Gabino Ezeiza
12 de octubre de 1916
Oración Biográfica
De J.Andrés González Púlido.
Bienvenido sea el hombre
Por estos pagos de olvido,
Donde se borra hasta el nombre
De lo que en vida ha existido…
…Y, tristemente la voz de la calandria criolla, que en las umbrías selvas de la vida, fuera el más cantor de los cantores, esfumóse en la noche de los tiempos, dejando tras de sí el doloroso bordoneo de las cuerdas de su errabunda guitarra, preñada de valientes clarinadas y nobles payadas tradicionales, que marcaron rumbos definitivos a los payadores argentinos.
Fue Gabino Ezeiza por su espiritualidad el Santos Vega de una época en que el gauchesco criollismo de los hijos de esta heroica tierra veneraban las grandezas de sus leyendas patricias e inmaculadas y erigían en ídolos de sus admiraciones incondicionales a los troveros que formaban en sus más íntimos dolores, ensueños y esperanzas, carne de su propia carne, que al compás de sus violas surgían estallando en una eclosión de lágrimas de un macho… ¡Ahijuna!... Sempiterno y desafiante que exhalaba un: “¡Aquí me pongo a cantar – con la guitarra en la mano”… que reencarnaba en ellos a los gigantes conquistadores de nuestra independencia, que en escuadrones victoriosos retornaron con el bagaje de sus heroísmos de Gloria, Paz y Libertad!...
Gabino Ezeiza en su peregrina bohemia por todas las provincias de su querida patria, fue dejando pedazos de su alma por el rancherío de los viejos criollos, que le adoraban, llevando las mentas de sus payadas por la infinita pampa, hasta que se hundían en la lejanía como un sol, que en las postrimerías de su carrera iluminara con su fama…¡luz de gigante!... las generaciones del porvenir.
Sus payadas memorables se recuerdan, como las del irreal y legendario Santos Vega, que no quedaba paisano de a quince leguas a la redonda del sitio del torneo, que no las galopara, para asistir al triunfo descontado de antemano del Falucho de los payadores.
Voceros de los idealismos del inmortal Alem, puso al servicio de la noble causa, como el la llamaba, su sangre, su talento intuitivo y su obediente guitarra, que fue vibrando por todas las provincias, su clarinada de..¡A las armas!... por el honor y la gloria de la querida patria, puesta en la hora de los peligros, por los egoísmos e ingratitudes de los hombres, que no fueron nada, ni serán nada para la historia de las grandes epopeyas.
La Republica hermana, separada de la nuestra por el caudaloso Plata, le contaba entre sus más fervientes adoradores, y sus estrofas así lo atestiguan en franco homenaje: “Heroica Paysandú… yo te saludo; -hermanos de la patria en que nací…” o “Te saludo patria hermosa - de Lavalleja y Artigas…” Imperecederos versos que fueron latidos de un corazón pampeano, de una raza de triunfadores que la fama consagró en las noches históricas de los recuerdos.
Como flores del sentimiento que nacieran del alma del más cantor de los cantores, y que millares de sus admiradores llevan prendidas en lo más recóndito de sus pechos, son las sentimentales lágrimas de su bella canción – poema: “El silencio de las tumbas”, que sollozan por siempre la endecha de sus inmortales penas y dolores.
Y en la evocación que en estos momentos hago del llorado payador, me parece oír junto a mi oído su voz enérgica y rotunda de triunfador, que exclama; ¡Oh amigazo!...¡No se asombre!...¿Costumbres de otras naciones de criollos han tenido que acatar o lanzarse como matreros hacia la muerte juyendo; olvidando para siempre aquellos bailes, aquellos cantos, a las añejas payadas donde un gaucho por la china y la gloria de su fama, hiciera vibrar las cuerdas de su pampeana guitarra, que cual si hubiera sido su caja de una mujer cuerpo y alma, sus notas fueros suspiros de un sollozar sin palabras, de una vidalitá, muriendo por el Progreso arrollada, pero ascendiendo inmortal a los cielos por la fama consagrada…
Calló la voz del olvidado payador, y mi pañuelo acarició mis ojos que se hallaban empañados, como los cristales en los amaneceres… ¡de rocio!...¡Rocío de admiración dolorosa de los que lloramos por los propios y los ajenos muertos!...
Para saber más del inmortal payador http://www.la-floresta.com.ar/gabino.htm
Seguramente no había aprendido a leer, pero para el aplauso de mi público, como ya lo conté alguna vez, alentada por mí inolvidable primo Tuly Madrid, payaba en la cocina de casa, versos robados de la memoria de los míos y para finalizar siempre el contrapunto repetía estos, que muchos años más tarde aprendería pertenecían al Gran Gabino “con que será hasta mañana /justo es que razón no sobre / ya puede darle las gracias / a este auditorio tan noble.”