miércoles, 8 de octubre de 2008

Cuento Jasídico

Siempre hay algo muy viejo que resulta ser muy pero muy nuevo!!.Este es un hermoso cuento jasídico, siempre vigente y del momento.
La historia cuenta de un famoso rabino (Baal Shem Tov)Baal Shem Tov, era muy conocido dentro de su comunidad, porque sabían que era un hombre tan piadoso, tan bondadoso, tan casto y tan puro que el Señor de las alturas escuchaba sus palabras cuando él hablaba.
En ese pueblo había una tradición muy especial:Todos aquellos que tenían un deseo insatisfecho o necesitaban algo que les resultaba difícil de conseguir, se dirigían a ver al rabino.Baal Shem Tov se reunía con ellos una vez por año, en un día especial que él elegía. Y los llevaba a todos juntos, a un lugar muy especial; único; en el medio del bosque, que él conocía.Y ya en ese lugar; (nos cuenta la leyenda) que Baal Sem Tov armaba un fuego muy particular con ramas y hojas, y de una forma muy hermosa, y entonaba una oración tan silenciosa; como si fuera para poder oírla el mismo.
La leyenda, propiamente la leyenda, sigue... y dice: Que a Dios le gustaban esas palabras que Baal Sem Tov pronunciaba.Tanto se fascinaba con el fuego que armaba de esa forma tan particular, tanto quería esa reunión de gente; en ese lugar del bosque... que era imposible resistir el pedido de Baal Sem Tov y concedía todos los deseos de aquellos que allí se habían reunido.Cuando el rabino murió, los que con él se reunían se dieron cuenta de que nadie sabía las palabras que Baal Sem Tov decía. Cuando allí, todos reunidos iban a pedir algo...(Pero conocían el lugar en el bosque y sabían como armar el fuego).
Siguiendo la tradición que Baal Sem Tov había instituido, una vez por año; todos aquellos que tenían necesidades y deseos no cumplidos, se reunían en ese mismo lugar del bosque, prendían el fuego, de la forma en que habían aprendido del viejo sabio... y, como no conocían las palabras, cantaban canciones, recitaban un salmo, o contaban algunas de sus cosas en ese mismo lugar alrededor del fuego.
Y sigue contando la leyenda: Que Dios disfrutaba tanto del fuego encendido, gustaba tanto de ese lugar en el bosque... y de esa gente allí reunida... que aunque nadie decía las palabras exactas; igual concedía los deseos a todos aquellos, allí reunidos.(El tiempo fue pasando, y la sabiduría se ha ido perdiendo de generación en generación)Y he aquí; que nos encontramos todos nosotros.
-Que no sabemos cuál es el lugar en el bosque.
-Que no sabemos cuales son las palabras...
-Que ni siquiera sabemos como encender el fuego, a la manera que el Viejo Rabino: Baal She Tov lo sabía hacer... Pero sin embargo, algo que si sabemos: (Conocemos esta historia; y conocemos este viejo y hermoso cuento)
Y la leyenda continúa narrando: Que a Dios le agrada tanto este cuento; que tanto, es lo que le gusta esta historia... Que sólo basta que alguien la cuente; y alguien la escuche... para que El se dé por complacido, satisfaga cualquier necesidad y conceda cualquier deseo a todos aquellos que leemos este hermoso cuento, a todos aquellos que escuchamos estas hermosas palabras, y a todos aquellos que estemos compartiendo este momento!...Que se cumplan nuestros y vuestros deseos!!
(De esta manera nos damos cuenta que siempre hay una gran necesidad; a veces de contar; otras de escuchar; y muchas veces de compartir)
Recopilado por Manuel Rubacha
http://www.lavozylaopinion.com.ar/cgi-bin/medios/vernota.cgi?medio=lavoz&numero=febrero2003&nota=febrero2003-11
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).