viernes, 22 de febrero de 2008

Lo encontré!!!

Este es el libro del que les hablaba anoche. Aqui lo dejo. Romancero Guarani (1953-1956) Signo “Anahi” Buenos Aires 1962. Autografiado por el autor.
Y para mi sorpresa entre sus páginas un recorte de revista o diario, vaya una a saber, dónde podemos ver en primer plano a Don Osvaldo Sosa Cordero y por detrás ,dos de los Madrid, el de anteojos mi papá, el otro tío Loro, "haciendo sociales" en la Casa de Corrientes.
La foto marca la página 39… reeleo los Romances que recordaba anoche, pero voy a transcribir el que me indica la foto… por algo quedó allí, y ustedes ya me conocen, saben que me avengo a lo que dictaminan "las casualidades"




FAENA DE VIENTO NORTE

La vida tiene veinte años,
Es mujer y huele a vicio;
Se la juega por que sí
Quien se ríe del destino.
La muerte esta en la botella
Y el cuchillo está en el cinto.
Con el luto en las espaldas
Y el presagio en el silbido,
Borracho de norte y soles
Por los montes y caminos
Dando tumbos anda el viento
Como un moceton perdido.
La muerte esta en la botella
Y el cuchillo está en el cinto.
Por sombras de los palmares
Vienen rencores dormidos.
Marte le tiende a la Luna
Su fino puñal rojizo.
La veleta del boliche
Mira al sur con su gallito.
Una cordiona sombría
Estruja un son campiriño
Y allá salta un sapukai
Como un borbotón de vino.
La noche esta traspasada
Por una urdimbre de filos;
Las estrellas son pupilas
Brillantes de maleficio
Dos payés miden sus fuerzas
Bajo el abrazo del cinto
Y en el boliche se encienden
Candiles de desafío.
La muerte paso a las copas
De las copas al cuchillo;
Ocho golpes, cuatro cauces
Que ruborizan el piso…
Buscó un simple por que sí
Para clavarle el colmillo
Y se cuaja de amapolas
Sobre dos pechos macizos.
(Por la puerta del boliche
Se va el viento enmudecido
Pisando los tibios ceibos
De los coagulados ríos)
Dos payés contra arma blanca
Se quedaron ateridos;
los palenques se prolongan
hacia el cielo como cirios;
la Luna devuelve a Marte
su fino puñal rojizo
y la muerte en la botella
sigue pidiendo cuchillos.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).