jueves, 17 de abril de 2008

El Sol de Noche


Mientras esperábamos que la torta se entibiara, María me pidió que “tendiera” el mantel sobre la mesa y fuese colocando las tazas para el té, tardío. Tío Loro, en el patio, encendía el sol de noche. Oscurecía temprano en el pequeño departamento de la calle Palacios, era otoño. María dijo entonces cuando el Farol entró iluminando la cocina “Se como este farol /Útil, venciendo sombras yergue/Su testa de cristal;/Y en su interior, como una idea,/Lirio hecho luz brillando está./Erguido y útil /¿Quién me grita: sé como este farol?,/Sé un cristal límpido por fuera;/y que haya una luz en tu interior!
¡Dale decilo, decilo otra vez que lo quiero aprender, una, dos, tres… Así fue como conocí a Alvaro Yunque, una tarde de otoño a comienzo de los sesenta.
Hace días encontré su página http://alvaroyunque.com.ar/index1.html Los que tienen mis años y más lo han conocido, murió olvidado en Tandil, la dictadura militar prohibió sus libros.
Hoy recordé aquella torta de miel y café… o de café y miel. Fui a buscar la receta en el viejo cuaderno Laprida y allí estaba esperándome. Batimos 4 huevos y vamos agregando de a poco 1 taza azúcar y 1 taza miel con ½ taza de aceite (sí, aceite) y 1 taza de café bien oscurito. En ese orden ¡muy importante, respetar los pasos!
Ahora en otro recipiente vamos a mezclar 4 tazas de harina con 3 cucharaditas de polvo de hornear, una pizca sal, 1 cucharadita de bicarbonato y 1 taza con nueces picadas y pasas de uva.
Siempre revolviendo con cuchara de madera, integramos los secos en el batido, Nunca al revés. Colocamos en el molde y llevamos a horno (precalentado) moderado hasta que pinchamos con un palillo y sale sequito.
Siempre mientras cocinábamos en aquellas clases magistrales con tía María, había tiempo para cuentos y poesías.
En los años sesenta se cortaba la luz con frecuencia, así que había que recurrir al sol de noche. Fue en aquellos años que conocí a Alvaro Yunque y mientras espero que se cocine la torta, que confieso hoy tiene menos de todo y sólo pasas de uva, otra de las cosas que aprendi con mi tía "resolver imprevistos en la cocina" y hacer como si nada, me vine para aquí para contarles otro de mis recuerdos. Otro poquito de mi vida.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).