Y es por esa razón
Que lo debes respetar
¡Cada cual con sus Ideales!
…Y nos cargaron de males
Y hoy reciben sus reveces
Piense… amigo en las veces
Que insultó a los Radicales.

¡Que se mueran los peludos!
Que no los queremos ver
Cuando te viste en apuros
Para poderte salvar…
Te me fuiste a esconder
En la cueva de un peludo
Hoy te debo recordar
Que has de tener quien te june
¡Dale las gracias a (Chunes)
Ese honesto… ¡Radical!

Juan Pueblo

viernes, 5 de octubre de 2007

Las Mirabilis de Don Abel...

Sorprendida escuchaba a Alejo durante un almuerzo en casa, cuando contaba, con mucha pasión, una increible historia sobre Don Abel y las "reina de la noche", como él las llamaba...

Decía "el Negro" que cuando Don Abel mateaba en el Puesto de Cepeda, ahi a escasos metros de la casa de mis viejos, no solo observaba la naturaleza, que siempre le guiñaba un ojo sino que también se le ocurrían nuevas experiencias para su tierra... siempre plantó mirabilis, de color fucsia, tirando a bordó, traía los gajos prendidos y las plantaba en el campo, cuando parecía que la planta tomaba fuerzas para empezar a crecer y perfumar las nochecitas de primavera, las mirabilis se secaban... Así, muchas veces, sistemáticamente las mirabilis de Don Abel, se secaban...
Hasta aquí, nada es sorprendente, no todos tenemos la misma suerte con las plantas, de hecho yo nunca pude tener "cretonas" porque siempre se me morían, y no porque no las cuidara, en fin...
Alejo retomó la historia, luego de tomar un trago para seguir animando el alma, entonces la cosa se puso interesante. Contó que por debajo de un tímido huequito, en aquella casa blanca donde descansan nuestros muertos, crece una desfachatada e impune "reina de la noche".
Y si, en todos los cementerios crecen flores, pensamos todos, acodados en la mesa, atentos al relato.
Alejo prosiguió diciendo: -¡Es increible! y no lo van a creer pero, por una abertura en la tierra, entre el cemento y la granza, en la tumba de papá, crece una enorme "reina de la noche" todas las primaveras.
A quienes no conocíamos la historia de que a Don Abel se le secaban las Mirabilis que plantaba no nos pareció sorprendente y Alejo aclaró la sorpresa expresando su desconcierto sobre estas cosas que la naturaleza y la sobrenaturaleza nos acercan para hacernos reflexionar.
Las Mirabilis de Don Abel, impecables, sin cuidados, sin riegos, sin caricias; acuden cada primavera desde su propio centro para recordarle que trascendemos a nuestra vida y que aunque ya no estemos, aún nuestros deseos pueden hacerse realidad.

La vida no le dio a Don Abel las Mirabilis que deseaba, pero quizá alguien las riegue en silencio, alguien les hable por él, alguien les corte los hierbajos dañinos y se las regale cada primavera para recordarle que aún después de haber vivido pudo tener sus "reina de la noche"...

Cuando pasen por la tumba de Don Abel, párense a contemplar las mirabilis, acarícienlas, háblenles quizá desde sus pétalos podamos decirle a él cuanto lo quisimos...

jueves, 4 de octubre de 2007

La Mirabilis

Primavera las “Buenas Noches, o Damas de Noche”, se han adueñado de mi jardin favorecidas por esta lluvia han desbordado con total impunidad los canteros; mientras las circunscribo, recuerdo que la primera vez que alguien las nombró "Mirabilis" fue Don Abel Cepeda… " me ha dicho un amigo que las llaman Mirabilis", dijo mientras recordaba que cuando era chico, en esas noches serenitas y llena de olores… “ entre sueños, distinguía la fragancia sutil de esas florcitas".
Don Abel Cepeda, solía decir frases cargadas de poesia como… “la dulzura de los atardeceres pampas”, … o recitar a León Felipe, o a Almafuerte de un tirón, o plagiarlo para jaranear con mi padre… como en este pedacito de papel por él manuscrito que mi papá guardó entre sus cosas, aquí se los dejo, la letra de Don Abel Cepeda y la de Madrid viejo, juntas… y aquí va la anécdota, estaban en la cocina de casa charlando los dos… y Don Abel desafiando la memoria de mi padre pidió una hoja de papel y escribió “ Si te caes 10 veces te levantas otras 10-otras 100, otras 5oo, no serán tus caídas tan violentas ni por ley serán tantas” entonces lo entregó para que mi padre lo leyera, conocedor de la memoria del amigo. Madrid, corrigió como se observa en el papelito y con lápiz.
-¡Estas viejito, pero todavía tenés memoria Negro, dijo Cepeda... y le quito el papel para continuar escribiendo “Eso decía Almafuerte. Ahora yo pienso de acuerdo a vos, (a mi no) que se equivocó Almafuerte Son caídas para siempre” y se lo devolvió a mi padre… y la cocina de Belgrano se llenó de risas.
Ese, Don Abel, era el mismo que despidió a nuestro abuelo Bernabé Madrid con estas palabras.
"Dolorosa misión la mía; despedir para siempre al amigo que se vá, en este caso más aún, por que más que un amigo se nos va un padre. Pareciera que el destino, como en la antigua mitología griega; para festejar el día de la tradición, eligiera en su holocausto su victima dilecta, y así esa madrugada fatal para nosotros nos lo arranca de la vida. Con el se apaga uno de los auténticos fogones de la tradición que irradiara por tantos años su luz y su calor. Don Bernabé; que allá en el cielo junto a tus familiares y amigos encuentres en las dulzuras de los atardeceres pampas, tu hermoso caballo overo, y en él galopando por los pagos de la tranquilidad y la paz; quiebre el pampero el ala de tu sombrero negro y nos deje ver desde aquí abajo tu sonrisa de siempre".

Entonces, cuando una viaja en el tiempo, vuelve a leer estas cosas, mira alrededor… comprende por que los Madrid decidieron en su momento que "el recado del abuelo Bernabé y sus banquitos de cadera volvieran a Gral. Guido y quedaran en manos de los hijos de Don Abel Cepeda"

Vuelvo al Jardín, a mis plantas, a controlar "las Mirabilis", y te dejo el espacio María Bernarda, para que nos cuentes a todos, la historia de esa plantita de Mirabilis que regresa cada primavera, a nuestro Gral Guido, abriéndose paso entre escombros para perfumar el silencio.

martes, 2 de octubre de 2007

No hay futuro sin pasado,no hay Museos cerrados, no hay pueblo sin memoria.

El Museo permanece cerrado, los políticos “desvelados” por el próximo 28, los vecinos ocupados en sus quehaceres diarios…, los jóvenes soñando futuros posibles, parece que nada ha cambiado en nuestro pueblo, sin embargo, casi invisible “El candil de la nona” comienza a iluminar las mesas familiares, pronto habrán de reunirse en el circulo de luz que proyecta, y entonces, con timidez, con vergüenza, con la culpa del olvido a cuestas, nos preguntaran... ¿llegamos tarde?... Y nosotros, los guardianes de la memoria, contadores de cuentos, resucitadores de anécdotas “apretaditos como trenza de ocho” al calorcito de la llama de la lámpara… les daremos la bienvenida, agrandaremos el espacio, para que se arrimen y escuchen esas historias que les pertenecen, que los trascienden.
Hoy, traigo una reflexión, un cuento de Mamerto Menapace. Monje Benedictino del Monasterio de Santa María de los Toldos en nuestra provincia Buenos Aires: “El Candil de la Nona”

El Candil de la nona ha quedado en mi recuerdo como uno de esos objetos sin edad.
Como si a fuerza de estar y de alumbrar, hubiera logrado vencer el tiempo y permanecer.
Era una lámpara antigua de bronce. Tampoco podría afirmar, al revivirla hoy en mi recuerdo, si lo que la adornaba eran dibujos o simplemente arrugas con las que la vida y los acontecimientos habían ido ganándole un rostro.
Tenía ese noble color del bronce, y la capacidad de alumbrar en silencio.
Era una lámpara con pie. Cuando se la encendía, se la colocaba siempre en el centro de la mesa familiar. De ahí que su recuerdo lo tengo acollarado a las noches de invierno. Porque en verano vivíamos a la intemperie, y entonces no se usaba la lámpara, sino un farol que se colgaba de las ramas del árbol del patio.
Pero la lámpara de bronce tenía esa rara cualidad de crear la intimidad. Objeto quedado, de entre miles de objetos idos, la vieja lámpara de bronce parecía haber asumido en lo más íntimo de sí su propia soledad, y quizá fuera de allí de donde sacara esa misteriosa fuerza para crear la comunión.
Cuando entrada la noche se encendía la lámpara, parecía que su luz quieta hiciera crecer a su alrededor el silencio, y no sé qué misterio viejo. Mirando su llamita, los niños dilatábamos las pupilas, y quietos de cuerpo y alma, remábamos tiempo adentro. Hacia esa época legendaria en que grandes vapores llenos de inmigrantes avanzaban por el mar hacia nosotros. En uno de ellos había venido a desembarcar en nuestra mesa aquella lámpara.
Entre nosotros su luz creaba esa misteriosa realidad de hacernos sentir con raíces, viniendo de un tiempo viejo. Sabíamos que en otros tiempos su luz había alumbrado fiestas bulliciosas; que en ocasiones había creado la sombra precisa para ocultar una mirada furtiva; y que su llama había mantenido la luz necesaria para alimentar las confidencias.
En aquellos tiempos viejos, quizá había sido en las noches de la llanura la única respuesta de luz en leguas a la redonda, para el diálogo de nuestros abuelos con las estrellas.
No la sentíamos vieja. Porque intuíamos que había superado el tiempo. De la misma manera no nos atrevíamos a llamar vieja a una fruta madura. Madura de alumbrar, había terminado por asumir la vida en sí misma. Uno sabía que esa madurez de vida era el combustible que le permitía seguir alumbrando quieto.
Porque tenía una rara manera de alumbrar sin hacer ruido: tenía una luz mansa.
Aparecía entre nosotros a eso de la oración; y su presencia en la mesa familiar convertía en liturgia esos ritos primordiales de partir en cada plato la polenta humeante y el guiso oscuro y fuerte.
Cuando luego de unos años de ausencia volví a mi familia, la vieja lámpara ya no estaba allí con su color bronce y su luz mansa. Pero su ausencia seguía creando ese hueco de silencio familiar.
El candil de la nona fue en mi vida uno de esos objetos vivientes que me enseñaron que los humanos también tenemos raíces".
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).