La memoria empieza a fallar, el archivo comienza a oxidarse, demasiada “cerrazón” y esta vez Google no pudo ayudarme, así que a buscar entre los viejos libros.
Domingo de sol, anticipo de la primavera, yo siempre pienso en primavera, más cuando veo estas fresias “desamparadas” asomar tímidas, a los pies de la higuera, del níspero, de la estrella federal. Ayer no estaban, quizá no las ví, las veo hoy, ahora cuando abro las ventanas dando inicio a la tarea, “menuda tarea, buscar una aguja en el pajar”.
Como era previsible el libro me estaba esperando.
Guardia del Monte
A la memoria de doña Juana G. de Arata
Con toda admiración
Abuela:
Cuando en mi juventud, casi un niño, tuve que alejarme de este pueblo, mi patria chica; cuando recibí el beso de la despedida de todos los míos; cuando volví mi vista para poder contemplar por última vez la casa donde quedaba toda mi niñez, pude ver que la puerta permanecía entornada como invitándome al regreso.
Vuelvo siempre…siempre. En cada retorno, sé de alegría y del cariño de los tuyos, de los míos, pero también sé de la tristeza de tu ausencia.
Dejándome llevar por la benevolencia de mis amigos que me pidieron recopilación de mis versos para fornar con ellos un pequeño volumen, sentí la necesidad de esta ofrenda.
Un puñadito de cogollos silvestres con olor a campo, que se ha hecho libro.
Es mi pecado original. Manojo de humildades. Coqueterías literarias de mi vida.
Cuentas sencillas enhebradas en forma de rosario para rezar un padre nuestro pampa.
En cada una de estas cuentas tendría que existir un nombre. No es posible. Son tantos los que quiero, que una omisión involuntaria me acarrearía la carga de una pena.
Mi vida está amarrada a tu santo recuerdo. Sirva entonces tu nombre como un símbolo a todos mis afectos.
Perdón
EL AUTOR.
¡Sí lo encontré!… me encontró, nos reencontramos, estaba en la página 59 de ¡Tientos Sobaos!... de Enrique Uzal Biblioteca Nueva 1959. Buenos Aires. Argentina.
Aquí el verso que originó la búsqueda.
Al tero
Es un apuesto galán / interpretando elegías. / Ceño adusto del Mejías / y arrogancia de Don Juan; / La bravura de D’Artagnan / la lleva en sus espolones: / No caben claudicaciones / que aminore su prestancia / y luce con elegancia / la altivez de los varones.
Aprovecho y me llevo una “ponchada” de libros olvidados que les voy a ir presentando como éste que despuntaba como pidiendo ¡lleváme no me olvides! “Relatos Gauchos” de Evaristo Barrios Biblioteca Nueva 1959, cuando lo retire del estante, mientras sacudía el polvo al pasar sus hojas, asomó una hebra de lana verde que indicaba la página 30/31.
Domingo de sol, anticipo de la primavera, yo siempre pienso en primavera, más cuando veo estas fresias “desamparadas” asomar tímidas, a los pies de la higuera, del níspero, de la estrella federal. Ayer no estaban, quizá no las ví, las veo hoy, ahora cuando abro las ventanas dando inicio a la tarea, “menuda tarea, buscar una aguja en el pajar”.
Como era previsible el libro me estaba esperando.
Guardia del Monte
A la memoria de doña Juana G. de Arata
Con toda admiración
Abuela:
Cuando en mi juventud, casi un niño, tuve que alejarme de este pueblo, mi patria chica; cuando recibí el beso de la despedida de todos los míos; cuando volví mi vista para poder contemplar por última vez la casa donde quedaba toda mi niñez, pude ver que la puerta permanecía entornada como invitándome al regreso.
Vuelvo siempre…siempre. En cada retorno, sé de alegría y del cariño de los tuyos, de los míos, pero también sé de la tristeza de tu ausencia.
Dejándome llevar por la benevolencia de mis amigos que me pidieron recopilación de mis versos para fornar con ellos un pequeño volumen, sentí la necesidad de esta ofrenda.
Un puñadito de cogollos silvestres con olor a campo, que se ha hecho libro.
Es mi pecado original. Manojo de humildades. Coqueterías literarias de mi vida.
Cuentas sencillas enhebradas en forma de rosario para rezar un padre nuestro pampa.
En cada una de estas cuentas tendría que existir un nombre. No es posible. Son tantos los que quiero, que una omisión involuntaria me acarrearía la carga de una pena.
Mi vida está amarrada a tu santo recuerdo. Sirva entonces tu nombre como un símbolo a todos mis afectos.
Perdón
EL AUTOR.
¡Sí lo encontré!… me encontró, nos reencontramos, estaba en la página 59 de ¡Tientos Sobaos!... de Enrique Uzal Biblioteca Nueva 1959. Buenos Aires. Argentina.
Aquí el verso que originó la búsqueda.
Al tero
Es un apuesto galán / interpretando elegías. / Ceño adusto del Mejías / y arrogancia de Don Juan; / La bravura de D’Artagnan / la lleva en sus espolones: / No caben claudicaciones / que aminore su prestancia / y luce con elegancia / la altivez de los varones.
Aprovecho y me llevo una “ponchada” de libros olvidados que les voy a ir presentando como éste que despuntaba como pidiendo ¡lleváme no me olvides! “Relatos Gauchos” de Evaristo Barrios Biblioteca Nueva 1959, cuando lo retire del estante, mientras sacudía el polvo al pasar sus hojas, asomó una hebra de lana verde que indicaba la página 30/31.
Mi Tropilla
Cada uno tiene en la vida
Alguna debilidá
Y está su felicidá
En la cosa más querida.
Pal glotón es la comida,
Pal avariento, la plata
Y este cantor que desata
Está décima sencilla
Ha juntado una tropilla
Como eligiendo e la pata.
Como goteando sonido
Va el cencerro en el cogote
De la madrina que al trote
Puntea en el recorrido
Al tranco, -como dormido-
La va siguendo un “tobiano”
Un “pangare”, un “ rabicano”
Un “alazan”, un “tordillo”
Un “zaino”, un “doradillo”,
un “malacara” y un “ruano”.
Retozando un “colorado”
Lindo flete, pa un apuro,
Se arrima un ba “bayo”, un “oscuro”
Y un “overito rosado”
Un “cebruno” y un “gateao”
Siguen sin hacerle caso.
Un “rocillo” y un “picaso”
Y un “moro” junto a un “bragao”,
Van con un “blanco plateao”
De aguante y de sobrepaso.
Un “azulejo” un “tostado”
Un “pico blanco” y un “pampa”
Pingos de muy buena estampa
Y al cual mejor diseñao
Siguen a un “bayo encerao”
Que endereza pal potrero
Y junto un “picaso overo”
Redondo, como una bola
Relincha formando cola
Un peticito aguatero
Pingos, hijos de mi tierra,
guapos, y trabajadores.
Son del mundo, los mejores
en la paz, como en la guerra,
cada uno en su pecho encierra,
coraje, como sosiego.
Tienen a su dueño apego
pa dir a golpe de pata
dende los Andes al Plata
dende Jujuy a Tierra del Fuego!
…y llamó el teléfono, ¡mis comensales! daban coordenadas y tiempo estimado de arribo. Volé, cortito, como el terito Pedro, no más allá del límite del patio, suficiente para alcanzar la cocina. Otro día les cuento.
Cada uno tiene en la vida
Alguna debilidá
Y está su felicidá
En la cosa más querida.
Pal glotón es la comida,
Pal avariento, la plata
Y este cantor que desata
Está décima sencilla
Ha juntado una tropilla
Como eligiendo e la pata.
Como goteando sonido
Va el cencerro en el cogote
De la madrina que al trote
Puntea en el recorrido
Al tranco, -como dormido-
La va siguendo un “tobiano”
Un “pangare”, un “ rabicano”
Un “alazan”, un “tordillo”
Un “zaino”, un “doradillo”,
un “malacara” y un “ruano”.
Retozando un “colorado”
Lindo flete, pa un apuro,
Se arrima un ba “bayo”, un “oscuro”
Y un “overito rosado”
Un “cebruno” y un “gateao”
Siguen sin hacerle caso.
Un “rocillo” y un “picaso”
Y un “moro” junto a un “bragao”,
Van con un “blanco plateao”
De aguante y de sobrepaso.
Un “azulejo” un “tostado”
Un “pico blanco” y un “pampa”
Pingos de muy buena estampa
Y al cual mejor diseñao
Siguen a un “bayo encerao”
Que endereza pal potrero
Y junto un “picaso overo”
Redondo, como una bola
Relincha formando cola
Un peticito aguatero
Pingos, hijos de mi tierra,
guapos, y trabajadores.
Son del mundo, los mejores
en la paz, como en la guerra,
cada uno en su pecho encierra,
coraje, como sosiego.
Tienen a su dueño apego
pa dir a golpe de pata
dende los Andes al Plata
dende Jujuy a Tierra del Fuego!
…y llamó el teléfono, ¡mis comensales! daban coordenadas y tiempo estimado de arribo. Volé, cortito, como el terito Pedro, no más allá del límite del patio, suficiente para alcanzar la cocina. Otro día les cuento.