sábado, 26 de abril de 2008

El puente de Monet

Sábado 15,00 hs. Si digo que con una cuchara acabo de hacer una torta que en un ratito estará perfumando mi cocina ¿me creen?

Bueno… una cuchara de las soperas, de aquellas viejas, que usaban las abuelas y algunos pocos ingredientes. Mientras espero que se cueza vengo a charlar un ratito, por que la Torta se hace rapídisimo.

Por estos días me llamaron por teléfono varios integrantes de la familia Cohen, comenzando por Rafael, siguió Daniel Faur, hijo de Victoria y finalmente una larga charla con Sara.
Visitando la página de Fernanda, pienso en “el puente” que cruce para encontrarme con ellos y la imaginó allá en Nueva York hablando con su esposo de Gral. Guido.
Los Cohen vivían dónde hoy está el Centro de Jubilados, casa que fue donada por la familia. En mi casa además de los almanaques de Alpargatas con el sello de la frutería “La Sin Rival de José Cohen”, hay un frasco llenos de botones, sí, botones, con los que yo jugaba de chica, también los disfrutó mi hija. Esos botones servían para sumar, restar, hacer collares y pulseras, anotar los tantos en una partida de cartas, jugar ta-te-ti, damas y la lista sigue. Recuerdo bien y puedo separar hoy los que habían llegado desde Gral. Guido, junto a unas madejitas de hilo de bordar, una aguja de ganchillo y una puntilla… ¡“guipiur” se llama guipiur! exclamó tía María la tarde que accedió a cortar un pedacito para adornar el vestido de mi muñeca, formaban parte del desordenado costurero de tía.

-¿Quién te dio la puntilla, María? preguntaba yo.
El “guipiur” había sido adquirido en la tienda de Cohen, allá en Guido “cruzando el puente”.
- ¿Cómo este María? volvía a preguntar mostrándole una revista donde aparecía esa foto.
- Sí, confirmaba ella, mientras cosía el "guipiur" en el vestidito de mi muñeca.
- El mismo, el mismo, nenita.
Muchos años después descubriría que aquella foto, no era del puente de Guido, era la obra de un pintor francés llamado Claude Monet. Para entonces ya no jugaba con botones, ni vestía muñecas.
La pasada semana hablando con “los Cohen” recordé los botones, "el guipiur", El puente de Monet… Recordé a Don Hilario Allo, farmacéutico, Presidente del Club Cultura en la década del 30 y padre del inolvidable “Pino” Allo.
Otro Gral. Guido, el mismo puente de Monet.
En fin… recuerdos, pequeñeces, que solo las mujeres somos capaces de guardar sentenciaba mi abuela. Como las recetas de cocina tomen nota de esta antigua torta de manzanas, económica y muy rica.
Pelamos 2 manzanas las cortamos en cuadraditos y las espolvoreamos con canela. En un recipiente colocamos 12 cucharadas de harina leudante y reservamos. Usando la misma cuchara en una taza sumamos 12 cucharadas de leche y reservamos. Ahora colocamos en un bol profundo siempre con la misma cuchara 12 cucharadas de azúcar, con 2 huevos y batimos,batimos,batimos ¡listo! En este momento usando la misma cuchara agregamos 12 cucharadas de aceite y un “chorrito” de esencia de vainilla, o ralladura de limón y seguimos batiendo. Ha llegado el momento de incorporar a la preparación la harina que teníamos reservada y la leche. Por ultimo con suaves movimientos envolventes las manzanas “empolvadas” con canela.
Molde enmantecado enharinado, horno hasta que al pincharla el palillo sale seco.
Dos posibilidades para que quede mas linda a) mientras se cocina la torta preparan un caramelo líquido. Cuando retiran la torta del horno - ya desmoldada - despacito le colocan el caramelo por encima, con una cuchara. ¿La misma? Y sí, lo conocido da confianza.
b) antes de colocarla en el horno espolvorear la superficie en azúcar molida queda una cubierta crocante.
El olfato me indica que la torta está lista.

…Continuará
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).