viernes, 6 de junio de 2008

Aprender a escuchar

Los Naipes, las cartas, la baraja. Reyes, Caballos, Sotas y Ases colocadas sobre la mesa deberían sumar en forma horizontal, vertical y diagonal, treinta y una (31) "sin que se repita en la línea, el palo, la figura, el número"
-¿Difícil? Preguntaba mezclando con maestría las cartas restantes.
Mientras contaba esta historia.

“Una noche se dieron cita en el boliche, dieciséis forasteros. Fueron llegando en éste orden.
Primero Llegó un Rey noble y generoso, con una serpiente al pie. Lo acompañaba un caballero, su copa y de palo una mujer
Toma a beber esta copa, dijo el bolichero. La envía aquel caballero, que con estas monedas pagó, aquel otro valeroso Rey Guerrero.
Debajo del Pino verde. Un Rey se puso a beber, contaba el viejo Manuel. Mientras llegaba por el camino una mujer muy valiente, que al oro pudo vencer.
Se sumaron entonces otro valeroso caballero y una mujer con dinero. Otro Rey cargando pesado leño llegó a la linda reunión... y entonces, el bolichero, quitando del porrón las telas araña, convidó a todos los presentes con una copa de caña"

-¡Imposible! Muy difícil decía yo dándome por vencida.
No se me achique a la primera dificultad compañera indicaba Madrid “cuando se está en el potro, hay que aguantar los corcovos” y tomando las 16 cartas en un abrir y cerrar de ojos las colocaba sobre la mesa Oro, Espada, Copa, Bastos cumpliendo la premisa: sin error, sumando las treinta y una
-¿el secreto?
Aprender a escuchar.
Seguir el relato que estaba narrando...
...continuará
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).