Manuscrita por mi padre, para mi hija, pueden ver ustedes la carta. No tiene fecha, pero podemos estimarla (yo puedo) viendo las prácticas en la bici, todavía con rueditas, bajo la atenta mirada del “Tata”.
La foto corresponde a agosto de1982.
Cuando yo digo que Gral. Guido siempre ha estado presente, digo la verdad, lean y lo comprobaran. Mi padre menciona en un párrafo a Maria Cepeda, Ulises (deduzco que Gallo, el hijo de Griselda, el hoy, gran bailarin de "Amiguspaj Huasi") y una Cristina, que no puedo ubicar; ellos compartieron “vereda, juegos y helados” seguramente con Danii, cuando junto a los tíos, y a mi madre, pasaba algunos días en Gral. Guido, "aprendiendo el camino"… Pero mejor lean la carta.
Querida Daniela:
¡Hemos andado mucho esta noche!
Los camellos cansados y sedientos, comieron un poquito de los pastos y se tomaron toda el agua que vos les dejaste junto a la ventana de la cocina.
Gracias.
Hemos visto que has cuidado bien de la bicicleta que te dejamos el año pasado, y sabido que te portas bien, de lo cual nos alegramos mucho, esperando que sigas así…
Fuimos hasta tu camita y te miramos un ratito sin hacer ruido para no despertarte.
Luego junto a tus zapatitos te dejamos unos juguetes que esperamos te gusten y los disfrutes con felicidad.
Ya mismo salimos de nuevo al camino. Queremos llegar a Guido antes del amanecer para ver a Maria Cepeda, Ulises, Cristina y otros amiguitos tuyos que también por haberse portado bien tendrán regalitos.
Desde allí nos marchamos a nuestro Reino para volver dentro de un año junto al Niño Jesús y Papá Noel trayendo para todos los chicos los juguetes que podamos cargar sobre los camellos con los que recorremos el mundo maravilloso de tu imaginación.
Hasta el año próximo. Un beso de
Melchor,Gaspar y Baltazar
Aqui encontraran cosas simples, nostalgia, añoranza, recuerdos personales. Fotos,Anécdotas,Relatos,Recetas de cocina de las abuelas,se amontonan en los estantes sombríos. Pasen,las puertas están abiertas.
domingo, 6 de enero de 2008
Carta de los Reyes Magos
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).