jueves, 7 de febrero de 2008

Milonga de dos amigos que demostraron ser gauchos

Compartimos esta Milonga con nuestros vecinos los "Amigos del Museo Kakel Huincul"(curadores de la foto que vemos) y le damos así la bienvenida al Blog Maipuense.

Estos versos de Justo P Saenz están dedicados al Dr Sbarra y al Escribano Olano, dos amigos suyos, que en 1959 llevaron a cabo un viaje a caballo desde La Plata al "corazón de los pagos de El Vecino" "para darle una sorpresa a Justo de aparecernos en "La Protección" haciendo el viaje por el viejo camino de Ranchos a Ayacucho con tropilla por delante..."
Emulando aquel que en 1847 había realizado un inglés llamado Willian Mc Cann.
" Yo poseía -cuenta Olano a Moncaut- una tropillita compuesta por un gateado (El Gato), un gateado overo (El Chimango), un azulejo overo (El Cielito), un tobiano negro (El Gallito), un picaso overo (El Hormiga), un lobuno overo (El Chajá), un malacara pampa (ElGuri), y un zaino malacara (El Peligro), en total ocho caballos entablados con una yegua madrina de pelo gateado con las crines ruanas...La Guaripola"... "fijamos como fecha de partida el 17 de noviembre de 1959..."

Texto y versos extraídos del libro Pampas y Estancias de Carlos Antonio Moncaut. Editorial El Aljibe City Bell año 1978



Nolo Sbarra; Lito Olano;
el campo os rinde homenaje
y quiere que de este viaje
quede un recuerdo galano.
Nadie dirá de que en vano
habeís mostrado la entraña
porque yo he de darme maña
para hablar de una excursión
que, de todo corazón
la considero una hazaña.
¡Grite el Chajá vigilante!
¡lancen su alerta los Teros!
¡qué vienen dos caballeros
¡la tropilla por delante…!
¡Salúdelos el juncal
inclinándose a su paso!
y en un susurrante abrazo
estréchelos el pajal
¡Que los platee la luna
y el rocío los bautice,
y que al cruzarla se erice
el cristal de la laguna.
¡Alce el vuelo el mirasol
dándoles la bienvenida!
y la perdiz, escondida
les cante al salir el sol.
Que la menta su fragancia
les mande en calida oleada
y el tropel de una manada
suene aplauso en la distancia.
¿Muéstrenle los calzoncillos
Los ñanduces gambeteando!
y háganle rueda, rumiando,
¡las vacas y los novillos!
¡Ábranse los nubarrones
que tapan el firmamento
y anuncie su arribo el viento
zumbando en los cañadones!...
Bien montados; primavera;
llanura verde y tendida.
¿puede darse en esta vida
conjunción más lisonjera?
El ¡pacatá! del galope
los espíritus renueva
y el pensamiento se eleva
al más exaltado tope.
Con los caballos en fila
Cruzaron por “El Venado”…
abajo: el Río Salado
al frente: el Partido e’pila
Y su alegría no es poca
cuando allá en el horizonte
divisan clarito el monte
de “San Antonio” de Rocca.
Otra vez sobre la huella
va la madrina gateada…
de nuevo la caballada
trota afanosa tras ella.
Hay un tobiano, un picaso,
dos gateados y un overo
y un malacara estrellero
ligero como balazo.
Bien gordos están los pingos
más, no se puede pedir…
y en lo que toca elegir
difícil hacer distingos!
De pronto se despatarra
volcándose por entero
aquel gateadito overo
que monta Noel Sbarra.
Por suerte, nada ocurrió
y aunque no “salio parado”
el hombre muy bien librado,
de aquel trance resultó.
Ya llegan al Camarones
no sin bastante trabajo
por que marchan viento abajo
y hay jejenes a montones
En casa de Bolontrade
consiguen darse un descanso
y comerse un rico ganso
que a tomar vino persuade.
Ese sol está que tuesta
pero siguen la porfía…
y al rancho de Echeverría
arriban a media siesta.
Gauchos a carta cabal
los Echeverría son.
ambos puro corazón
y trato amable y cordial
De allí al Puente del Ochenta
sobre el mismo Canal Nueve,
el galope les fue leve
según Olano me cuenta
Ese pago es “El Sartén”
hoy estancia de Fernández
próximo a lagunas grandes
del mismo nombre también.
Muy mentada pulpería
aquella de “El Sartén” era
y posta de la galera
que de Dolores salía.
Quieren hacerlos quedar
allí, pues con gran razón
piensan que a “La Protección”
con luz no van a llegar
Pero ellos, ¡cabeza dura!
al rato nomás montaron
y al galope continuaron
su viaje por la llanura.
Y otra vez los cañadones
puro junco y barro blanco
los fuerzan a andar al tranco
recogiendo los talones.
En el rancho de Ceballos
cerca de una mostacilla,
detienen a la tropilla
para mudar de caballos
Nolo agarra un tobianito
para parar muy mañero
Y en un lindo azulejo overo
ensilla enseguida Lito.
Crecido, según se ve
un arroyo se desliza
pero sin ninguna prisa
lo cruzan a volapié.
Llegaron a “Sermón Chico”
con el sol muy bajo ya
mientras la tropilla va
abriéndose en abanico.
Les falta aun una legua
para entrar en “La Esperanza”
y a fin de andar sin tardanza
toman del tiro la yegua.
Cerró la noche y los dos
rumbeadores sin abuela
¡se encuentran frente a la escuela
como por gracia de Dios!
A lo lejos ladra un perro…
se ve el farol de una casa
y siempre al trote acompasa
el tañido del cencerro.
¡Cuándo llegaremos! Clama
Noel un poco cansado…
¡nos tenemos bien ganado
baño, cena y buena cama!
Mas no le contesta Lito
que ya dio con la tranquera
cantando una chacarera,
un triunfo o un estilito.
A camino Real bien ancho
cayeron por fin los dos
saludando en alta voz
a Borges que está en su rancho
Y tras un galope breve
y con no escasa emoción
llegan a “La Protección”
a punto de dar las nueve.
Mucho amigos he sentido
no haber estado yo allí
pero un compromiso aquí
me tenía retenido…
¡Que alegrón hubiera sido
recibirlos en la estancia!
y obrando bajo la instancia
de un afecto muy sincero
charlar los tres el día entero
sin la menor discrepancia.
y a puestos en ese tren,
y a puro asado y guitarra,
don Olano y don Sbarra
lo hubieran pasado bien.
En fin, amigos, ya ven…
ésa era mi intención.
espero que otra ocasión
vuelva a guiarlos al camino
al Partido del Vecino
Estancia “La Protección”
Justo P. Saenz (h) 12/12/1959
“Despojados de su memoria, los pueblos se opacan mueren y suelen morir en medio de la algarabía de imaginar que el pasado no interesa, aturdidos por voces que llaman a no recordar, apalabrados por ilusionistas que susurran que hoy todo empieza de nuevo. Las raíces pueden secarse si una voluntad de memoria no se opone a la voluntad de olvido. Sin esta finalidad no hay ética posible”. Héctor Schmucler (1994 Revista Universidad Nacional de Córdoba).