viernes, 29 de junio de 2007

¡San Juan y San Pedro! ¿Se acuerdan?


Cada Junio llegaba año a año trayendo los primeros fríos, las primeras toses y los primeros sabañones.

Cada Junio también traía la alegría de preparar la fogata de San Juan y San Pedro.

La FOGATA DE SAN JUAN Y SAN PEDRO es una celebración ancestral de origen pagano. Coincide con el solsticio de invierno, en nuestro hemisferio la noche más larga del año. Las fogatas tienen una antigua historia, anterior al cristianismo, en las que se encendían con la intención de dar fuerza al sol para potenciar la fructificación de la tierra. Posteriormente la Iglesia incorpora esta tradición en la advocación de San Juan el 23 de junio, víspera de su festividad, y el 28 en honor a San Pedro y San Pablo.

En una publicación anterior Lagesio habla de Halloween, que tristemente nos ha ido ganando espacio, y digo tristemente no por el hecho de que se celebre, porque toda celebración es buena, sino por el hecho de que no nos pertenece, ya que no es una fiesta que represente nuestras tradiciones. A mi particularmente, Halloween no me traslada a la infancia, no me produce alegría y realmente me resulta indiferente. Pero a colación de la publicación sobre esta fecha me vino a la memoria la querida fogata de San Juan y San Pedro y con ella los más exquisitos recuerdos. ¡Los preparativos!... juntar leña, papeles, cosas varias para quemar, y si los padres nos dejaban hacerla nosotros mismos, y si no, conformarse con mirar... Salir a caminar por el pueblo para ver la fogata que hacían los Romiglio, siempre tan grande!o la que se hacía al borde del zanjón del Barrio Obrero, y las fogatas del otro lado del puente y las de la estación. Todo era simplemente dar vuelta una esquina y descubrir una nueva bocanada de llamas ardientes y un montón de chispas renegando en el fresco aire de Junio...

Nada queda ya de aquellos principios de inviernos en el pueblo, de las fogatas solo quedan cenizas olvidadas en las veredas, de San Juan y San Pedro pocos se acuerdan, de las tradiciones pocas se siguen fomentando, pero en la memoria y en los corazones varios recordamos todavía aquellas noches de junio que nos convocaban junto al fuego, que nos unían en el chisporroteo invisible de las fogatas.

Las tradiciones no se pierden mientras haya un ser humano que las tenga alojadas en su corazón. Nunca es tarde para recuperar lo que aún no está perdido. Un abrazo!
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).