jueves, 21 de febrero de 2008

El Eclipse



¿Vieron el eclipse, verdad? Magnifico espectáculo.

Anoche, aquí en el patio de casa mientras veía a la luna desaparecer tras la sombra recordaba unos versos que dicen:
“En cada región la luna/ -que en todo cielo es la misma-/no sé por qué sortilegio/ se nos antoja distinta./ Y cada cual la contempla/ según su punto de mira/ pensando que allí en su tierra, es donde luce más linda”
El poema pertenece a Osvaldo Sosa Cordero, escritor, folklorista correntino, que mi padre admiraba y que yo conocí a mediados de los sesenta, en alguna de las tantas peñas hasta donde “me arreaban” los Madrid. No recuerdo cuantas veces habré leído aquel librito, si algunos versos…

“Por el río de cobalto /viene bailando la barca;/ terciopelos y brocados / sobre ansiedades en marcha./ Alto y cruz en tierra firme / junto a un recodo del agua / y un sabor de incertidumbre/ agitado en la maraña / Ah!, el jubon de Juan de Torres,
Ah!, su pecho y ah! su espada. / Arroja sobre la arena/ un puñadito de España/ y queda San Juan de Vera/ de las Corrientes fundada./ Abril salta por los aires…"
O aquel

“Matronas de cromo antiguo/ rosario, libro y matilla,/desandan fervor adusto, los caminos de la misa. /Va la mañana trigueña chorreando tinta amarilla y la vieja plaza ofrece/tregua de fuente y de brisa./ En la simple calle estrecha /sol de infierno en lluvia fina;/ tras el crochet de las rejas/ estancia fresca y sombría./ Selva en síntesis los patios / donde la siesta aburrida/ digiere pesadamente/ su hartazgo de lagartijas./ Toda Corrientes es eso: ecuador y pesadilla”

Hoy he buscado el libro, sé que esta por aquí, en algún estante, entre tanta “bibliografía” Quería releer el "Romance de La Luna y el río", mostrarles el libro autografiado por el autor, no lo enconté...pero acabo de recordar su título "Romancero Guarani" Libro que se lee no se pierde decía Don Abel Cepeda y tenía razón.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).