viernes, 29 de febrero de 2008

Charlas de sobre mesa II

Como se los había prometido, otra de michalicos, otro Bien de Familia. Y ¡Gracias! Maria Bernarda por tan expresivo comentario a "La Prosapia del Julián Paredes".

"Pánfilo era un gato barcino, flaco y ronroneador que siempre estaba cerca de mamá, así me lo contaba mi hermano Rogelio, mientras tomábamos unos mates en el patio de su casa en Tandil rememorando nuestra feliz y lejana infancia allá en Guido.Papá lo llamaba Pánfilo, Mamá Chali y curiosamente el michalico respondía a los dos nombres. Cuando papá lo veía cerquita del fogón hecho un ovillo decía-Mire que es mañero este gato Isabel.Mamá sonreía suavecito, sólo mamá podía sonreír así.Cuando papá lo encontraba en el patio asoleándose o mirando fijamente a las ratonas que con sus saltitos movían las plantas de retama, decía fuerte para que mamá lo escuchara ¿qué sabe el burro de confites si nunca fue confitero?Y Mamá, salía restregándose las manos a la puerta de la cocina para responderle- un día el Chali te va a sorprender Bernabé… y papá, sonreía moviendo la cabeza. Y ese día llegó, Avinceto viejo (papá) estaba sacando tientos aquella tarde, sentado en su banquito de cadera, cuando el michalico rodeo la bomba del agua y se le acerco dejando caer a sus pies el producto de la cacería, una lauchita gris, que minutos antes andaba vivaracha entre la leña que se apilaba debajo del horno de barro, arqueo el lomo, maulló cortito y salió rumbo a la galería buscando las caricias de mamá que sonreía viendo la escena mientras canturreaba con melodía de Huellita “Overito Azulejo /Tranco andador/ en las quinientas varas/ siempre al fiador”Papá soltó una carcajada fuerte que se oyó en toda la casa y yo, sentado en la parecita de la galería, reía con ellos –recordaba Rogelio, aquella tarde en el patio de su casa en Tandil- Desde entonces papá no volvió a llamarlo Pánfilo, desde ese día fue “el Chali”. Murió de viejo una siesta de enero, bajo la sombra de la planta de retama y allí descansa, en ese, su lugar de nuestra casa en Guido. El Chali, Overito Azulejo tranco andador...
Aquella tarde, mi hermano y yo volvimos a guardar en la cajita invisible, donde mamá decía, se guardaban las cosas lindas, esos retacitos de felicidad".

La Cajita invisible, es capaz de aparecer el día más triste, más oscuro y abrirse frente a nuestros ojos para secarnos con una brisa suave las lágrimas, encendernos la sonrisa y así entibiarnos el corazón. Esta tarde fría de
Agosto de 1978 se ha abierto para mí.

Ese año, en ese mes, tío Rogelio había muerto en Tandil y mi papá guardaba para nosotros, entre sus papeles este “retacito de felicidad” que hoy compartí con ustedes.
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).