jueves, 14 de agosto de 2008

Lotería de cartones

…Y cuando jugábamos a la Lotería de Cartones, ¿te acordas? Pregunta mi mamá. Y todas esas imágenes vienen una tras otra soltando aroma a los “Bocaditos de frutas” horneándose.
Mientras “Mechita” aprovecha mi descuido y corta las pocas florcitas que hay en el jardín, las que salvadas de las hormigas, sufren ahora las manos de tijera de mi madre, yo abro la puerta para que el sol entre en la casa vacía. - Claro que me acuerdo digo y me siento en el sillón verde. El sol se mete entibiando el espacio, pasa por entre las sillas, se trepa a la mesa, lánguidamente acaricia el mueble largo que guarda vajilla.
A este mueble María lo llamaba ¿“baiut”? pregunto.
- ¡No, nena bargueño!, corrige mi madre que marcha con el ramito de flores por el soleado pasillo rumbo a casa, la otra casa. Ambas casas ocupan el mismo terreno hoy le dicen Duplex, ayer era una mi casa, la otra la casa de mis tíos.
Estoy en la casa de los tíos, es jueves y hay sol.
El comedor, lugar de reunión en las tardecitas de aquellos fríos inviernos, allá lejos y hace tiempo, donde la Lotería de Cartones se imponía, se ha llenado de este sol de invierno y de recuerdos esta tarde.
- A ver Chica, contá, tiene que haber 40 cartones
- 38,39,40 ¡están todos! María.
- Ahora pongan todas las bolillas sobre la mesa, tienen que estar todas que los jugadores vean, que no hay trampa.
- ¡Están todas!
Sobre la mesa ordenaditas estaban las 90 bolillas de madera
- ¡A la bolsa entonces!, ordenaba tío Loro, encargado de llenar los recipientes con los porotos blancos.
La bolsa de rústica ¿cretona?, con florcitas rojas abría grande la boca para recibir las maderitas numeradas, las mismas con las que se jugaba en la cocina de la casa en Gral. Guido.
Los platitos con porotos, los cartones todo listo para empezar.
Primero repartíamos los cartones dos o tres dependía la cantidad de jugadores.
Y cuando todos o casi todos habíamos ocupado nuestro lugar en la larga mesa del comedor, cumplido al tercer llamado, el Cantor comenzaba sacando de a una bolilla. Cuando le tocaba a tío Loro él alternaba los números con la jerga numérica 48 el muerto que habla, 15 la niña bonita.
- ¡Ambo! Grita alguien. Cotejados los números se abona el ambo
- ¡Cuaterno! Para vos nenita, Alerta María, que vigila mis cartones
- A ver pagador.
El cantor suspende hasta cotejar, paga el cuaterno y reanuda advertido ya de mi distracción, espera el momento justo
- Diga 33 Madrid me dijo ayer el Doctor pero yo desobediente le dije treinta y dos apunta mi padre sabiendo que me falta justo el 33 para…
- ¡Quintina! Grito atropellada
- ¡Estas de racha, Chica!
-A ver cante la quitina… 12, 19, 23, 27, …33
- Pero si el treinta y tres no salió dice entonces Madrid
- ¿Cómo? Vos lo cantaste.
- Revisando che, revisando pide tío Loro
Vuelven a sonar los nombres de los números que ya habían salido, no aparece el treinta y tres. Yo no soy una nenita, ya cumplí los quince pero chispita, me llamaba Fermín Gascue, comienzo a “encenderme”.
- Así no juego más, vos dijiste treinta y tres, ¡lo dijiste, sí lo dijiste! Yo te escuche.
- Vos oíste treinta y tres… pero yo no dije eso. Hay que prestar más atención, aprender a escuchar.
- Señoras, Señores atentos que seguimos
-¿y qué yo no juego más? Pregunto enojadísima
- “Perdón pido a la concurrencia / de una mesa tan variada/ y la invito Señorita a continuar la lotería /saboreando esta delicia que nos convida María.”
- ¡Aplausos para el payador!, pide María
Yo alunada mal, no me sumo al aplauso pero, sigo en la rueda.
¡Cartón lleno! Avisa tío Mochi desde la cabecera de la mesa, está jugando de compromiso, sin ganas.
- ¡Lotería cante pagador!. Cobro y me retiro. Tenemos que “ensayar” La guitarra, siempre la guitarra.
- ¿Otra vuelta?
-Yo me quedo con los mismos cartones, apunta alguno de los presentes.
-Yo paso, vamos a ensayar con Benjamín y Deul dice mi papá.
-Yo los “cambeo”, Negra grita desde su lugar el “infaltable” y bueno de Manuel Sueldo, ese Amigo con mayúscula de esta casa.
Tardes de invierno, visitas, tortas, mate, te con cedrón Lotería de Cartones, en la larga mesa del comedor.
Otras veces era Truco, Chinchón, Mus. Por la noche siempre una picadita criolla, lo que sobraba del "mediodía", empanaditas, buen vino y guitarra, mucha guitarra y aquella milonga corralera que decía: “Le corro con mi manchao / al alazán del Cirilo / y no le pido ni un kilo / como le dio al colorao… Y pa' que seguir narrando / lo que fue aquella carrera / si cualquier hombre de afuera ya lo estará calculando… entre aplausos y sombreros / que se agitaban de gozo /el juez grito sentencioso / puesta nomás caballeros”


¡Va la Yapita, la receta de los Bocaditos de frutas!
100 grs. de manteca / 1 taza de azúcar / 1 huevo 2 y1/2 taza de harina / 3 cucharaditas de royal / ½ cucharadita de sal / ½ taza de leche /½ taza de fruta abrillantada
Se bate la manteca con el azúcar, se agrega el huevo batido se tamizan juntos la harina, el royal, la sal y se agrega a la primera preparación alternando con la leche, Por último se añade la fruta picada y enharinada se une todo bien y se coloca en un molde chato, enmantecado y enharinado, se extiende bien y se espolvorea con azúcar. Se cuece en horno moderado durante 30’ una vez frio se cortan los bocaditos
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).