martes, 22 de abril de 2008

Desde "el cofre de los afectos"


Un día nuestra colaboradora, Dolorense, Griselda Garcia Cuerva me habló de la carta, me la envió. Después de leerla pedí su permiso para subirla aquí y sugerí que me acercara una foto de sus padres. Aquí están las fotografías, la carta.

Queridos padres:
Cuando algún ser glorioso y angelical les entregue esta carta, yo se que se encenderán chispas de emoción en vuestros ojos. Todo lo que aquí expreso estaba cuidadosamente guardado en la joya más preciada que tengo: "el cofre de mis afectos". Quiero contarles que cuando hablo de ustedes el aire se llena de ternura, el jardín rebosa de flores, el sol se ilumina mágicamente y desde el cielo dos hermosas estrellas fulgurantes me envían mensajes de amor. Los recuerdo cada día de mi vida y al evocarlos escucho el dulce canto de los pájaros, veo el mar cristalino y transparente y siento una suave brisa perfumada que me embriaga. Necesito decirles que estoy orgullosa de haber podido compartir mis mejores años con los padres más maravillosos del mundo; de vosotros heredé la solidaridad, bondad, sensibilidad, respeto, honestidad, amistad e infinitos valores morales y espirituales. Me enseñaron a cultivar el buen humor, optimismo, serenidad y a disfrutar los pequeños momentos. Me dieron caudales de felicidad. Quiero que sepan que para mí fueron una enorme luna plateada, un brillante arco iris, un cálido y frondoso bosque y un rosal con los pimpollos más coloridos y bellos que alguna vez he visto. Cada instante que refleja vuestras vidas es una maravilla colmada de bendiciones y lindos recuerdos. Estoy eternamente agradecida por haberlos tenido conmigo y por eso deseo terminar diciéndoles gracias, por por los besos y caricias recibidos, por la protección, comprensión y dulzura. Gracias, por haber sido los pilares fundamentales en mi vida. Gracias, por haber permitido que la alegría invadiera mi hogar. Siempre los llevaré en mi corazón como dos ángeles guardianes que me guiarán junto al Señor, transformando mis lágrimas en risas, mis dudas en esperanza, mi tristeza en júbilo. Serán los suaves y delicados pétalos de mi mejor flor, las mariposas más bonitas en mi jardín y los luceros más resplandecientes en el firmamento.
Los quiero mucho.
Griselda.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).