
Tenías la mirada buena, pura,
de los seres sencillos y derechos,
el corazón abierto a las gauchadas
porque el amor te desbordaba el pecho.
Rememoro los días en que eras
sostén para mis pasos inseguros,
diseñando las huellas de mi infancia
y empeñoso afirmando mi futuro.
Caminé de tu mano hacia la escuela
y acompañaste mi ilusión de novia
pero vientos de tedio se llevaron
lo más bello que tuvo aquella historia.
Te marchaste muy pronto Padre mío
no pudiste gozar de tu vejez
mas del cielo me guías y sonríes
por que sabes que te amo como ayer.
Norma Ester Montenegro