jueves, 10 de abril de 2008

Viejos libros. Buenos recuerdos


Don Oscar Eduardo Alende Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, puede leerse en la hoja de la izquierda. Maipuense, agrego yo.

Ismael Moya. Dolorense. Doctor en Filosofía y Letras. Discípulo de Ricardo Rojas. Fundador del Museo de Bellas Artes y la Escuela de Bellas Artes en Dolores, entre tantísimas cosas.
En este Libro Suplemento de la Revista de Educación "Aves Magicas" Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires La Plata, 1958.
Les cuento que hace días busco una foto, dónde está el Doctor Moya dando una charla, por que aunque no me crean yo lo conocí, igual que al Dr. Alende.
En la foto del libro puede verse sobre el margen derecho, el sello del Ateneo Mariano Moreno, dónde se reunían los Radicales. A partir de 1957 siguieron reuniéndose allí, sólo que le agregaron la letra I de la Intransigencia. Han pasado tantos años y recuerdo que aquella división puso de un lado a mis tíos, Radicales del Pueblo, y del otro a mi padre, Radical Intransigente. Se jugaban bromas con los amigos de Gral. Guido, Rulete Gascue, Don Abel, y tantos otros, todos Balbinistas. Mi padre, el único Intransigente. En 1983 "volvió" a afiliarse al Radicalismo, pero esta vez no quedamos divididos, por lo menos los Madrid, todos estábamos encolumnados en Renovación y Cambio…
“Las internas fueron son y serán garantía de democracia en el Partido decía, sabedor, Madrid, a Don Abel Cepeda, lo importante es que esas peleas no traspasen las paredes del comité, por que de hacerlo son capaces de destruir una amistad de años…
-Y vos lo sabes bien, Negro que te fuiste con Alende, y ahora estas de vuelta dijo don Abel.
-Te equivocas Cepeda, yo no vuelvo, para volver hay que irse y yo ¡Jamás me ido! Respondió Madrid"
Esto recordó Edgardo Gascue, en aquel almuerzo, allá Gral. Guido cuando me dijo con un dejo de nostalgia:
-¡Que bueno sería recopilar estas cosas de tu padre, esas charlas imperdibles con Don Abel!
- Aquí estoy Gascue… intentándolo.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).