lunes, 16 de junio de 2008

Cimarrón de ausencia


Cimarrón de ausencia
Milonga
Música: Juan Larenza
Letra: Marsilio Robles

Cimarrón sos más amargo

que el amor que viste ausencia
y sos polvo de querencia,
que llevó el camino largo
en el pesado letargo
de mis soledades muertas,
tu savia es aroma incierta
de tristes evocaciones,
y es sangre que a borbotones
pierdo de una herida abierta.
Sos atrancao, por momentos,
como lágrima enredada
flor agreste, tierra arada,
tu sabor es pampa y viento.
Pero sos también lamento
en el sorbo de la agonía
y en esta tristeza mía
que derramas en la tea
cuando a mi pulso flaquea
un temblor de lejanía.
Sos vertiente de agua mansa
que va regando el potrero,
tu calor es sol de enero
y tu verde es esperanza.
Sos puñal, rebenque y lanza,
blandiendo en puños de gloria.
Gota amarga ‘e la memoria
del que perdió su querencia.
Y estás ensillado de ausencia
como el flete de mi historia.

Cuando encontré los versos, de esta vieja milonga que muchas veces escuché en las guitarras familiares, o descubría - a pesar de mi escaso oído musical - en el silbido de mi padre. Pensé en llevarlos a nuestra Matera y para ilustrarla buscaba una foto… Fue cuando recordé a Pedro Luis Raota (1936-1986) fotógrafo Argentino, nacido en la provincia del Chaco, afincado en Villaguay. Entre Ríos, considerado uno de los diez mejores fotógrafos del mundo.
Tío Mochi hablaba siempre de Raota, tanto que una tarde allá por 1973 talvez 74 descubro que hay una exposición de sus fotos, ya era un multipremiado y allá fui. Volví maravillada, entre mate y mate conté a los tíos con lujo de detalles aquella muestra.
-El lunes voy afirmó tío Mochi.
-Mejor el domingo che, dijo tío Loro. Después nos vamos para Libertador que nos espera Julio y familia con una picadita. ¿Te sumas? preguntó…
Imaginen la respuesta si a la muestra de fotos, le sumaba "la picadita" en la casa de los Barragán.
Comencé a buscar la foto, ventajas de la tecnología, no tarde en encontrarla, aquí se las dejo.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).