viernes, 29 de agosto de 2008

...otro nudito en la urdimbre

Cuando el 12/06/08 leí, “Fue muy movilizante encontrarme con mi abuelo en internet, soy Isaías Algañaraz vivo en Quilmes pero toda mi familia está radicada en Ayacucho, tengo a los Villar que son guidenses y hace mucho que no los veo. Mi padre también es oriundo de Guido. En fin, una alegría grande encontrar este pedazo de historia. Felicitaciones por salvaguardar la memoria histórica colectiva” sentí que ataba otro nudito en la urdimbre.
Compartimos bisabuelos, Algañaraz y Madrid y si el cálculo no me falla ocupamos el sexto grado en la línea de parentesco según el Código Civil. ¡Somos familia! y nos reencontramos aquí, aunque ustedes no lo crean.
De chambona vieja tardé en encontrar su blog pero aquí está, se los presento sólo hay que animarse.

Ella

Tengo recuerdo de ella a mis seis años. Seguramente ya la conocía pero no de esa manera.El abuelo estaba enfermo. Papá había faltado de casa varios días porque estaba en La Plata cuidándolo.
Un día de 1977 mamá nos dice: - Chicos, nos vamos a La Plata.Y eso olía a despedida.
Lo único que recuerdo son “los soldaditos” que vigilaban una casa cercana a la sala velatoria, a la salida de esa ceremonia masoquista.
Me acuerdo claramente el estar abrazado a mi mamá incrustándole mi perita entre su hombro y el cuello. Lo lloré.Al abuelo lo enterraron en Brandsen.Enterrar es una manera de decir porque en realidad está en esa especie de edificios de departamentos donde están incrustados contra una pared.Todos tienen los nombres, algunos tienen una fotografía de esa persona que está ahí dentro, otros además tienen la fecha de nacimiento guión fecha de muerte.Además existen otras que tienen alguna frase desgarradora donde expresan todo lo que lo querían y lo que lo van a extrañar. Tus amigos. Tu familia.Flores y más flores. Ausencia de flores. Olor asqueroso de flores.
Olor a muerte de flores que creemos que es el olor a LA MUERTE.Volví a visitar al abuelo, papá de mi papá.Parado al costado de la ruta, haciendo dedo para volver a casa. Estoy en Brandsen y me surgieron ganas, vaya uno a saber por qué de visitarlo.Voy hasta el cementerio. Orientándome por el recuerdo busco su ubicación.Voy pensando las pocas y lindas cosas vividas con él. Añoro lo que nunca jamás sucedió. Momentos que me hubiese gustado compartir.Encuentro al abuelo. Su mirada limpia. Y su nombre: Isaías Algañaraz.
Encontrarme con esa placa que tenía mi nombre me sacudió.
Me quedé mirando esa foto, ese nombre. Mi garganta era un nudo del tamaño del cuello.
Mis ojos se empañaron de recuerdos y de nostalgia de la peor.
Así conocí a la muerte, de la mano de mi abuelo.

http://isalga.blogspot.com/

miércoles, 27 de agosto de 2008

Un hecho real

Trágica reyerta en una pulpería de Dolores

Un hecho real recreado por Justo P. Sáenz nos retrotrae a una pampa de bravos gauchos que medían su coraje.

Si en la extensa provincia de Buenos Aires tuviésemos que señalar la zona en que hubieron de conservarse por más tiempo las auténticas tradiciones, como rincón gaucho, señalaríamos sin dudar el paraje de la extensa Cañada del Vecino.


Quienes hoy disparan por la ruta 2 a Mar del Plata, debieran saber que a unos 20 km después de pasar Dolores, a la derecha, se abre un camino de tierra que se interna en aquella especialísima región, pasando enseguida las vías del viejo F.C.S. y la estación Parravicini, e ingresando en el partido de General Guido, sigue hacia el Oeste y luego al Sur para reaparecer en Maipú.

Desolados campos bajos, otrora riquísimos en pajales de amarillenta espadaña, comarca de variadísima avifauna. Pagos gauchos si los hubo, compuesto de enormes latifundios, con centenarias estancias como "La Quinua", "Navas", "Barrancas Coloradas" (donde vivió Benito Lynch), "Palenque Chico" (de Ambrosio Juan Althaparro) que además algunas fueron postas de la galera que iba de Dolores a Ayacucho.

Por allí se vieron los últimos gauchos de chiripá y medias blancas, y pulperías y esquinas famosas poseedoras de enrejados mostradores y con cubiertas de paja, teja francesa o azotea, que constituyeron centros de negocios y sociabilidad y cancha de diversiones y reyertas.

Todo se perdió cuando se construyó el canal 1 que desecó los bañados y lagunas y que arreó también con todo el bicherío que los habitaba. Pero así y todo no se borra en mi recuerdo. Allí fue que ocurrió, lo que les cuento ahora. Enclavado en este particular lugar se hallaba una pulpería renombrada. Un día sucedió en ella un drama sangriento (tal como lo presenta La Patria , importante diario de Dolores, del miércoles 16 de abril de 1879): "Anteayer, se encontraba, entre otras personas, en la Casa de Negocios de don Leandro Sánchez, conocida por de Escudero y situada en el «Palenque Chico», partido del Vecino, el dicho Sánchez un moreno llamado Pedro Telmo, autor de varios crímenes cometidos en el Norte de esta Provincia.

"El segundo de los nombrados en uno de los versos le dijo al primero que ambos eran parientes a lo que este le contestó en otro de sus cantos que no lo extrañaba pues el padre le había dicho que tenía unos parientes negros. Parece que esta contestación le desagradó de tal manera a Telmo que levantándose del asiento en que se hallaba, acometió a Sánchez cuchillo en mano infiriéndole una honda herida.
"Sánchez al sentirse herido sacó su rewólver (sic) y descerrajó un tiro sobre Telmo que en esos momentos estaba parado en una de las puertas que da salida al patio de la casa, yendo la bala a depositarse en una de las piernas de aquél.
"Telmo trató de huir, pero fue seguido por Sánchez que en el acto consiguió darle alcance y quitarle el cuchillo que aún conservaba con el que le infirió varias heridas. Sánchez desfallecido murió casi inmediatamente. Cuando volvieron por Telmo, éste era ya cadáver.


"Los anteriores son los únicos datos que hasta ahora hemos podido tener sobre el particular. De las averiguaciones que hemos hecho, resulta que ninguna enemistad existía entre Sánchez y Telmo."

El folklorista y escritor Justo P. Sáenz (h.) en una nota publicada en 1965 en LA NACION, sobre "Cantares Argentinos" parece haber conocido este hecho pues refiere: "Existe otra «desgracia» aunque no la he oído cantar ni recitar, me consta existe y fue muy popular otrora en Dolores y el Vecino. Proviene de una riña a facón acaecida en 1887 [el hecho ocurrió como vimos en 1879] en una pequeña pulpería que quedaba sobre el viejo camino a Mar del Plata...

"El dueño de esa pulpería (un par de ranchos de «chorizo» y paja de techar, cuanto más), un cierto Sánchez (creo que su nombre de pila era Abdón), hombre bravo, pero serio y honesto, diestrísimo en el manejo del cuchillo, que después de haber servido en los fortines de la frontera y resultar vencedor en muchos duelos de arma blanca, había resuelto cambiar radicalmente de vida, instalando este negocito -con capital agenciado, seguramente, con cueros de nutria y pluma de avestruz o de mirasol- en medio de aquella desolada planicie.
"Y quiso la suerte de Sánchez que una mañana llegase a sus palenques, con caballo de tiro un mozo ágil y vigoroso, bien puesto, de chiripá de merino negro, nazarenas de plata, botas de potro, tirador lujoso y chamberguito redondo afianzado con barbijo. Desmontó el forastero, ató sus caballos y arrimándose a la reja del mojinete pidió una ginebra, invitando al pulpero a beber otra con él.
"Así se dio principio a una cordial aunque parca conversación, en la que el joven dijo venir de un partido del Norte, «pasiando» no más, con ganas simplemente de conocer nuevos pagos...
"A la tercera compartida vuelta de bebida -hubo testigos que informan cabalmente de los hechos- el forastero confesó a Sánchez que en realidad no eran los mencionados los motivos de su viaje, sino el deseo de probarse, facón en mano, con él, pues conocía de mentas su pericia de «cuchillero» y deseaba ardientemente aprenderle algo de un arte que le había dado tanta fama. Proponía el visitante se hicieran unos «tiritos a primera sangre», esto es, tajearse la cara simplemente, resultando ganador el que lo lograra antes.
"Sánchez se excusó firmemente porque él -expresó- ya estaba retirado de esas cosas. Ahora era hombre de trabajo, tenía familia, llevaba una vida tranquila y por nada del mundo volvería a lo de antes. ¡No! No quería saber más nada. Además se consideraba viejo, de modo que...
"Pero insistió el forastero y a la cuarta copa convenció a Sánchez que no era cuestión de que le hubiera hecho hacer de balde «tan larga galopiada y más en tiempo de invierno...»
"Rezongando contra su destino, el pulpero salió del rancho por su única puerta y, muy cortés y mesurado, aproximóse al mozo, que ya se había zafado las espuelas y acortado el chiripá bajo el ancho alero de junco. Se sacó entonces las botas y la chapona, atándose un pañuelo a la cabeza para aprisionar la melena. Luego midieron ambos la longitud de sus armas casi ceremoniosamente y ya liados los ponchos al antebrazo izquierdo cayeron en guardia frente a frente en lo que llamaban el patio...
"Y tajo aquí, hachazo allá, tintas, quitas, viboreantes reveses, leves brincos de costado, aquellos hombres «cuerpos de gato», en los cuales la pasmosa elasticidad de su cintura constituía el eje de la defensa no se alcanzaron en lo que ahora denominaríamos el primer round. Chispearon y ludieron bajo el sol de la media mañana las hojas de los facones, hasta que los contendientes, empapados en sudor, pese a lo bajo de la temperatura, resolvieron de común acuerdo descansar un rato, después de ponderarse recíprocamente la excelente «vista» de que estaban dotados.
"Previo un trago de agua y no de ginebra, del pozo cercano, se reanudó el lance con igual entusiasmo y espíritu deportivo, pero parece que ya los adversarios no tenían como blanco exclusivo sus caras curtidas y afanosas, porque en el primer «dentre» quedaron muertos los dos.
"Las gentes de El Vecino todavía «gaucho» -si se me permite la expresión- y fieles al culto de quienes supone sus héroes, recordaron desde entonces esa pelea en unas décimas que, repito, no he podido aún conseguir."


Este hecho debe ser el mismo que narró el diario La Patria, demostrando que la ficción de este talentosísimo escritor, aún respetando el hecho tradicional, fue capaz de elaborar una recreación decididamente de más hermosa profundidad y fiel conocimiento del folklore.
Fuente: Carlos A. Moncaut, publicado en La Nación (19/01/2008)


¿Les gusto?, bueno lo encontré cuando empuje la puerta de un Viejo Boliche, no dudé en traerlo, pero antes pedí permiso como corresponde. No dejen de visitar http://viejoboliche.blogspot.com/

lunes, 25 de agosto de 2008

“la bravura de D’Artagnan la lleva en sus espolones”

Mientras recordaba al Terito Pedro en medio de la “cerrazón” aparecían unos versos, sólo una línea “la bravura de D’Artagnan la lleva en sus espolones” ¿Tendrían autor?.
La memoria empieza a fallar, el archivo comienza a oxidarse, demasiada “cerrazón” y esta vez Google no pudo ayudarme, así que a buscar entre los viejos libros.
Domingo de sol, anticipo de la primavera, yo siempre pienso en primavera, más cuando veo estas fresias “desamparadas” asomar tímidas, a los pies de la higuera, del níspero, de la estrella federal. Ayer no estaban, quizá no las ví, las veo hoy, ahora cuando abro las ventanas dando inicio a la tarea, “menuda tarea, buscar una aguja en el pajar”.

Como era previsible el libro me estaba esperando.
Guardia del Monte
A la memoria de doña Juana G. de Arata
Con toda admiración
Abuela:
Cuando en mi juventud, casi un niño, tuve que alejarme de este pueblo, mi patria chica; cuando recibí el beso de la despedida de todos los míos; cuando volví mi vista para poder contemplar por última vez la casa donde quedaba toda mi niñez, pude ver que la puerta permanecía entornada como invitándome al regreso.
Vuelvo siempre…siempre. En cada retorno, sé de alegría y del cariño de los tuyos, de los míos, pero también sé de la tristeza de tu ausencia.
Dejándome llevar por la benevolencia de mis amigos que me pidieron recopilación de mis versos para fornar con ellos un pequeño volumen, sentí la necesidad de esta ofrenda.
Un puñadito de cogollos silvestres con olor a campo, que se ha hecho libro.
Es mi pecado original. Manojo de humildades. Coqueterías literarias de mi vida.
Cuentas sencillas enhebradas en forma de rosario para rezar un padre nuestro pampa.
En cada una de estas cuentas tendría que existir un nombre. No es posible. Son tantos los que quiero, que una omisión involuntaria me acarrearía la carga de una pena.
Mi vida está amarrada a tu santo recuerdo. Sirva entonces tu nombre como un símbolo a todos mis afectos.
Perdón
EL AUTOR.
¡Sí lo encontré!… me encontró, nos reencontramos, estaba en la página 59 de ¡Tientos Sobaos!... de Enrique Uzal Biblioteca Nueva 1959. Buenos Aires. Argentina.

Aquí el verso que originó la búsqueda.
Al tero
Es un apuesto galán / interpretando elegías. / Ceño adusto del Mejías / y arrogancia de Don Juan; / La bravura de D’Artagnan / la lleva en sus espolones: / No caben claudicaciones / que aminore su prestancia / y luce con elegancia / la altivez de los varones.

Aprovecho y me llevo una “ponchada” de libros olvidados que les voy a ir presentando como éste que despuntaba como pidiendo ¡lleváme no me olvides! “Relatos Gauchos” de Evaristo Barrios Biblioteca Nueva 1959, cuando lo retire del estante, mientras sacudía el polvo al pasar sus hojas, asomó una hebra de lana verde que indicaba la página 30/31.



Mi Tropilla
Cada uno tiene en la vida
Alguna debilidá
Y está su felicidá
En la cosa más querida.
Pal glotón es la comida,
Pal avariento, la plata
Y este cantor que desata
Está décima sencilla
Ha juntado una tropilla
Como eligiendo e la pata.

Como goteando sonido
Va el cencerro en el cogote
De la madrina que al trote
Puntea en el recorrido
Al tranco, -como dormido-
La va siguendo un “tobiano”
Un “pangare”, un “ rabicano”
Un “alazan”, un “tordillo”
Un “zaino”, un “doradillo”,
un “malacara” y un “ruano”.

Retozando un “colorado”
Lindo flete, pa un apuro,
Se arrima un ba “bayo”, un “oscuro”
Y un “overito rosado”
Un “cebruno” y un “gateao”
Siguen sin hacerle caso.
Un “rocillo” y un “picaso”
Y un “moro” junto a un “bragao”,
Van con un “blanco plateao”
De aguante y de sobrepaso.

Un “azulejo” un “tostado”
Un “pico blanco” y un “pampa”
Pingos de muy buena estampa
Y al cual mejor diseñao
Siguen a un “bayo encerao”
Que endereza pal potrero
Y junto un “picaso overo”
Redondo, como una bola
Relincha formando cola
Un peticito aguatero

Pingos, hijos de mi tierra,
guapos, y trabajadores.
Son del mundo, los mejores
en la paz, como en la guerra,
cada uno en su pecho encierra,
coraje, como sosiego.
Tienen a su dueño apego
pa dir a golpe de pata
dende los Andes al Plata
dende Jujuy a Tierra del Fuego!

…y llamó el teléfono, ¡mis comensales! daban coordenadas y tiempo estimado de arribo. Volé, cortito, como el terito Pedro, no más allá del límite del patio, suficiente para alcanzar la cocina. Otro día les cuento.

jueves, 21 de agosto de 2008

Avistaje de aves

El Terito Pedro.
Cuando ví la foto de estos teritos me acorde de Pedro, un terito que apareció en casa un día cualquiera allá por los años 60.
Aterrizo en emergencia decía mi padre, traía averiada un alita, ¡Esos sabandijas y las gomeras! Cuando no las tramperitas camufladas entre las ramas.
El terreno dónde se levantaba nuestra casa tenía 8,66 por 60 mts de fondo; de los vecinos nos separaba un alambrado romboidal cercos de madreselvas y una planta de laurel por un lado, ligustrina con dobladillo de verbenas por el otro, en el fondo un cañaveral antes del alambre que marcaba el fin de nuestra casa. Más allá unos enormes eucaliptos se adueñaban del paisaje de un Banfield de casas bajas, por allí andaban las sabandijas que cazaban pajaritos.
Pero volvamos a Pedro, el terito, cayó del cielo, llegó al lugar indicado una mañana de domingo recuerdo que papá lo vendó por varios días para que sanara su alita.
El terito caminaba nervioso, bajo nuestra atenta mirada, siempre alerta, escarbaba, buscaba, le dábamos carne picadita, él picoteaba insectos, hasta construimos una lagunita para él, bien cerquita del mandarino. Cuando le retiraron los vendajes, el alita parecía estar en su lugar pero Pedrito no pudo volar.
- Es un pajarillo mutilado opinó el abuelo Cesáreo, no es vida para un pájaro.
- Otros, viven enjaulados Don Cesáreo, tampoco es vida dijo mi padre.
- Qué sabrá Usted masculló el Tata, recogió su sombrero marrón y se fue, el terito se quedó con nosotros y pronto se afincó.
Cuando pasaban las bandadas de teros el gritaba cómo si los llamara. Dormía paradito con la cabeza debajo del ala, otras lo descubría parado en una sola patita. Cuándo golpeaba el suelo como tanteando con las patitas mi papá llamaba ¡Vengan miren! Pedrito busca lombrices, sólo había que esperar un ratito para ver la lombriz en el pico del terito. Con Pedro cursamos ciclo básico en el avistaje de aves, supe que era joven porque no tenía el copete. Que no podía nunca ser amigo de un carancho. Que era muy difícil encontrar su nido, siempre gritaba lejos, para proteger a sus hijitos. Gracias a Pedro aprendí que las vizcachas rotosas tienen hábitos nocturnos, que si él gritaba mucho había que esperar lluvia, o parientes.
Extremadamente elegante, siempre vigilante y mucho más cuando aparecía mi abuelo Cesáreo, porque el abuelo venia todos los días, aunque se enojara igual al día siguiente aparecía con palabras “novas… filloas, llamaba a los panqueques con dulce de leche, árbore, era cualquier árbol, avefría era Pedro que gritaba y gritaba en su “pazo” su gran casa que comenzaba en el límite del patio y se extendía pasando el cañaveral allá en el último alambrado antes de los enormes eucaliptos por “onde” (donde) merodeaban las sabandijas con sus gomeras al cuello, la lluvia era “da chuvia”, y él era “rubio” aunque yo lo viera pelirrojo de ojos claros, celta puro el gallego Cesáreo.
El abuelo llegaba y el terito gritaba ¡Cómo gritaba ese tero, mi Dios! Abría las alas y le hacia frente con unas pasadas rasantes.
-Vete, vete tú de aqui avefría, decia el abuelo.
-Usted Don Cesáreo tiene que haber corrido a este pobre terito, no puede ser que llega usted y él se comporte así. Decía tía María.
Mi abuelo tenía una teoría, explicaba que “al avefría le enfadaba” el color marrón. Color que Cesáreo usaba siempre, saco y pantalón marrón, gorra marrón, bufanda marrón, suéter marrón, demasiado marrón para Pedro.
- ¡Qué es el color Negrita! ¡ qué es el color! el que “enfada al Pedrin” cuando “asiento pie en su pazo” . Qué no le he corrido, qué es el color. Ya verás tu que habré de comprobarlo yo. Sentenciaba el Tata que jamás perdió la melodía de su “lingua Galega”.
Así fue como una tarde de domingo, cuando todavía ni se hablaba que en la mitad del terreno se levantaría la casa de los tíos, llegó el Tata con una bolsa repleta de ciruelas amarillas y unas rosquitas que la abuela Pita mandaba para el mate. Los domingos los tíos se sumaban a la cuadrilla de trabajos, jardinería, guadaña al pasto, corte de “flequillo” al ligustro, limpieza de galpón, “blanqueado de paredes”, tareas varias.
Después de un rato, el abuelo, que ya había pasado revista a los frutales se acercó la fresca sombra del limonero para aceptar el mate que le ofrecía María.
- ¿Entonces Negrita, me dices tú “onde está Pedrin” que no ha gritao aún?
-¡Don Cesáreo tiene usted razón exclamó tía María, me preocupa ¡esto es una tragedia!, dijo picara haciendo alusión al impecable traje que vestía el abuelo.
-Pues, ríete tu “muller” he tenido yo que echarme encima esta “roupa”, para que comprendáis vosotros que al avefría este, lo enfada el color marrón, se os digo yo, que de pájaros se algo “me cajo en diez”.
Todos rieron mucho aquella tarde, yo los miraba desde la hamaca doble de brillantes colores verde y amarillo regalo de los abuelos mientras comía las ciruelas amarelas y dulces como la miel, del árbore que el abuelo cuidaba con esmero, a dos cuadras de alli, en su pazo.
El Tata salió como había llegado de impecable traje gris y sombrero Panamá en la mano, el terito no se dio por enterado.
Al día siguiente cuando regreso con “la roupa marrón” el barrio todo supo cuando Don Cesáreo había pasado el límite del patio.
Pedro vivió algunos años con nosotros, siempre alertando cuando el Tata llegaba de marrón, o cuando iba a “chover” Pasó su soledad, caminando, escarbando, haciendo unas sentaditas, confinando a las hormigas al exilio, bañándose en su lagunita. Una noche enfermó, apareció en la puerta de la cocina todo mojado temblando, decían que había entrado en el galpón y allí se habría caído en una lata de boca ancha que contenía kerosén. Lo pusimos en una cajita de zapatos cuidando de no dañar su lindo copete, lo abrigamos bien y quedó en un rincón de la cocina, pero por la mañana había muerto.
No más teritos en el jardín, mucho menos pájaros enjaulados, los de la abuela Pita eran canarios, por eso vivían enjaulados, a mi no me gustaba verlos así, siempre abría las puertitas, pero ellos no salían, no podían volar más allá de su “pazo”, como el terito Pedro, ellos también estaban mutilados.

Aquí estamos con mi hermano, en segundo plano “el árbore de mandarina” por allí cerquita estaba la lagunita del terito Pedro.
Nota: La foto de los teritos con su mamá la “hurté” de http://cicutaargentina.blogspot.com/

martes, 19 de agosto de 2008

Las Fotos Familiares

Encontré este Relato en http://trinidadmujica.blogspot.com/ me gustó tanto que decidí traerlo aquí sin pedir permiso, es que quiero presentarles hoy, ya! a Trini su joven autora , contarles que es de nuestra vecina y colindante Ayacucho que desde hoy, ya! la sumamos a Nuestra Matera
Pero mejor léanla.

ESCRIBI ESTE RELATO EL 21 DE JUNIO, ME PUSO MUY CONTENTA PODER SOLTARLO PORQUE GENERALMENTE NO ESCRIBO PROSA SINO POEMAS, Y PARA ESTE TRABAJO ESTUVE DANDO VUELTAS UN PAR DE SEMANAS, HASTA QUE POR FIN SALIO. ESPERO QUE PUEDAN DARME UNA OPINION, GRACIAS!! SE LLAMA LAS FOTOS FAMILIARES.

Muchas veces en mi entorno mas cercano se me "acusa graciosamente" de tener una "gran facilidad" para apropiarme de los retratos y fotos familiares mas lindos. Esos por los que todos alguna vez se preguntan, "-...donde estarán las fotos que sacamos en tal cumpleaños..., las de ese viaje... o la reunión en la casa de tal... -". Seguramente, por obra del "destino", por alguna buena negociación oculta detrás de alguna puerta o hasta por un simple hurto (sí lo admito) pueden encontrarse entre mis pertenencias. En coloridos marcos, en cajones, cajas, sobres que a veces ni yo misma sé porqué ni donde los he puesto, pero aparecen en las ocasiones más oportunas, o en esos momentos en que necesito acordarme y recordarme como soy y como llegué hasta acá.
Es una realidad, tengo una gran debilidad por las fotos, por todas, pero en especial por aquellas en las que aparezco de pequeña, antes de cumplir mis cinco años.
creo, sin temor a equivocarme, que me las acuerdo de memoria, su forma, el color característico del papel y la imagen según los años que tienen, el lugar y la ocasión en que fueron tomadas, y sobre todo, quienes aparecen en ellas y porqué.
Son muy importantes para mi, y muchas veces durante años me he preguntado porqué? Y es con los años precisamente, y con mucha terapia!!, que he podido entenderlo...
He descubierto que en esa temprana edad, la que muestro en esas fotos, entre vestidos, muñecos, hamacas, papás, tíos, abuelos, primos y tantos más, yo no sabía nada!!, es decir tenía el total desconocimiento de la inocencia en estado puro. Eso que perdemos a medida que crecemos y nos enfrentamos a la vida.
Esas imágenes me ayudan a recordar y rearmar momentos que a veces dudo si los viví o me los contaron, porque la memoria, por más que me esfuerzo, no alcanza.
La felicidad.
Eso muestran, no porque ahora, a los treinta recién estrenados, no sea feliz, me refiero a la felicidad sin preguntas, sin culpas, sin porqué y sin medida.
Pienso una y otra vez en las vueltas de la vida, y en la foto, donde "casualmente" miro fotos, sobre la mesa de la cocina de la casa de mis abuelos maternos, con el abuelo detrás mío. En ese momento, yo no me imaginaba que faltaban pocas horas-días para que ellos dos se fueran sin avisarme, a mí, a Trini... dándome la bienvenida al mundo real, donde la gente se muere, se enferma, se va o viene, sin aviso. Y la tristeza.
Es así, me gusta verme, estudiarme, imaginar y hacer fuerza para saber que pensábamos o sentíamos al momento de sacar esas fotos, que sucesos familiares me rodeaban, que había pasado un rato antes o que pasaría después.
Todo lo que paso después!!! jaja!!. Seguramente desconocía en esos momentos que crecería, que en el camino me encontraría con tantos afectos como tantos otros me dejarían, en el dolor de las despedidas más o menos anunciadas. Tampoco sabía las luchas internas que traen los años, sobre todo cuando aparecen las dudas, las contradicciones, los desafíos, los errores, los aciertos, el amor, nosotros, nuestros padres, nuestros hijos...Qué difícil! no? y que apasionante. Porque vivir todo esto, poder disfrutar, corregir, evaluar, sentir y replantearse es demostrar que la sangre tiene fuerza en nuestras venas, estamos vivos, todavía...
Y sí, debo admitir mi gran preferencia por las fotos familiares, me ayudan a saber quien soy y quien quiero ser, me dicen que tengo bases suficiente donde crear mi futuro, soy esta mujer, esta hija, esta madre, porque tuve esos momentos, esas historias tan pequeñas/tan grandes, esas personas tan hermosas a mi lado, esas imágenes, que guardo como tesoros, en esas fotos.

domingo, 17 de agosto de 2008

“A la sombra de los años”



Un paseo a la Catedral

Desde 1880, los restos del General José de San Martín colocados en un sarcófago negro descansan en el mausoleo entrando a la derecha en la Catedral de Buenos Aires, enmarcado por tres figuras femeninas que representan las Repúblicas de Perú, Chile y Argentina. Diseño de un escultor francés Carrier Belleuse. Los Granaderos hacen guardia permanente. El mismo mausoleo alberga los restos de los Generales Gregorio de Las Heras y Tomás Guido. Una placa recuerda al Soldado Desconocido de la Independencia.



“Aquí descansa el General Don José de San Martín”, cuenta una voz muy débil, como para no “despertar angelitos”, puede ser la voz de mi padre, estamos en la Catedral de Buenos Aires, eso es seguro. Giramos en torno a una enorme escultura - todo es inmenso para mi poca estatura - El General Guido, fué un gran amigo de San Martín, resuena otra voz casi inaudible, quizá la voz de tío Horacio. Escucho ese murmullo de voces perdidas en el tiempo, el toc toc toc de los zapatos al caminar; los Granaderos, que “parecen de estatuas” ; y afuera la lámpara “emotiva”, que tanta gracia le causaba a tío Loro.
Cuando al día siguiente María preguntó por el paseo a la Catedral de Buenos Aires.
-Lindo dije, le di maicito a las palomas, fuimos a la casa de Jesusito… ¿sabias que tu pueblito, era muy amigo de Don José de San Martin? Pregunte
- ¡No!, no sabía querida dijo ella. ¿A ver contame?
... y después fuimos a la casa de tía Pepa y vino tío Loro y tomamos el tren y… ¿sabias? el Tata (mi abuelo Cesáreo) estaba en la estación con el diario y el pan redondo y cruzamos la vía y vinimos por Chacabuco
Pero contame lo del General Guido chiquita.
- lo que te dije… eso… que tu pueblito era amigo de Don José de San Martín.
¿Y sabes como se llama la hijita de San Martín.
-¿Cómo? Pregunta María
-Mercedes, como mi mamá y la abuela Pita. Y se portaba muy bien en la mesa, no hablaba cuando comía, no decía mentiras.
¡Sí! palabras más, palabras menos así fue el diálogo ¿cómo podes recordarlo?, preguntó mi mamá, sorprendida, tenías cuatro o cinco años no más. Su afirmación me devuelve al presente, he viajado cincuenta años al pasado.
Busco un viejo librito de tapas azules de la Colección Billiken “La Infanta Mendocina” de Arturo Capdevilla, entre sus páginas había una hojita dónde tío Loro me había copiado prolijamente las Máximas de Don José de San Martín para la niña Mercedes.
No lo encuentro… ¿Lo habré, prestado? Tal vez lo regalé. ¿Lo perdí?
No, Don Abel Cepeda, con sabiduría decía “Libro que se lee no se pierde”
Ahora con solo buscar en Google puedo tener el librito azul y las Máximas para la niña Mercedes... ¿Puedo? No, seguro no será lo mismo, mi librito olía a torta de manzana, a rosquitas, a natillas con azúcar quemada; guardaba los aromas de mi infancia y una hojita de papel con la prolijísima caligrafía de tío Loro. Definitivamente “todo lo perdido me pertenece” Esa lámpara votiva, esa llama eterna, la Catedral, la Plaza, las palomas. Y ese apego a lo nuestro, el respeto, el amor a la Patria y a la Libertad.

Ciertamente hubo otras recorridas muchos paseos didácticos sobre la Plaza Histórica, que incluían Cabildo, Casa Rosada, Catedral, pero ninguno tan especial como aquel primero, cuando descubrí que “el pueblito de los míos era muy amigo de Don José de San Martín”

Hoy 17 de Agosto, el Museo Histórico Municipal de General Guido cumple su primer año.
No hace mucho leí en la Revista Debate: “Se llamaba Tomás Francisco Gil Buenaventura del Rosario Guido Aoiz. “Tomás Guido A la sombra de los años” escrito por Rodolfo Terragno, fue entonces cuando recordé este paseo a la Catedral que acabo de contar pero a todos, no me cabe duda, les resultará más que interesante leer a Rodolfo Terragno lo pueden hacer cliqueando aquí
http://www.terragno.org.ar/vernota.php?id_nota=820

¡Siglo XXI, ¿Cambalache?, ¡Nooo, Google, la tecnología! .

viernes, 15 de agosto de 2008

Tres acordes para una "ejecución"

Ayer les contaba ese recuerdo de las tardes de invierno jugando Lotería de Cartones, y decía que en nuestra casa siempre sonaban guitarras, pero yo nunca aprendí.
¿El Motivo?, según tío Mochi, mi oído ni siquiera acertaba el arroz con leche, ¡con un maestro así!, difícil por no decir imposible tomar clases de guitarra.
Mi padre, en cambio, resignado ante mi falta de oído musical, fue más perseverante, logrando así que -literalmente-“ejecutara” con tres acordes, aquella Chamarrita del inigualable uruguayo Alfredo Zitarrosa
“No te olvidés del pago / si te vas pa la ciudad / cuanti mas lejos te vayas / mas te tenes que acordar. / Cierto es que hay muchas cosas / que se pueden olvidar / pero algunas son olvidos / y otras son cosas nomás.”
Es verdad, no tengo oído musical. Jamás aprendí a tocar la guitarra, pero guardo en mi memoria esos tres acordes para la “ejecución” de Pa´l que se va. De A. Zitarrosa

¿Cantamos?

Boomp3.com

No te olvidés del pago
si te vas pa la Ciudad
cuanti más lejos te vayas
más te tenes que acordar.

Es cierto que hay muchas cosas
que se pueden olvidar
pero algunas son olvidos
y otras son cosas nomás

No eches en la maleta
lo que no vayas a usar
son mas largos los caminos
pal que va cargao de más.

Aura que sos mocito
y ya pitás como el que más
no cambiés nunca de trillo
aunque no tengas pa fumar.

Y si sentís tristeza
cuando mires para atrás
no te olvides que el camino
es pal que viene y pal que va.

No te olvidés del pago
si te vas pa la ciudad
cuanti más lejos te vayas
más te tenés que acordar.

jueves, 14 de agosto de 2008

Lotería de cartones

…Y cuando jugábamos a la Lotería de Cartones, ¿te acordas? Pregunta mi mamá. Y todas esas imágenes vienen una tras otra soltando aroma a los “Bocaditos de frutas” horneándose.
Mientras “Mechita” aprovecha mi descuido y corta las pocas florcitas que hay en el jardín, las que salvadas de las hormigas, sufren ahora las manos de tijera de mi madre, yo abro la puerta para que el sol entre en la casa vacía. - Claro que me acuerdo digo y me siento en el sillón verde. El sol se mete entibiando el espacio, pasa por entre las sillas, se trepa a la mesa, lánguidamente acaricia el mueble largo que guarda vajilla.
A este mueble María lo llamaba ¿“baiut”? pregunto.
- ¡No, nena bargueño!, corrige mi madre que marcha con el ramito de flores por el soleado pasillo rumbo a casa, la otra casa. Ambas casas ocupan el mismo terreno hoy le dicen Duplex, ayer era una mi casa, la otra la casa de mis tíos.
Estoy en la casa de los tíos, es jueves y hay sol.
El comedor, lugar de reunión en las tardecitas de aquellos fríos inviernos, allá lejos y hace tiempo, donde la Lotería de Cartones se imponía, se ha llenado de este sol de invierno y de recuerdos esta tarde.
- A ver Chica, contá, tiene que haber 40 cartones
- 38,39,40 ¡están todos! María.
- Ahora pongan todas las bolillas sobre la mesa, tienen que estar todas que los jugadores vean, que no hay trampa.
- ¡Están todas!
Sobre la mesa ordenaditas estaban las 90 bolillas de madera
- ¡A la bolsa entonces!, ordenaba tío Loro, encargado de llenar los recipientes con los porotos blancos.
La bolsa de rústica ¿cretona?, con florcitas rojas abría grande la boca para recibir las maderitas numeradas, las mismas con las que se jugaba en la cocina de la casa en Gral. Guido.
Los platitos con porotos, los cartones todo listo para empezar.
Primero repartíamos los cartones dos o tres dependía la cantidad de jugadores.
Y cuando todos o casi todos habíamos ocupado nuestro lugar en la larga mesa del comedor, cumplido al tercer llamado, el Cantor comenzaba sacando de a una bolilla. Cuando le tocaba a tío Loro él alternaba los números con la jerga numérica 48 el muerto que habla, 15 la niña bonita.
- ¡Ambo! Grita alguien. Cotejados los números se abona el ambo
- ¡Cuaterno! Para vos nenita, Alerta María, que vigila mis cartones
- A ver pagador.
El cantor suspende hasta cotejar, paga el cuaterno y reanuda advertido ya de mi distracción, espera el momento justo
- Diga 33 Madrid me dijo ayer el Doctor pero yo desobediente le dije treinta y dos apunta mi padre sabiendo que me falta justo el 33 para…
- ¡Quintina! Grito atropellada
- ¡Estas de racha, Chica!
-A ver cante la quitina… 12, 19, 23, 27, …33
- Pero si el treinta y tres no salió dice entonces Madrid
- ¿Cómo? Vos lo cantaste.
- Revisando che, revisando pide tío Loro
Vuelven a sonar los nombres de los números que ya habían salido, no aparece el treinta y tres. Yo no soy una nenita, ya cumplí los quince pero chispita, me llamaba Fermín Gascue, comienzo a “encenderme”.
- Así no juego más, vos dijiste treinta y tres, ¡lo dijiste, sí lo dijiste! Yo te escuche.
- Vos oíste treinta y tres… pero yo no dije eso. Hay que prestar más atención, aprender a escuchar.
- Señoras, Señores atentos que seguimos
-¿y qué yo no juego más? Pregunto enojadísima
- “Perdón pido a la concurrencia / de una mesa tan variada/ y la invito Señorita a continuar la lotería /saboreando esta delicia que nos convida María.”
- ¡Aplausos para el payador!, pide María
Yo alunada mal, no me sumo al aplauso pero, sigo en la rueda.
¡Cartón lleno! Avisa tío Mochi desde la cabecera de la mesa, está jugando de compromiso, sin ganas.
- ¡Lotería cante pagador!. Cobro y me retiro. Tenemos que “ensayar” La guitarra, siempre la guitarra.
- ¿Otra vuelta?
-Yo me quedo con los mismos cartones, apunta alguno de los presentes.
-Yo paso, vamos a ensayar con Benjamín y Deul dice mi papá.
-Yo los “cambeo”, Negra grita desde su lugar el “infaltable” y bueno de Manuel Sueldo, ese Amigo con mayúscula de esta casa.
Tardes de invierno, visitas, tortas, mate, te con cedrón Lotería de Cartones, en la larga mesa del comedor.
Otras veces era Truco, Chinchón, Mus. Por la noche siempre una picadita criolla, lo que sobraba del "mediodía", empanaditas, buen vino y guitarra, mucha guitarra y aquella milonga corralera que decía: “Le corro con mi manchao / al alazán del Cirilo / y no le pido ni un kilo / como le dio al colorao… Y pa' que seguir narrando / lo que fue aquella carrera / si cualquier hombre de afuera ya lo estará calculando… entre aplausos y sombreros / que se agitaban de gozo /el juez grito sentencioso / puesta nomás caballeros”


¡Va la Yapita, la receta de los Bocaditos de frutas!
100 grs. de manteca / 1 taza de azúcar / 1 huevo 2 y1/2 taza de harina / 3 cucharaditas de royal / ½ cucharadita de sal / ½ taza de leche /½ taza de fruta abrillantada
Se bate la manteca con el azúcar, se agrega el huevo batido se tamizan juntos la harina, el royal, la sal y se agrega a la primera preparación alternando con la leche, Por último se añade la fruta picada y enharinada se une todo bien y se coloca en un molde chato, enmantecado y enharinado, se extiende bien y se espolvorea con azúcar. Se cuece en horno moderado durante 30’ una vez frio se cortan los bocaditos

martes, 12 de agosto de 2008

"La poesía es un arma cargada de futuro"

- Esto no es de Benedetti Ma, señalaba mi hija mientras releía un texto de los tantos que llegan vía e-mail, esos que se reenvían, sin leer.
- Cómo atribuirle esto a quien escribió:
“La palabra ojalá es como un túnel o un ritual por los que cada prójimo intenta ver lo que se viene /pero ojalá propiamente dicho sigue habiendo uno solo / aunque para cada uno sea un ojalá distinto”

Mientras la escuchaba ese domingo supe que algo había hecho bien en la difícil tarea de ser mamá, le había dejado siempre al alcance de su mano la poesía. “un arma cargada de futuro” y traje a la memoria aquellos versos de Gabriel Celaya “No es una poesía gota a gota pensada. / No es un bello producto. No es un fruto perfecto. / Es algo como el aire que todos respiramos / y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos. / Son palabras que todos repetimos sintiendo / como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. / Son lo más necesario: lo que no tiene nombre / Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.”

El pasado domingo cuando leí en Critica Digital éste Ojalá de Marío Benedetti, recordé aquel, otro Ojalá de su autoría publicado en “La vida ese paréntesis”. Seix Barral. 1997 y no dudé en cortar y pegar.

Ojalá

Ojalá está después del horizonte
pero hay otro al alcance de la mano
cuando uno tiene ganas de ser alguien
y sueña con no estar equivocado

dice ojalá sin mirarse al espejo
para no entristecerse con motivo
sin mendigar lo que no se consigue
y tampoco dar algo por perdido

ojalá conquistemos la razón
en el escándalo de la conciencia
y ejerzamos el derecho a la vida
de ojos abiertos o sin darnos cuenta

ojalá que las muertes del camino
no se nos cicatricen en el alma
y armemos el futuro aunque sepamos
que el fin está en la puerta de la casa

ojalá que en el cándido arrabal
o en cualquier recoveco del otoño
más que confiado y menos que exigente
nos espere el amor / el generoso

Anoche, como todas las noches hablamos por teléfono mi hija y yo. Le comenté que Critica había publicado algunos poemas del último libro de Benedetti. “Testigo de uno mismo”. Le cuento entonces, que tengo ganas de traer el recuerdo de aquel domingo y este nuevo Ojalá a la Gallineta. Se ríe, sabe que estoy pidiendo su permiso.
- Estás autorizada Ma, pero nada de fotos advierte.

Cuando nos despedimos me dice: - Má, además de “Espejos” de Galeano, cuando vaya a casa te llevó el de Benedetti. ¿Si?

Algunas cosas cambiaron, ayer era yo la que compraba libros para ella. Otras en cambio no admiten “cismas”


viernes, 8 de agosto de 2008

Desde los pagos de Monsalvo llega

EL AMIGO de Agosto
Boletín electrónico de información e investigaciones de la
Asociación Amigos del Museo Kakel Huincul.

jueves, 7 de agosto de 2008

La Dirección de Cultura de Gral. Guido

Informa que a mediados del mes de Agosto y en el marco del proyecto de trabajo de apertura del Museo Histórico de Gral. Guido, se desempeñará como coordinadora del mismo.
Tanto la Asociación de Amigos del Museo como esta Dirección de Cultura celebran este acontecimiento y brindan a la Sra. Julieta la más cálidala Sra Julieta Tuchi de Theiller, Museóloga, Licenciada en Museología, con basta experiencia, vecina de la Ciudad de Maipú. Bienvenida, augurándole el mayor de los éxitos en este nuevo camino que se inicia.Cabe aclarar que la Licenciada Theiller realizará tareas específicas como coordinadora en el Museo de Gral Guido, haciendo extensiva su labor al Museo "Chelforo" de la Localidad de Labardén.
De, más está mencionar que se recepcionarán todas las inquietudes y necesidades de la Comunidad de Gral. Guido y de Labardén con el objetivo de sumar la participación de los vecinos a este proyecto de trabajo.
Muchas Gracias.
María Marta Vargas
Directora de Cultura
Municipalidad de Gral. Guido

sábado, 2 de agosto de 2008

Tierra Siena Tostada

Las fotografías las envía José Esteban.
El viejo Centro Cívico, la Comisaría, la Municipalidad y allí nomás la inundación. Definitivamente la foto es de 1940


Aquí el almacén de la Estación de Don Martín Seresini, Fiambrería y Ferretería.
Aquí y ahora viendo esta vieja foto bañada por la luz de un sol de mediodía recuerdo las pinturas de Frasca.
Pego la vuelta y pedaleo, pedaleo. Cruzo el puente y sigo pedaleando en busca de la paleta de colores de Jorge Frasca
¡Cuánto has andado en bicicleta hoy Jorgito! exclamaba la buena de tía Nata cuando mi hermano, estacionaba en la puerta de su casa.
Natividad Madrid de Seresini – la mujer más buena de Guido, una santa, afirmaba Don Abel Cepeda cuando veia a tía cruzar la Plaza.
Tía Leliz Seresini de Madrid, la esposa de Gingo, no llegue a conocerla, pero cada noviembre, de la mano de mi papá o de mis tíos recibía la florcita que ayudada por ellos dejaba en “esa pared”, cuando la muerte era inexplicable.
Y tía Coca... y “Viyira”... y la libertad, allá, sólo en Guido.

Esos almacenes de campo, esos paisajes Lobos, Bragado, Anguil, Ranchos… siempre han logrado transportarme a mi infancia. Aquellos largos viajes en tren, que traían desahogo. Esos paisajes son Jeppener, Brandsen, Chascomús, Dolores, acercándome a Gral. Guido, a la libertad.
Frente a esas pinturas siento que estoy allí, no se cómo, sólo sé que estoy allí, detenida entre las luces y las sombras. Es una experiencia extraordinaria.

No, no es sencillo explicarlo. Parezco medio loca, ¿verdad? Pero bueno es lo que me pasa. No soy experta en arte, a decir verdad no soy experta en nada. Cuento tal y como me suceden las cosas, así ocurre.
Imposible para mi, tener una de esas maravillosas pinturas. Me contentaba con ver de vez en cuando alguna lámina, pero ahora gracias a Internet visito su página y allí me detengo, alguna tarde como la de hoy cuando me gana la nostalgia, con mi matecito… esperando. Sí, esperando verme aparecer entre las luces y las sombras de su milagroso pincel, asomada a una puerta, detrás una ventana, o doblando esa esquina bañada en luz con la bicicleta “Después de la Siesta” en busca de las chicas de Montenegro, frente a la casa de tía Nata, allá en Guido, dónde la libertad era pedalear.

Aquellos viejos almacenes, como éste de la foto, las calles polvorientas. “Lo de Torme”, “Lo de Martinez”, “Lo de Augelli”…¿te acordás de las pesitas? Me preguntaron no hace mucho. ¡Sí, aclaro que las recuerdo! ¡Y los surtidores!... y la “La tienda de Tanuz que todavía, hoy, desafiando el tiempo conserva en grandes letras su nombre “La Confianza”. Aquel Guido es mi infancia, es espacio, es “entrecerrar los ojos para ver horizonte”, como dice Betty. Es una pintura del Maestro Jorge Frasca

“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).